Consternación ha generado la muerte de siete bebés en un hospital de la ciudad de Iasi, al noreste de Rumania, luego de que contrajeran una peligrosa bacteria mientras permanecían internados en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Los pequeños, que no superaban el primer año de vida y tenían patologías preexistentes, se infectaron con la bacteria Serratia marcescens, un microorganismo resistente a varios antibióticos y que se propaga con facilidad en entornos hospitalarios. La complicación derivada de este contagio derivó en su fallecimiento, situación que ha despertado indignación en las familias y en la opinión pública.
El ministro de Salud, Alexandru Rogobete, denunció que la licencia de funcionamiento de la UCI fue otorgada de forma irregular, ya que el área no contaba con lavamanos adecuados ni con espacios de desinfección. Además, cuestionó la ausencia de protocolos básicos para evitar la propagación de infecciones.
“Se entra en la unidad de cuidados intensivos como en una estación de tren. No hay control de pacientes ni familiares”, dijo. El caso sigue bajo investigación, mientras aumenta la presión sobre las autoridades sanitarias por presuntas fallas en la supervisión y el manejo de los protocolos hospitalarios.