‘Te olvidé’: 70 años del triste poema convertido en himno carnavalero
Investigadores culturales y folcloristas cuentan detalles de esta canción que ha sobrevivido al paso del tiempo y sigue siendo el gran clásico de nuestra fiesta.
Increíble, esa es la palabra que se debe usar para describir lo ocurrido con Te olvidé, una canción cuya letra es una verdadera oda al desamor, y pese a esto terminó convertida en el himno del Carnaval de Barranquilla, una fiesta que invita a darle rienda suelta a la alegría.
Son 70 años los que se cumplen de haber sido lanzada al mercado, logrando sobreponerse al paso del tiempo y, pese a ‘convivir’ en un mundo dominado por los sonidos urbanos, este tema sigue teniendo la virtud de ponerles los “pelos de punta” a los carnavaleros cada vez que suena.
En los 2 minutos 43 segundos que dura esta pista que fue creada en ritmo de danza de garabato se escucha al intérprete Alberto Fernández Mindiola, oriundo del corregimiento de Atanquez (Valledupar), cantar a grito herido: “Yo te amé con gran delirio/ con pasión desenfrenada/ te reías del martirio/ te reías del martirio/ de mi pobre corazón”.
Y es que solo un genio pudo lograr transformar las lágrimas en sonrisas, la desolación en baile. Se trata del maestro Antonio María Peñaloza (QEPD), trompetista oriundo de Plato, Magdalena, a cuyas manos llegó un poema titulado Te olvidé, escrito por el español Mariano San Ildelfonso, empleado de un judío que montaba eventos de hípica y dirigía una revista titulada La Meta.
Este excelso trompetista, tras leerlo, consideró que carecía de lirismo, pero que tenía su encanto, por lo que se puso manos a la obra y tras tardes enteras tarareando la letra la transformó en todo un hit.
El sociólogo e historiador Édgar Rey Sinning contó que el español sabía que Peñaloza era músico y le hizo llegar alrededor de 20 poemas, pero el único que logró captar su atención fue Te olvidé.
“El maestro contó que fue una labor compleja y que debió pulir la letra, cortando algunas partes y agregando nuevas ideas, pero que logró mantener la esencia de su creador y que primara ese sentimiento de desamor”.
Recuerdos de su intérprete
AL DÍA contactó a Alberto Fernández Mindiola, quien a sus 96 años mantiene intacta su memoria y desde Bogotá recordó aspectos claves de la grabación de este clásico.
Haciendo gala de su buena memoria, el intérprete atanquero entrega la fecha exacta de la grabación: el 27 de diciembre de 1953 en los estudios de la Emisora Nuevo Mundo, ubicada en la capital de la República.
“Fue lanzada para la temporada carnavalera de 1954 y desde su estreno se convirtió en todo un suceso, esta canción me ha llenado de las más grandes satisfacciones que he podido tener en mi vida”, dijo notablemente emocionado a esta casa editorial esta leyenda viva del canto costeño.
El cesarense anotó que al maestro Peñaloza lo ayudó a hacer los arreglos un trío de jazz panameño llamado Sex-Rose Cerros, que se destacaba por el sonido de sus tumbadoras.
También hubo otros tres trompetistas, y Curro Fuentes, hermano de Antonio Fuentes, propietario de Discos Fuentes, bautizó el grupo como Sonora Curro, eso para darle más caché.
“Empezamos a ensayar y Peñaloza me iba cantando la canción al oído y yo me la aprendí ahí en el mismo estudio y jamás imaginé el fenómeno que iba a ser, pero me abrió puertas nacionales e internacionales. Ese disco me llevó a Argentina, donde gozó de mucha aceptación”.
La cantó por casualidad
El atanquero Alberto Fernández Mindiola, quien fue vocalista del trío Bovea y sus vallenatos, y también había ganado fama por ser el intérprete de los cantos de Escalona El testamento, La casa en el aire, La brasilera, La custodia de Badillo o Pájaro amarillo, de Rafael Campo Miranda, pese a su pergamino, no fue el elegido para interpretar el tema, en su lugar estuvo postulado el tumaqueño Tito Cortés, de gran popularidad por tener un timbre de voz parecido al de Daniel Santos.
