En palabras de Nafer Durán, hermano menor del juglar Alejo, la vena musical de ambos procede de una tradición familiar de artistas empíricos, que brotaron naturales en los campos del Cesar. El asunto viene desde Pío Durán, bisabuelo del clan, el primero que tuvo en sus manos la forma de hacer música con acordeón.
El patriarca irrigó la semilla del talento en todo el árbol genealógico. Luego vino con su riqueza melódica el abuelo, Juan Bautista Durán, que le transmitió el afán de la digitación a Náfer Durán, padre de Naferito y de Alejo. Luis Felipe Durán, el mayor de los tíos, fue otro bastión musical de la dinastía. Resultó el primero de la familia en saltar a los estudios de grabación.
“Luis Felipe grabó en 1949 en Barranquilla, bajo el sello Tropical”, rememora. De forma jocosa Náfer recuerda a los 100 años del nacimiento de su hermano Alejo, que todos en la parentela tenían inclinaciones artísticas, incluso su hermana Sabina, “pero a ella nunca la dejamos tocar”, dice. Nafer es 14 años menor que Alejandro Durán, y recuerda que toca acordeón desde los 7 años.
“Comencé con uno que me regaló mi papá. Pero era como un juego, lo agarraba y lo dejaba luego por ahí, por cualquier lado y me ponía a jugar”. Los cuatro aires del folclor (son, paseo, merengue y puya), los aprendieron a tocar con una habilidad única. Alejo fue el primer Rey Vallenato en 1968, y Nafer en 1976.
Reconoce que tanto él como Alejo tuvieron una amplia visión de mundo. No les dio miedo lanzarse a caminar, y a llevar el vallenato que nació en los potreros, a grandes escenarios del mundo como el mismísimo Madison SquareGarden de Nueva York.
“Alejandro se fue a caminar por la sabana, porque ninguno en su terruño puede ser rey. Siempre en la tierra de donde nacen las personas, nunca les dicen que son buenas, ni que son las mejores, siempre afirman que uno toca menos que fulano o sutano, y así entonces era mejor salir a buscar su reconocimiento en otra parte”, apuntó Nafer Durán con esa misma simpleza natural de la familia. Nafer hizo historia en el vallenato como primer acordeonero de Diomedes Díaz en el acetato.
EL PASO, LA FUENTE
Nafer considera que la fuente del talento de los Durán es El Paso, población en la que nacieron. Allí, por ejemplo, él aprendió a ejecutar el tono menor. “Eso de nosotros es tradición. Esto del acordeón no lo enseña nadie, va naciendo en uno”, aseguró. Dentro de sus recuerdos está que cuando empezó a tocar acordeón no le pagaban. “La música de acordeón no tuvo valor comercial, sino desde el Festival Vallenato para acá”.
“Los acordeoneros de ‘peso’ en esa época eran Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, Pacho Rada y el guitarrista Guillermo Buitrago, que empezó a introducir la música vallenata en sello Fuentes en Cartagena y Barranquilla, con paseos de Escalona”, rememoró Nafer.
Las experiencias que cada uno de los Durán tenía con el acordeón se las compartían entre ellos, se intercambiaban conceptos y apelabanen fijar las bases de una dinastía. “Nosotros fuimos y somos una familia muy unida, tanto es que en El Paso hay unos hijos de Alejo que cantan y tocan igual a él”, sin embargo, no llegaron al punto de hacerse sugerencias sobre cómo tocar el acordeón.
“No tenía que enseñarle el uno al otro, sino que se inspiraba cada uno, porque además no habían los pentagramas”. Algo particular que selló los triunfos de Alejo y Náfer es que tocaban, cantaban y componían sus propias canciones. A Alejo Durán se le reconoce hoy el ímpetu de su acordeón, el peso de su melodía. Beto Murgas, investigador musical, hace referencia a la huella que dejó Alejoen el folclor.
“Alejo es un paradigma, no solo porque fue el primer rey, sino por todo lo que fue como persona, un ser íntegro que generaba una gran atracción entre sus amigos. Le dio una proyección al vallenato de la que tenemos que estar agradecidos. A todas las personas de su época las enalteció, comenzando por Escalona (Rafael), pasando por Leandro Díaz, Toba Pumarejo, para ellos Durán fue un gran soporte”, reflexiona Beto Murgas.
Del Negro Alejo se destaca igualmente la originalidad de estilo. “En esa época nadie tocaba igual a otro, cada quién tenía su estilo, por eso Alejo no podía ponerse a tocar igual a Juancho Polo, tanto así que cuando grabó Alicia Adorada no la grabó como Juancho, que la tenía como un semipaseo, Alejo la hizo con la métrica precisa que es un son, con su estilo particular”, afirmó Murgas.
Beto Murgas mencionó igualmente que de Alejo decían era el que mejor tocaba los bajos. “Alejo fue una persona muy respetuosa de los demás, él dijo en una ocasión que antes no se diferenciaban los ritmos, y que cada quien tocaba los bajos como fuese, pero que fue Chico Bolaños quien implantó cómo debía tocarse cada aire. Alejo le reconocía los méritos a los demás”.
RIQUEZA EN LA LETRA
Marciano Martínez, uno de los mayores referentes de la composición vallenata que ha vencido con sus letras las fronteras de los países, y contribuido al posicionamiento mundial del vallenato; reconoce en Alejo Durán el talento que tuvo para escribir canciones.
“Los juglares fueron personas sin estudios y empíricos, pero lo que hay que admirar del maestro Alejo es la cadencia de la nota; no fue un músico versátil, pero tenía una melodía de las que se inmortaliza, una música que los errores que pudiera tener de expresión pasan desapercibidos, porque ellos son las raíces del folclor, hablo de Alejo, de Luis Enrique, Colacho, El Viejo Emiliano, que todo lo que hicieron fue a flor de campo”, indicó Marciano.
También reconoce que es admirador de la música de Alejo, aunque más de Luis Enrique Martínez. “Quizás por la cercanía, pero a esos grandes juglares los admiro, a Julio De la Ossa, Aniceto Molina, César Castro, de ellos aprendí a amar el vallenato”, sentencia el artista.