En las noches silenciosas de los llanos venezolanos, donde la brisa apenas mueve los matorrales y el canto de los grillos acompaña el insomnio de los campesinos, hay un nombre que nunca se menciona en voz alta.
Un nombre que provoca escalofríos. Un susurro que alerta a los hombres a no salirse del camino: La Sayona.
Se trata de una de las leyendas más conocidas, contadas y temidas del folclore venezolano. Su historia forma parte de la rica literatura oral de los pueblos llaneros y, con los años, ha trascendido fronteras y generaciones.
En cada rincón de los estados Apure, Barinas, Guárico y Portuguesa, hay quien asegura haberla visto. O al menos haber escuchado el relato de un amigo que juró encontrarse con ella en una noche sin luna.
La leyenda tiene muchas versiones, pero la más popular habla de una mujer llamada Melisa, aunque en otros relatos aparece con el nombre de Casilda.
Era joven, bella y profundamente enamorada de su esposo, un trabajador de campo que pasaba mucho tiempo fuera de casa. Un día, alguien le sembró la duda: “Tu marido te está siendo infiel… con tu propia madre”.
Cegada por los celos y la rabia, Melisa tomó una terrible decisión. Enloquecida, quemó viva a su madre y luego apuñaló a su esposo.
Mientras este moría, logró decirle que todo era mentira, que nunca la había traicionado. En ese momento, una anciana del pueblo la maldijo: “¡Eres una Sayona! ¡Una mujer que arde en celos como en llamas! ¡Y así vagarás por siempre, castigando a los que cometen el mismo pecado que tú creíste ver!”.
Desde entonces, la condena fue eterna: convertirse en un espíritu errante, vengador, que aparece ante hombres infieles para darles su merecido. Su nombre, “Sayona”, viene del sayal, un vestido largo parecido a una túnica. A veces se presenta como una mujer vestida de blanco, alta, elegante, con una cabellera negra que llega hasta la cintura. Puede estar parada al borde de la carretera, pedir un aventón o simplemente observar desde la distancia con una sonrisa seductora.
Otros aseguran que aparece en fiestas y parrandas llaneras. Se acerca a los hombres casados, les habla suave al oído, los invita a bailar o los convence de seguirla a un lugar solitario. Pero al quedarse a solas, su rostro cambia: se convierte en una calavera ardiente, con ojos rojos como brasas y dientes largos y afilados.
Los más atrevidos, si se dejan llevar, sufren las consecuencias. Algunos terminan enfermos, con heridas inexplicables o simplemente desaparecen sin dejar rastro.
Más que una leyenda
Para muchos, La Sayona no es solo una historia para asustar niños o esposos descarriados. Con el tiempo, se ha convertido en un símbolo popular del castigo a la traición y el irrespeto, especialmente hacia las mujeres y la familia.
La leyenda ha sido incluida en antologías de cuentos venezolanos, se ha adaptado en películas, series de televisión y hasta inspiró un cortometraje de terror. También se le compara con otros personajes míticos de América Latina, como La Llorona en México o La Patasola en Colombia.
Y aunque algunos piensan que son simples cuentos para mantener a raya a los hombres infieles, otros prefieren no tentar la suerte. Porque en los caminos polvorientos de los llanos, cuando cae la noche, más vale ser fiel que convertirse en víctima de La Sayona.