Se cumple este miércoles 24 de febrero un mes del infame asesinato de Érika Beltrán Calderón, la jovencita de 17 años estrangulada, y presuntamente violada en una zona enmontada del barrio Los Almendros en Soledad; y hasta la fecha las autoridades no han capturado al (o los) responsables del atroz crimen.
Son casi 30 días de impunidad y con cada hora que pasa el homicidio se va perdiendo en el olvido, y se refunde un poco más en el abultado archivo de ‘casos sin resolver’.
La comisión especial, con agentes locales y de Bogotá, que conformó la Fiscalía para investigar el caso está por ahora en deuda con los resultados. Tampoco ha funcionado la estrategia de la Policía y la Gobernación del Atlántico de ofrecer $15 millones de recompensa por información que ayude a capturar al responsable.
Érika es una de las 10 mujeres asesinadas en el Atlántico en lo corrido de 2016; y su muerte se suma a la lista de los 51 homicidios que ocurrieron durante enero pasado en Barranquilla y su Área Metropolitana.
Con el paso del tiempo el impacto de este asesinato se ha ido diluyendo en la memoria colectiva. Cada vez son menos los pronunciamientos para pedir colaboración que aporte a la investigación, o exigirles resultados a las autoridades, como ocurrió un mes atrás.
Momento en que las autoridades realizan el levantamiento del cuerpo de la 'Pekis', el pasado 24 de enero.
¿LA CITARON?
Con base en testimonios de diversas fuentes judiciales consultadas, AL DÍA estableció un escenario probable del homicidio, que habría ocurrido entre las 11:30 de la noche del sábado 23 de enero y la madrugada del domingo 24.
Según testigos, horas antes de que la mataran Erika estuvo en una fiesta de Carnaval amenizada por un picó en el barrio Los Almendros de Soledad, en la calle 81 con carrera 14A. El evento era abierto. La joven, apodada la ‘Pekis’ por su rostro marcado de pecas, salió de su casa en el barrio 7 de abril aproximadamente a las 7:30 de la noche, atravesó la Avenida Circunvalar y llegó caminando hasta el lugar de la fiesta.
Iba vestida con un top color azul, encima llevaba un enterizo corto de tela de jean, y una correa de cuerina rosada le ceñía el talle. Calzaba sandalias verdes y en el cuello lucía una cadena de oro falso, con un dije de la santa cruz. Estaba arreglada y acicalada como si fuera a cumplir una cita, concluyen las fuentes.
De hecho varios hombres de la cuadra donde fue el baile la recuerdan por sus hermosas piernas, y dicen que la vieron sentada en una esquina, apartada de la rumba, como esperando a alguien, posiblemente a su asesino.
Otra versión que circula entre los amigos de ‘Pekis’ es que un desconocido en una moto roja la recogió a unas cuadras de su casa en el barrio 7 de abril. “A ella la vieron que se subió en la moto, y se puso un casco de color rojo”, comentó una de las amistades de confianza de la muchacha.
¿UNA RELACIÓN CONSENTIDA?
En la prensa familiares y allegados a Érika han asegurado que a la jovencita la obligaron a entrar a la zona desolada y medio enmontada, conocida como ‘El Caguán’, donde la abusaron y asesinaron.
No obstante, las fuentes consultadas señalaron que, al parecer, Érika entró voluntariamente a ese sitio, e incluso, se maneja la hipótesis que no haya existido una violación, sino una relación consentida. Posteriormente la asesinaron.
Todo esto se sustenta en que en la sangre de la víctima no se encontraron rastros de alcohol, ni drogas. El examen al cadáver mostró que tampoco tenía carne bajo las uñas, ni señales de lucha o golpes. Otro dato en que las fuentes apoyan la versión de una relación consentida, es que Érika tenía la zona íntima y las axilas recién depiladas, y su cuerpo olía a perfume. En este orden de ideas uno de los escenarios probables del crimen, es que la víctima sostuvo una relación sexual vo-luntaria con un hombre que ya conocía y luego este la ahorcó cuando ella estaba confiada.
Los informantes descartan que la muerte haya sido consecuencia de un juego erótico, pero aún no entienden por qué Érika permitió que el homicida le anudara el cinturón en el cuello.
Otras preguntas que surgen, en esta línea investigativa, son: ¿Por qué asesinarla si la relación fue consentida? y ¿Qué peligro representaba para el asesino una jovencita de 17 años que quería entrar a la universidad y estudiar administración de empresas?
Érika Beltrán | Foto: AL DÍA
ARMANDO UN ROMPECABEZAS
“No es un caso fácil de resolver, porque existen muchos secretos y silencios en torno a Érika, es necesario que la gente que la quería, o quienes hayan visto algo, dejen atrás el miedo, la apatía, y decidan a colaborar con las autoridades”, afirmó una de las fuentes.
Por secretos aludía el informante al informe publicado en este diario el pasado 31 de enero, el cual relató la confesión que le hizo Érika a uno de sus escasos amigos íntimos de que llevaba años siendo violada por uno de sus primos, y nadie en su familia actuó para defenderla.
Las investigaciones de AL DÍA también sacaron a la luz que la jovencita había convivido con un muchacho de 18 años en Montería y, al parecer, disfrutaba de una libertad inusual para una menor, pues pasaba noches enteras fuera de casa.
Pero Erika, según sus compañeros de estudio, también era una joven disciplinada que se destacaba en lo académico. No bebía, ni usaba drogas, y tenía un plan para su futuro: estudiar, ser profesional y ayudar a sus hermanos.
De hecho sus compañeros dicen que ella hacía las veces de acudiente de uno de sus hermanos menores, por quien respondía en las entregas de boletines y todos los días lo recogía en la puerta de la Institución Educativa Jorge Robledo, donde ella estudió hasta décimo de bachillerato.