En el umbral de la puerta de la casa de Diana Guzmán Martínez el tiempo parece que no pasa. Desde las 6:50 de la tarde del sábado, cuando asesinaron a su compañero sentimentalÁlvaro Soto Gómez, el ‘J Álvarez cordobés’, se hace la misma pregunta: ‘¿Por qué y quién lo hizo?’ Y la respuesta que encuentra es que el acto criminal fue motivado por la envidia.
Han pasado cinco días desde ese episodio que le partió el alma en dos. En su ser, mente y mirada, la herida sigue viva y se observa más intensa cuando recuerda lo amoroso y cariñoso que era Álvaro, no solo en tarima, sino en su casa, lejos de las luces y el público.
“Él me recordaba todos los días que me amaba y me lo expresaba de cualquier manera posible, sobre todo con canciones. Compartía su amor por mí con sus hijos, su razón de ser, los amaba mucho y se desvelaba por ellos”, dijo la mujer de 27 años.
En el teléfono móvil de Álvaro quedaron las notas de voz que le enviaba constantemente a ella, cantándoles y expresándoles mensajes tejidos con hermosas palabras, como fiel prueba de su eterno enamoramiento. La pareja se conoció en Montería cuando Diana, proveniente de Tierralta, se pensionó en la casa de los padres de Álvaro, en el barrio Granada. Ella estudiaba trabajo social en la Unisinú. Iniciaon la relación que duró nueve años, y que fue cortada de tajo por la muerte.
“Al principio pasamos por momentos muy duros, pero escalamos y pudimos salir adelante juntos. A pesar de que me engordé por la tiroide y que él estaba rodeado de mujeres bellas, nunca cambió, siempre fue especial conmigo”, contó Diana.
El día en que lo iban a matar el joven de 25 años pasó toda la tarde junto a su mujer y le cumplió la fiel cita a su mecedora, donde se sentaba a hacer mezclas en el computador o simplemente a charlar. Minutos antes de la mala hora, Álvaro notó que ella estaba incómoda, pero Diana no le dio importancia a la especie de presentimiento que sentía.“Cuando él se levantó me preguntó que qué tenía, porque me sentía un desespero. Me pidió que me acercara para abrazarme. Como a las 6:00 de la tarde le dije que se parara de la mecedora donde pasaba sentado a toda hora. Recuerdo que le expresé que el día que se muriera iba a salir penando en esa silla”, rememoró.
Una hora después de eso fue que entró el asesino, a pie y en silencio. “Yo claramente no lo vi, y lo que hice fue salir corriendo, porque cuando le dan el primer disparo me gritó que me fuera. El hombre entró mirándome a mí que estaba en el sofá, pero disparándole a él. Cuando Álvaro me dice ‘amor corre’, salí para el cuarto y me caí, me paré y me encerré. El mánager estaba en su habitación, se acababa de encerrar, porque estaba en la sala y salió a cambiarse”, detalló Diana.
Esto desmiente lo dicho por la Policía de Córdoba , que señaló que a la casa llegaron dos hombres que dialogaron con el artista y luego lo mataron. Igualmente la mujer desmintió a las autoridadesque manifestaron que los móviles del crimen eran líos pasionales.
“Nunca tuve problemas con él por mujeres. Digo que fue por envidia que lo mataron porque le dieron en el rostro, porque sabían que lo que más se cuidaba él era la cara. Era una persona muy vanidosa, no aceptaba que nadie lo viera desarreglado, siempre conservó la buena imagen y es demasiada casualidad que le hayan dado en el rostro”, afirmó.
Respecto al daño que le han hecho al arrebatarle el amor de su viday padre de sus dos hijos, aseguró que muy difícilmente perdonará al que lo mató. “Lo amo y lo amaré siempre, yo sé que si me hubiese pasado eso a mí él hubiera hecho hasta lo imposible para saber quién lo hizo y se vengaba, por decirlo así. Que esa persona le pida perdón a Dios porque solo él puede hacerlo, yo no creo que pueda perdonar eso”, determinó Diana antes de que se le hiciera un nudo en la garganta por el sentimiento.