Hace poco, en esta misma sección, toqué el tema del sexting, que no es otra cosa que la tendencia de compartir archivos audiovisuales de contenido sexual propio a través de WhatsApp u otros chats en teléfonos móviles.
Que levante la mano y tire el celular el primero que no lo haya hecho o al menos intentado hacerlo. Bien sea una selfie, un audio, un video, algo hemos compartido con nuestra pareja. ¿O no? Es innegable que la tecnología ha marcado nuevas tendencias en cuanto a las relaciones interpersonales y de pareja, y ha modificado la forma de ‘conquistar’.
Atrás quedaron las cartas y las razones con conocidos, ahora solo bastan unos días de chat para concertar la primera cita.
A mí, por ejemplo, me hizo descubrir algo: tengo algo de voyerista y también de exhibicionista. Es decir, me encanta ver las fotos de los desnudos que me envían las chicas; pero me excita mucho más que ellas me vean a mí.
Hace algunos días descubrí en mi WhatsApp el mensaje de una chica que dijo ser de un municipio bolivarense. Sus primeros mensajes fueron de admiración por los temas que manejo en la sección. Luego, después de halagos y charlas simples, hubo picante en el chat. Empezamos a hablar inevitablemente de sexo.
Con el paso del tiempo agarramos más confianza. Hasta que me atreví a enviarle una imagen mía desnudo del torso hacia abajo. Obviamente, con su consentimiento, pues no me iba a pasar lo del exdefensor del Pueblo, Jorge Otálora, al que su asistente denunció por acoso.
Mi interlocutora, después, respondió con fotos de su escultural cuerpo. Así hemos estado (no todo el tiempo). No nos hemos visto en persona, pero hablamos como un par de viejos conocidos. Y algunas noches nos hemos estimulado.
En ninguno de los archivos que ambos hemos compartido se ven nuestros rostros. Procuramos borrarlos después de compartirlo y hasta ahora no ha habido problema alguno. Y ese es el mensaje del tema de hoy: la responsabilidad. Si recibes, borra. Si mandas, cuida de no mostrar algo que pueda identificarte.
Pero sobre todo, ten muy en cuenta a quién le mandas contenido sexual, no se puede confiar en cualquier persona.
Y por último: si eres menor de edad, abstente de hacerlo y si es una o un menor el que te envía, no recibas ni pidas, estás incurriendo en un delito.