“Tito se pegó una borrachera que le impidió llegar a los estudios y es cuando el maestro Peñaloza se acuerda de mí y me pide que la grabe, siempre he dicho que al que le van a dar le guardan y hasta le calientan, porque a mí el destino me tenía escogido para darle voz al eterno himno del Carnaval de Barranquilla”.
Este padre de tres hijos relató que no hay fiesta a la que vaya que no le pidan interpretarla. “Yo se la dediqué a algunas mujeres que me causaron desdicha, pero es más lo que me la he gozado, la canción tiene esa dualidad de ponerlo a uno a bailar mientras recuerda un desamor”.
Sobrevive al paso del tiempo
Para el sociólogo e historiador Édgar Rey Sinning esta es una canción imperecedera, ya que, pese a que año tras año surgen temas que resuenan durante la temporada carnavalera, Te olvidé cuenta con una esencia muy costeña que logró arraigarse en la memoria colectiva de los carnavaleros.
“Antes de Te olvidé hubo un tema que era insignia carnavalera, un merengue dominicano titulado A lo oscuro, interpretado por el Conjunto Típico Cibaeño, de Ángel Viloria, pero con Te olvidé el carnavalero vio reflejada gran parte de su esencia y se apropió de este”.
Posteriormente han salido temas como Las tapas, La estera, Martín enguayaba’o, El caballo Chovengo o Ron pa’ to’ el mundo que se convirtieron transitoriamente en la canción del carnaval de ese año, pero ninguna ha logrado desbancar a Te olvidé.
“Desde el punto de vista sociológico considero que en el imaginario de los barranquilleros, de los carnavaleros de la Costa, cuando escuchan Te olvidé entienden que hay una convocatoria a disfrutar de la gozadera que implica estar en el Carnaval”, agrega Rey Sinning.
Concluye su testimonio sosteniendo que con esta canción ocurre algo similar al fenómeno de Cien años de soledad. “No sé durante cuántos años la vamos a seguir leyendo, pero el encanto se mantiene intacto, a Te olvidé la seguiremos escuchando, porque es la banda sonora que acompaña al carnavalero”.
“Nos estremece el alma”
Hernán Pernett, director del Cipote Garabato, danza que lleva 34 años participando en el carnaval, destacó que lo que más le gusta es que el maestro Peñaloza la concibió en ritmo de danza de garabato, el cual hoy todavía no es reconocido como tal, sino que es llamado chandé o pajarito.
“Es increíble cuando tú pasas con esta canción por los desfiles y el público en los palcos de una vez se levanta y la canta, ahí es donde te das cuenta de que es un verdadero himno, el cual pese a su temática tan triste causa una alegría inexplicable entre la gente, realmente al escucharlos se nos estremece el alma”.
Sobre una anécdota que haya tenido la complicidad de esta banda sonora, Pernett se refirió a una que ocurrió en plena Vía 40 y que tuvo como protagonista al músico Antonio María Peñaloza.
“Ya estábamos finalizando el desfile, cuando vemos al maestro Peñaloza de pie fue algo impresionante porque todos nuestros danzantes la cantaron y luego lo cargamos, él se mostró complacido, sonreía y se unió al canto, fue algo como sacado de un libro porque se conjugaron todos los sentimientos existentes en una sola escena”.
Por todo esto y más podrán pasar otros 70 años y los estribillos de esta canción escrita por un español y musicalizada por un plateño seguirán siendo entonados por las nuevas generaciones que para liberarse de alguna pena amorosa cantarán: “Y aunque digas que me quieres/ yo de ti nunca me fío/ y aunque tú te desesperes, ahora soy yo quien se ríe de tu desesperación/ te pedí que volvieras a mi lado, y en vano cuántas veces te rogué/ que por haberme de tu burla ya curado/ te olvidé, te olvidé, te olvidé…”.