Algunos agotados, otros enérgicos, unos cuantos medio dormidos, y un par desesperados. No importa de qué manera, pero todos llegan puntuales a la cita. Son 60 adultos mayores que reciben beneficios del servicio asistencial de Sendero de Paz, entidad sin ánimo de lucro que hace 10 años trabaja en procura de alegrar las vidas de abuelitos muy necesitados.
Cada sábado, a las 11 a.m., más de medio centenar de abuelos se reunén en la reja exterior de una edificación de la calle 44 No. 44-13, barrio Centro de Barranquilla.
El objetivo es el mismo de hace una década: esperar que alguien con lista en mano los llame para entregarles un almuerzo que les alimenta hasta el alma.
Uno a uno, los van llamando, como en el colegio. “¡Con ánimo!”, le dicen en tono bromista a uno que camina a paso lento. “¡Ahí vas tú, corriendo, no esperas tu turno!”, comentan con los afanosos. “¡Ve! ¿Qué será de la vida de…?”, se preguntan cuando alguno falta de forma reiterada.
“Llamamos por lista más que todo por tener un orden. No es que por un máximo de fallas se excluyan del programa, porque en ocasiones deben marcharse a otras ciudades y tardan en volver, pero acá les guardamos los cupos, igual casi todos son los mismos desde que empezamos”, explicó Raquel Díaz Suárez, de 56 años, voluntaria de Sendero de Paz.
Una vez dentro, sentados en sillas escolares –con sus respectivos brazos-, debajo de la sombra de un inmenso árbol de bonga; los abuelitos se aprestan por los cortos, pero importantes actos de protocolo.
“Les damos la bienvenida, una oración, se informan los eventos venideros y escuchamos inquietudes que tengan”, continuó Raquel.
Después de unos 15 minutos de espera comienza el desfile del almuerzo. Las sopas, sea de pollo, carne o granos, es la que manda la parada, “aunque también se les brinda arroces especiales”, explicó Raquel.
“Esto es una gran bendición, porque muchas veces no tenemos qué comer y saber que al menos el sábado tenemos la papita segura nos llena de alegría en medio del abandono”, expresó Álvaro Ariza, beneficiado de este programa.
Según el Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento (2018), el 41 % de los adultos mayores en el país padecen depresión, que se aumenta si se tiene en cuenta que tres de cada 10 se quejan de estar en completo abandono.
“Este servicio asistencial lo comenzamos un grupo de amigos que analizamos cómo podríamos servirle a la sociedad. Un día dijimos que lo ideal era apoyar a la población mayor, sobre todo la que se encuentra deambulando en el Centro de la ciudad”, recordó Raquel.
“Al principio íbamos de calle en calle, informando que los sábados entregaríamos almuerzos en nuestra sede, a la que se habituaron a llegar con el paso de las semanas”, continuó la santandereana, pero barranquillera de crianza.
Una vez tienen el plato en el puesto, no hay nada más en el mundo que distraiga a los abuelitos, salvo uno de ellos, el bromista Álvaro Ariza. “Un día les dije ‘¿cuál es la persona que más estudia? Les respondí que el taxista, porque coge una carrera, la deja y agarra otra’, todo el mundo se echó a reír, así me la paso”.
Ariza tiene familia en Rebolo, pero asegura que el techo que le proveen no es incondicional, en ocasiones, con miradas incomodas, le sugieren que “busque para donde enganchar”, lo que muchas veces lo lleva a dormir en la calle.
Con Ley 1850 de 2017 se modificó el artículo 229 del Código Penal para establecer que quien someta a condición de abandono y descuido a una persona mayor, con 60 años o más, y afecte sus necesidades de higiene, vestuario, alimentación o salud, incurrirá en penas que pueden ir de 4 a 8 años de prisión, y tendrá que pagar multas entre 1 y 5 salarios mínimos mensuales legales vigentes.
“Esto lo hacemos por ese sentir de ayudar al hermano necesitado. Hay mucha gente necesitada y la sociedad, por lo general, no se sensibiliza”, añadió Raquel, quien aclaró que su voluntariado nada tiene que ver con el dicho ‘dar para recibir’, puesto que cada acción ejecutada es sin esperar nada a cambio, “solo por sentir que hago un bien”.
El almuerzo de los sábados en Sendero de Paz acaba con el anunció de despedida. “Se debe hacer para que no se les olvide la información, ya que algunos tienen problemas para recordar”.
En ese momento les informan las actividades siguientes, por ejemplo la de este sábado 23 de marzo, que les ofrece peluquería desde las 8 a.m.
Una investigación publicada en 2016 por la fundación Saldarriaga Concha, denominada Misión Colombia Envejece, reveló que entre 2026 y 2036 la población de Barranquilla tendrá más adultos mayores que jóvenes y niños.
El estudio calculó que la perspectiva de incremento es superior al 9,4%, con indicios desde 2020. La proyección al año 2030 es que habrá 95 adultos mayores (de 65 años y más) por cada 100 niños y jóvenes (menores de 15 años).