La Fiscalía General de la Nación confirmó el 30 de agosto que el cuerpo hallado en el sector de Fagua, en Cajicá (Cundinamarca), correspondía a Valeria Afanador, la niña de 10 años desaparecida el 12 de agosto.
Aunque Medicina Legal aseguró con el dictamen completo de la necropsia, que la niña no habría sido víctima de violencia, aún persisten interrogantes sobre las causas de su muerte.
El abogado de la familia, Julián Quintana, afirmó este lunes que el colegio Gimnasio Campestre Los Laureles pudo incurrir en graves omisiones de seguridad, como fallas en la malla perimetral y la cercanía del plantel a una fuente hídrica, que debía estar a más de 50 metros pero se encontraba a solo cuatro. “Valeria pudo ser asesinada por la grave omisión de este colegio. Aunque hay indicios de manos criminales, también los directivos y empleados deben responder ante la justicia por este homicidio”, aseguró en entrevista con Caracol Radio.
Quintana también cuestionó el silencio de la rectora frente a una supuesta amenaza previa contra la institución y denunció obstáculos para acceder a información clave. La Fiscalía ya tomó declaración a la directiva, pero, según el abogado, evitó responder varias preguntas.
El jurista planteó además la hipótesis de un rapto fallido, señalando que Valeria “no era una niña aventurera, no le gustaba el agua ni los sitios desconocidos”.
En ese sentido, considera relevante establecer si el cuerpo estuvo en el lugar del hallazgo desde el principio o si fue trasladado después. La familia anunció que contratará peritos forenses privados para revisar los resultados oficiales.