Hallar una mosca en la sopa es de las cosas más desagradables para cualquier comensal. Pero ahora, según investigaciones científicas, que una mosca se pose en los alimentos sería igual de contaminante a que aparezca flotando en el almuerzo.
El problema no es dónde se halle este insecto, sino que la mosca en sí, es un vehículo de patógenos muy peligroso con un modus operandi pasivo y silencioso. Las moscas transportan más de 100 enfermedades y parásitos. La salmonella y la tuberculosis son algunos de los males que puede acarrear el contacto con estos insectos, y la no prevención e higiene de los espacios que habitamos.
La mosca doméstica es una de las más peligrosas. Pues si bien no pica, ni tampoco es portadora de veneno, sí transporta en sus patas y en su saliva todo aquello sobre lo que se posa. Ya sea basura, excrementos, materia orgánica en descomposición, suciedad u otros cientos de residuos posibles.
Las moscas domésticas sirven de vehículo para cualquier microorganismo patógeno imaginable, aún los más desagradables y nocivos para la salud. Como no tienen dientes, estos insectos se nutren de manera líquida.
Esto significa que para poder comer, segregan un líquido sobre su comida. Los componentes en su saliva y bilis son los que diluyen el alimento para poder digerirlo. Del mismo modo que se alimentan en el lugar en el que se posan, también evacúan sus excrementos allí. Si se trata de una mosca hembra, esta puede dejar sus huevos en el lugar.
Según el entomólogo Cameron Webb, no es necesario desechar comida que ha estado en contacto con moscas. Pues en la mayoría de los casos, es casi inexistente la posibilidad de que en un tiempo tan corto la mosca llegue a contaminar el alimento para lograr que una persona caiga enferma.
Sin embargo, indicó que tampoco hay que ignorar las advertencias, pues cuanto más tiempo pase la mosca posada en la comida, más aumentarán los riesgos.