La tranquilidad en el Malecón del Río se vio interrumpida este miércoles 7 de mayo por el hallazgo de un cuerpo sin vida flotando en las aguas del río Magdalena, a la altura del Pabellón de Cristal.
Personas que transitaban habitualmente por la zona alertaron a las autoridades sobre la presencia del cadáver, que presentaba un avanzado estado de descomposición.
Según testimonios preliminares de quienes avistaron el cuerpo, este correspondería a un hombre y visiblemente presentaba lo que parecían ser heridas. La única vestimenta apreciable en el cuerpo era una bermuda o pantalón corto.
Tras recibir la notificación, agentes de la Policía Metropolitana de Barranquilla se desplazaron al lugar para llevar a cabo las diligencias correspondientes para el rescate y posterior levantamiento del cadáver, dando inicio a la investigación pertinente.
Este lamentable suceso reaviva la discusión sobre la creciente intensidad y visibilidad de la violencia en Barranquilla. A principios de 2025, Luis Fernando Trejos, profesor e investigador de la Universidad del Norte, ya había advertido en un informe, recogido por AL DÍA, sobre un cambio en la dinámica de los grupos armados en la ciudad, pasando de enfrentamientos discretos a una ostensible exposición de sus actos violentos.
En su análisis, Trejos señaló una tendencia preocupante que se afianzó en 2024: la utilización del río Magdalena como un escenario para la exposición de cuerpos con signos de violencia.
El investigador sugirió que, si bien cabe la posibilidad de que estos hallazgos no estén directamente conectados, existe una fuerte hipótesis de que responden a un patrón deliberado del crimen organizado.
Trejos expuso tres posibles razones por las cuales el río resulta "atractivo" para estas prácticas criminales. En primer lugar, facilita la "desterritorialización" del homicidio, dificultando la determinación precisa del lugar donde ocurrió el hecho violento.
A diferencia de un cuerpo abandonado en un barrio específico, lo que podría vincularse fácilmente a un grupo con control en esa área, lanzar los cuerpos al río complica y ralentiza la identificación de responsables.
En segundo lugar, el entorno acuático contribuye a la eliminación de evidencia que podría ser crucial para rastrear a los autores de los crímenes.
Finalmente, y considerado por Trejos como un elemento clave de la "violencia extraletal", el río amplifica de manera significativa el mensaje intimidatorio que se busca transmitir.
La aparición de un cuerpo torturado flotando en el afluente genera un profundo impacto y horror en la comunidad. Aunque institucionalmente este hecho pueda generar confusión, en el ámbito criminal, según Trejos, parece haber claridad sobre quién emite y a quién va dirigido este tipo de mensajes.