*Gregorio siempre dudó de que la niña que tuvo con *María, por fuera del matrimonio, era de él. A finales de mayo de 2019 el hombre se quedó observando a la pequeña de tres años y finalmente se convenció de que los rasgos físicos y el color de piel de la pequeña no coincidían ni con los de él ni con los de su mamá.
A Gregorio la idea lo consumía, y aunque tenía la seguridad de que María no le había sido infiel necesitaba tener la certeza. Es así como le manifestó “con todo cariño y amor” que debía hablar con ella y le pidió que le dijera la verdad, “por muy duro que fuera”.
“Ella me dijo con toda seguridad que no me había sido infiel y que la niña era mía”
,
cuenta Gregorio; sin embargo, destacó que la duda no se había disipado y cada vez que visitaba a la menor la incredulidad de que fuera su hija crecía. “Mis otras hijas se parecen entre sí y se parecen a mí”, dijo el hombre de 35 años, quien reside en un municipio de la banda oriental del Atlántico, al momento de justificar la duda.
El hombre cuenta que un día sacó a pasear a la niña con la excusa de que le iba a comprar unos zapatos. “En verdad nos fuimos a un laboratorio de Barranquilla para que nos realizaran una prueba de ADN. Eso me daría la certeza que buscaba”.
Transcurrieron unas semanas y el resultado llegó finalmente el 12 de junio de 2019: el ADN era “incompatible”, es decir, Gregorio no era el padre biológico de la menor.
Las tensiones entre Gregorio y María se acrecentaron; sin embargo, él convenció a la mamá de la niña para que también se practicara una prueba. Los resultados llegaron el 25 de junio de 2019: también eran “incompatibles en un 99%”. María tampoco era la madre biológica de la menor.
Un recurso
En medio de la incertidumbre por saber qué había pasado y mientras la pareja digería la información, el 6 de septiembre de 2019 interpusieron un derecho de petición a la E.S.E. Hospital Niño Jesús de Barranquilla, donde el 21 de marzo de 2016 había nacido la pequeña.
Es así como el 19 de septiembre el hospital dio respuesta a la petición y realizó la entrega de las copias de la página del libro de
“relación o registros de partos vía vaginal y por cesárea de nacimientos ocurridos del 20 al 22 de marzo de 2016”.
El padre inicia, por sus propios medios, la investigación de lo ocurrido y se percata de que ese 21 de marzo nacieron siete bebés: dos niños y cinco niñas.
“Los niños quedaron descartados; en cuanto a las niñas, una había nacido en la mañana, dos en horas de la tarde y dos en la noche. Mi hija había nacido entre las 2 de la tarde y las 4 de la tarde, por lo que la otra niña probablemente era mi hija biológica”, cuenta Gregorio, quien dice ser un comerciante de profesión.
Así las cosas, el hombre una vez teniendo los datos buscó el nombre por redes sociales (específicamente en Facebook) con la sorpresa de que a la primera búsqueda salió el nombre de *Rosa, en cuya foto de perfil tenía colocada la fotografía de una niña.
“Hice clic en el perfil, agrandé la foto y sorpresa
:
la niña era igualita a mí y tenía parecido con una de mis hijas mayores. De inmediato le envié mensajes a la mujer en los que le decía que quería hablar con ella”, expresó Gregorio.
No fue sino 20 días después que Rosa respondió y le dijo a Gregorio que ella vivía en Cesar.
“Nos pusimos de acuerdo, intercambiamos teléfonos y hablamos sobre lo que habría ocurrido. Yo le dije que viniera a Barranquilla, que yo le pagaba todo con la intención de poder realizarle la prueba de ADN a la niña”, contó el hombre.
La prueba se realizó y los resultados arrojaron que la niña sí era la hija de Gregorio, por lo que los familiares indicaron que el error se tuvo que haber dado en el interior del hospital, al momento del nacimiento de las menores. Las niñas fueron intercambiadas. La niña de Rosa era la de María y la que tenía María era la de Rosa
“Desde que todos nos enteramos ha sido difícil. Las mamás, lógicamente, están encariñadas con las bebés que en la actualidad tienen 4 años. Yo durante estos meses he ayudado a ambas, a la primera por ser mi hija legal, ya que yo la registré,
y a la segunda por ser mi hija biológica, pero no ha sido fácil para ninguno. La niña que vive acá cerca siempre me ha dicho papá y la otra ya está asimilando que yo soy su padre. Esta última la tiene más fácil porque ella no tuvo la figura paterna hasta que yo aparecí”, relató Gregorio.
Acompañamiento
El hombre sabe que no será fácil el proceso que les toca ahora enfrentar y reconoce que necesitarán, los cinco
,
un acompañamiento sicológico “muy fuerte” y “especializado”.
“Sabemos que lo menos que queremos es perjudicar a las niñas, en la medida en la que se vayan resolviendo las cosas iremos actuando. De momento estamos en un proceso legal para que el hospital responda con los daños causados”, precisó Gregorio.
El hombre también señaló que de momento no ha contemplado el cambio de registros de las niñas, pero sabe que es algo que
“inevitablemente tendrá que pasar”. “Todo esto ha sido muy fuerte, hay muchas cosas que tenemos que definir, pero también sabemos que serán posibles con la ayuda de profesionales”, señaló.
Los nombres fueron cambiados para resguardar la integridad de las menores.
Una conciliación
Este medio conoció que la firma de abogados De La Espriella Lawyers, en cabeza del jurista Jairo González, en Barranquilla, asumió el caso y
buscan que la E.S.E. Hospital Niño Jesús de Barranquilla indemnice a las familias “por perjuicios morales” y las demás implicaciones que se relacionan con este proceso.
Es así como el abogado está próximo a presentar una solicitud de conciliación como un requisito primario, con la intención de no llegar a una demanda por los daños ocasionados a las familias.