Micaela Vilchez y su familia vivieron una verdadera tragedia en un día en el que pensaron todo iba ser felicidad por el recibimiento de un nuevo integrante de la familia.
La joven de 23 años se acerco al centro médico para dar a luz a su hijo, y luego de un chequeo con el tacto, tres doctoras sugirieron que a Micaela se le practicara una cesárea, debido a que el niño que venia en camino era muy grande para la capacidad del cuerpo de la madre, de 1,49 metros de estatura.
Sin embargo, el médico que estaba al frente del procedimiento, se negó a la sugerencia y determinó que el pequeño debía nacer por parto natural.
La madre estuvo más de cinco horas en trabajo de parto sin poder parir, por lo que le suplicó al galeno que le realizara una cesárea, a lo que este volvió a negarse.
Tras intentar un rato más y no tener éxito, dos profesionales de la salud del equipo que estaba atendiendo a la joven, decidieron sentarse sobre su vientre para presionarlo. Con esta atroz medida, el bebé por fin nació. Lastimosamente la historia no tendría un final feliz.
Al ponerlo sobre su pecho, Micaela notó que Joaquín, cómo decidió llamar a su pequeño, no lloraba de forma normal, sin embargo, estaba tan agotada y adolorida que no pudo pronunciar palabra.
Al día siguiente del parto, según los médicos el recién nacido presentaba un estado inestable, debido a que el oxigeno no llegaba de manera correcta a su cerebro, situación que horas más tarde le provocó un paro cardio respiratorio que acabó con su corta vida.
La madre entabló una denuncia ante la justicia argentina, donde sucedió el hecho, alegando que su embarazo había sido sano y que los problemas que presentó Joaquin fueron provocados por el mal procedimiento de parto ejecutado el pasado 16 de septiembre por los doctores.