Una amistad “de toda la vida” se hundió en la tragedia por el no pago de una deuda de 10 mil pesos. Gregorio Yesid Cáliz García, de 28 años, murió tras ser baleado en la cabeza por un amigo a quien le reclamó el pago de un trabajo que le venía realizando en las últimas semanas.
El incidente criminal sucedió a las 4:10 de la tarde del jueves pasado dentro de la vivienda de Cáliz García, carrera 3D No. 54-05, barrio Las Américas.
La Policía Metropolitana de Barranquilla (Mebar), identificó al señalado del homicidio como Edwin Farid Ramírez Salcedo, de 30 años.
“La pelea comenzó porque mi hermano le reclamó los $10 mil que le debía, por unos trabajos que le había hecho a Edwin en su casa”, declaró Juan Carlos Liñán, de 34 años, uno de los dos hermanos del occiso.
“¿Sabes qué? Tas fumao”, fue la frase arrogante, que según los vecinos, le lanzó Edwin a Cáliz García y que desató su furia.
“El que trabaja es porque tiene necesidad y con eso no se juega. Al ver esa respuesta, que estaba ‘fumao’, que no le iba a pagar, mi hermano cogió una reja que estaba en la casa de Edwin y se la trajo pa’ donde él vivía, y le dijo que no se la devolvería hasta que le pagara”, continuó relatando Liñán.
“Mi hermano estaba desesperado por sus $10 mil, entonces este tipo salió para donde mi hermano, ingresó a la casa con un arma de fuego y lo intimidó, le apuntó a la cabeza y le disparó sin más ni más”, añadió Juan Carlos Liñán.
En esta parte de la historia de abren dos hipótesis, una de esas es que a Edwin se le disparó el arma de manera accidental, la otra que lo hizo con intención de herir a su vecino, el amigo de toda la vida, con quien incluso compartía su comida.
Gregorio Cáliz García cayó tendido en el suelo con un balazo en la cabeza.
El mismo Edwin Farid Ramírez Salcedo lo montó en una motocicleta y lo llevó a la Clínica San Ignacio. De ahí lo remitieron al Camino Adelita de Char, donde falleció a las 11:30 de la noche del mismo jueves
“Es raro todo lo que pasó, porque ellos pasaban juntos, compartían hasta la comida. Jugaban cartas, dominó, fútbol, de todo. Quizá fue un accidente”, comentó una habitante del sector.
“Nada es valedero para no pagarle el trabajo a alguien, mucho menos para amenazarlo con un arma de fuego, porque el que muestra una pistola es para matar”, replicó otra vecina.
Gregorio Yesid Cáliz García se ganaba la vida en oficios varios, bien fuera limpiando lotes, cuidando predios, como ayudante de obra, de cualquier manera. Quienes lo conocieron coincidieron en afirmar que era un buen amigo, solidario y gran conversador.