En plena época de pandemia, lo más común es ver a personas rociándose alcohol en las manos y brazos, incluso unas a otras y en todo tipo de superficie, con el fin de prevenir el contagio del nuevo coronavirus; sin embargo, muy pocos pensarían que uno de los elementos de protección personal más usados terminaría por ser clave en la muerte de una persona. Pues bien, le sucedió a Katia Elena Pérez Bello, una sanonofrina de 38 años que vivía en Cartagena cuando fue asesinada con alcohol y fuego.
Según relató Nelder Eljach Pérez, hijo mayor de Katia, su madre convivía desde hace tres años con Mario Fidel Pedroza Cortecero, un hombre 10 años menor que ella que pasó de ser su compañero sentimental a ser el principal sospechoso del homicidio de la mujer.
Si bien la relación entre Katia y Nelder había iniciado dentro del margen de lo normal, su hijo contó a medios de comunicación que hace tres meses se acentuaron los problemas porque el hombre supuestamente tenía relaciones cercanas con otras mujeres menores que ella.
Por otro lado, Miguel Ángel Pérez, papá de Katia, también aseguró haber sido testigo de las fuertes discusiones de la pareja, pero sobretodo del deseo de su hija de alejarse de Mario. Hasta una vecina de la pareja, Rosa Baquero, era consciente de la separación que se gestaba, entre otras cosas, porque “eran discusiones continuas con los hijos de ella”.
Pese a los evidentes problemas que tenían; sin saberlo, entre la pareja se fue cocinando una fuerte crisis que terminó por explotar violentamente el pasado 4 de agosto.
Ese martes, según contó el hijo de Katia, el hombre llegó alrededor de las 3:30 de la tarde a la vivienda que compartían en el barrio Villas de Aranjuez, en el suroriente de Cartagena. Venía de trabajar en el sector de Mamonal y al poco tiempo de llegar se encerró en el cuarto con Katia. Allí, según Nalder, inició una fuerte discusión.
De la habitación solo salían grito, pero no había nadie más en la casa. Katia insistía en que lo dejaría, que ya no quería estar con él. La respuesta de Mario habría sido con amenazas, pero luego, según dijo su hijo, se habría retractado y pedido que no siguieran discutiendo porque podría hacerle daño. Sin embargo, nadie los veía.
Lo que ocurrió después no se supo sino hasta que salieron de la habitación, un par de horas más tarde. Según reseñó la Policía, Katia salió envuelta en llamas e ingresó al baño de la vivienda para intentar apagar el fuego con agua; sin embargo, el daño ya estaba hecho.
Mario, sin brindar una explicación más allá de que se trató de un “accidente”, llevó a Katia, junto con Nalder y la pareja de este, a la Clínica Madre Bernarda para que recibiera atención médica.
En el centro asistencial, mientras los médicos atendían las quemaduras que tenía en gran parte de la superficie corporal, Katia contó a sus familiares y al personal de la clínica que Mario supuestamente le había lanzado una botella de alcohol y le habría prendido fuego.
“Ella estaba discutiendo con su marido y le dijo que no iba a vivir más con él; entonces le dijo que si no era para él, no era para nadie, entonces le rocío alcohol y la prendió”, recordó Miguel Pérez sobre lo que su hija le había contado.
Desde la misma Sala de Urgencias de la Clínica Madre Bernarda, el personal médico activó de la ruta de atención a casos de violencia de género, la cual incluyó el contacto con la Policía Metropolitana de Cartagena, cuyos investigadores iniciaron la identificación y ubicación del presunto agresor.
Así, a las 6:00 de la tarde de ese mismo trágico 4 de agosto, Mario Fidel Pedroza Cortecero llegó al CAI de Policía del barrio San Pedro de Cartagena para responder por la agresión. La Policía lo capturó administrativamente; sin embargo, en la madrugada Mario fue puesto en libertad porque no se halló en flagrancia ni había orden de captura en su contra. Eso sí, quedó vinculado al proceso judicial.
Días más tarde, todavía en la Clínica Madre Bernarda, la condición de salud de Katia empeoró y por eso fue trasladada a la Clínica Reina Catalina, en Barranquilla, donde fue atendida en la unidad especial de quemados. Sin embargo, tal era la gravedad de su condición que Katia sufrió este martes dos paros cardiacos que acabaron con su vida.
Tras el fallecimiento de Katia, el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, adelanta las investigaciones frente a este hecho, y se espera en las próximas horas que se expedida en su contra una orden judicial, para su captura y presentación ante la autoridad judicial.
No obstante, otra de las hipótesis que manejan las autoridades frente al caso señalaría, que, en medio de una riña por celos, la mujer roció sobre su cuerpo alcohol, prendiéndose fuego, alentada por su compañero, quien no impidió este infortunado hecho. Es por ello que Mario Pedroza podría enfrentar cargos por feminicidio o por inducción al suicidio.