A Rafael Ospino, párroco de la iglesia San José de Tubará, este domingo le salió todo su espíritu carnavalero. En la celebración de la misa de 7 de la mañana, en pleno templo, sorprendió a la feligresía disfrazado de monocuco y bailando música propia de estas fiestas, en la clausura de la eucaristía.
Sostuvo que era para ponerse a tono con el ambiente de Carnaval y el Festival de la Yuca y el Totumo que se realizó el fin de semana en ese municipio. Minutos después de finalizar la misa los sonidos suaves del piano y la guitarra que caracterizan la música cristiana, habitual en estas celebraciones, cedieron su protagonismo a los de la flauta e’ millo, la tambora y el guache. “El día que Miguel se muera, el día que Miguel se muera me llaman el vagabundo, ojalá ustedes lo vieran bebiendo en el otro mundo”, sonaba en los altavoces. Ospino entró con un disfraz de monocuco mientras se movía al ritmo de la canción "Checazo carnavalero", interpretada por Checo Acosta. La primera reacción de los fieles fue de asombro, pero luego terminaron aplaudiéndolo sonrientes. El religioso, acompañado de otros danzantes, entre ellos la reina de la tercera edad de Tubará, seguía moviéndose con las notas del cantante soledeño.
Este es el video:
“Todo estaba preparado, aprovechamos que una de las fieles iba a dar un anuncio para retirarme a la sacristía a ponerme el disfraz”,confesó Ospino, titular de la parroquia hace cinco años.Por su atuendo multicolor y el antifaz que llevaba, inicialmente nadie lo reconoció.“En el marco de la fiesta carnavalera quise invitar a todo el pueblo a gozar de ello en paz y alegría. La fe es alegría y gozo, cuando se hacen las cosas con responsabilidad, Dios las aprueba”, anotó el presbítero.
“Todos los santos se alegran, todos los santos se alegran con la venida e’ Miguel, ojalá ustedes los vieran bebiendo con San Gabriel, ojalá ustedes lo vieran bebiendo con San Gabriel”. Esa estrofa retumbó en el templo, y las sonrisas y gestos de aprobación de los asistentes le hicieron entender al sacerdote que su mensaje había tenido buena aceptación.
Sin embargo, admite que fue un riesgo haberse puesto un disfraz de Carnaval dentro del templo.
Con el mismo fervor, afirmó. “Todo es de Dios si se hace con amor, fe y responsabilidad, y el Carnaval no es diabólico, pero la violencia sí y eso fue lo que quise transmitir”.
Este “padre recochero”,como algunos comenzaron a llamarlo este lunes con algo de gracia, nació en El Banco (Magdalena), y está vinculado a la Arquidiócesis de Barranquilla hace 25 años.
En su esencia Caribe, evidentemente, está “el sabor de la gente costeña”, como él mismo dice.
POSTURA DE LA IGLESIA
Bajo el lema "Renace la fe, permanezcamos en la alegría", la Arquidiócesis de Barranquilla ha invitado en febrero de 2017 a su feligresía en todo el Atlántico para que, alrededor de las fiestas de Carnaval, “se privilegien la sana diversión, la cultura del encuentro y la oportunidad de construir una sociedad que sabe combinar el festejo y la sana entretención”. De acuerdo con lo planteado por la Iglesia Católica en el Atlántico, lo expresado por el padre Ospino al concluir la eucaristía, cuando vistió un atuendo propio de las carnestolendas y bailó con una adulta mayor, “es coherente con el llamado arquidiocesano, pues su única intención era promover, desde la sana diversión, el acercamiento a la mayor expresión cultural de la capital atlanticense”.