Los resguardos indígenas Yukpa de la Serranía del Perijá, ubicados en Codazzi y Becerril, Cesar, han emitido un comunicado oficial para esclarecer los hechos ocurridos el pasado 1 de junio en la vereda El Once. Allí, se reportó el sacrificio de varias reses y animales menores.
Si bien inicialmente se habló de más de 50 animales, las autoridades indígenas precisaron que fueron 11 reses, y asumieron la responsabilidad, explicando que su acción fue motivada por la grave crisis que atraviesa su comunidad.
Según los líderes yukpas, la decisión de sacrificar y consumir el ganado fue una respuesta colectiva ante la severa hambruna que afecta a su pueblo.
Esta situación se agrava por las constantes amenazas a su seguridad alimentaria, el deterioro ambiental y la intrusión ilegítima de ganado en sus territorios, lo que vulnera su autonomía y gobierno propio.
Con esta aclaración, los Yukpa desmienten que el suceso haya sido un acto de violencia o represalia por una disputa territorial.
Enfatizaron que no se trató de una acción impulsiva, sino de una respuesta desesperada ante la falta de garantías para una vida digna, la desatención estatal en materia alimentaria y la continua violación de sus derechos fundamentales y territoriales como pueblo indígena.
La comunidad yukpa también denunció que la presencia masiva de ganado en sus tierras ha provocado un daño ambiental significativo. Esto incluye la destrucción de sus cultivos, la contaminación de fuentes de agua esenciales y una amenaza constante a su estilo de vida y subsistencia.
Subrayaron que las zonas medias y altas de la Serranía del Perijá no son aptas para la ganadería extensiva, ya que esta práctica genera graves afectaciones ambientales.
Mencionaron específicamente al río Casacará, al que consideran la segunda "fábrica de agua" de la región Caribe, y afirmaron que la ganadería extensiva ha causado un daño irreparable en al menos 400 hectáreas.
"Las pocas extensiones de tierra que aún conservamos no pueden seguir destinándose a la ganadería extensiva; es una práctica que ha demostrado ser incompatible con la sostenibilidad de nuestro territorio", declaró una vocera yukpa.
Por ello, hicieron un llamado a la reflexión colectiva sobre la necesidad de proteger estas áreas vitales de la Serranía del Perijá. Estas zonas son cruciales para la producción de cultivos como el café y para el pan coger, pero, sobre todo, para la conservación de las fuentes de agua y la generación de oxígeno.
La comunidad yukpa también hizo hincapié en las constantes vulneraciones que han sufrido. Recordaron que en 2018, dos niños indígenas de la vereda El Once fueron envenenados, y el 24 de marzo de 2024, otros cinco niños perdieron la vida a causa de un plaguicida, un químico prohibido por la Corte Constitucional desde 2022.
Un vocero del resguardo yukpa de Iroka sentenció: "El resguardo yukpa de Iroka ha actuado con total responsabilidad y respeto. No hemos invadido predios de campesinos, ganaderos o palmicultores. Hemos reiterado hasta el cansancio que respetamos la institucionalidad y los distintos modelos económicos presentes en la Serranía del Perijá, siempre que respeten las normas ambientales y el ejercicio de nuestro gobierno propio. Sin embargo, esta voluntad de paz no puede seguir siendo interpretada como debilidad o indiferencia. Por ello, exigimos que se nos respete con la misma firmeza con la que nosotros estamos respetando".