Nada más que a Director Nacional de la Policía. A eso le apuntaba Jonathan León Torres, el cadete cesarense que se cuenta entre las 21 víctimas mortales que dejó el atentado con carro bomba en la Escuela General Santander en Bogotá, el jueves pasado. A manera de homenaje a su memoria AL DÍA elaboró un perfil sobre este joven de 23 años, ejemplo de templanza, determinación y sueños de llegar muy alto.
‘PAPÁ, QUIERO SER POLICÍA’
En Puerto Mosquito, corregimiento de Gamarra, sur del Cesar, nació Jonathan León, hijo de padres campesinos. “Nosotros vivíamos del cultivo de algodón, pero a mediados de 2008 el precio de la mota dejó de ser rentable y nos tocó buscar nuevos horizontes”, expresó Óscar León Quintero, de 54 años, padre del cadete sacrificado. Luego de terminar los estudios de primaria en su pueblo natal, Jonathan acompañó a sus padres y dos hermanas a radicarse en Bogotá, donde cursó la secundaria en el Colegio Mayor del Quiroga.
“Mi hijo tenía unos 16 años más o menos, creo que estaba en cuarto de bachillerato, cuando me dijo: ‘Papá, quiero ser policía’. No le paré bolas, porque creí que era un sentir pasajero”, precisó Óscar. Pero aquello que parecía una ‘fiebre de pelao’ no desapareció entre los objetivos que Jonathan se había propuesto en la vida. Una vez terminó la secundaria le volvió a recordar a sus padres lo que tenía en mente: ser policía.
“Como a los 18 años, ya como bachiller, me insistió con el tema, pero lo veía inmaduro y no lo apoyé. Entonces se pus o a estudiar inglés e informática, aunque en el fondo lo que quería era prepararse para llegar mejor a la convocatoria policial”, agregó León Quintero. A los 20 años, con estudios de idiomas e informática, Jonathan declaró de nuevo su anhelo de vestirse de verde oliva.
“Ahí si vi que la cosa era en serio, y lo apoyé. Le pedí, eso sí, que por favor no me hiciera perder la plata, porque sabía lo duro que trabajaba por ellos”, recordó León Quintero, dedicado ahora al negocio de la salsamentaria. Jonathan se presentó en la Policía a los 20 años, pero no quedó en el proceso de selección. “Le pregunté que si se volvería a presentar, y sin pensarlo me dijo, ‘sí, papá’. Al año siguiente (2017) se presentó y quedó”.
‘QUERÍA LA DIRECCIÓN GENERAL’
Desde el primer día que estuvo en la Escuela Jonathan León fijó una meta que para algunos podría ser descabellada: ser Director nacional de la Policía. “Sabía que era una meta difícil, a la que podría llegar en unos 30 años, pero no por eso la veía imposible. Hablaba muy bien de su oficio, estaba feliz por portar el uniforme. Aunque de niño no fue el mejor estudiante, siempre tuvo compromiso y eso lo sacaba adelante”, anotó el padre del joven. Jonathan llevaba un año en la escuela cuando en enero de 2018 ocurrieron los atentados terroristas en Barranquilla y Soledad, que sin embargo no diezmaron el propósito del muchacho cesarense. “Él nunca tuvo miedo, ni cuando las bombas en Barranquilla. En ningún momento me dijo, ‘papá, tengo miedo’, nada de eso, decía: ‘Esto escogí, esto quiero’, siempre fue seguro en su decisión”, pun tualizó León Quintero. En aquel atentado en San José, en el que murieron seis policías, cayó un uniformado allegado a Jonathan, y esto tampoco lo atemorizó. “No recuerdo el nombre del amigo, pero me dijo, ‘papá, el moreno alto, ese es amigo mío, murió en el bombazo”.
EL ORGULLO DE LA FAMILIA
Óscar León Quintero tiene cuatro hijos con su esposa, Maryolis (29 años), Jonathan (23), Zuleima (21) y una niña de 10 años. Abiertamente, el orgullo de la familia, era el varón. “A ese ‘chino’ le lucía mucho el uniforme. Todos los adorábamos por cómo era con nosotros, atento y especial. Aunque era reservado, poco expresivo, cuando decía, ‘papi, te quiero mucho’, me llegaba al alma”, expresó en medio de lágrimas León Quintero.
Jonathan poco hablaba de sus relaciones amorosas, porque era discreto, tanto como en su faceta de hincha de Nacional. “No tuvo más de dos novias, y en cuanto a su pasión por Nacional, era calmado, no muy afiebrado”. Sus gustos musicales eran muy variados, y aunque a priori se puede esperar que fuera amante del vallenato, la música que más le gustaba a Jonathan era la ranchera. “Le encantaba La Caja de Madera, del cantante Óliver Fontana”, puntualizó Óscar.
El último contacto que tuvo Jonathan con sus padres fue mediante una videollamada que realizó desde el salón de clases el miércoles 16 de enero, un día antes del atentado que acabó con su vida y la de otras 20 personas.
“Hablamos en la tarde y noche, porque necesitaba cuadrar unos pagos que debía en el almacén de la Escuela. Hablé con doña Ana (comerciante), y le dije que le vendiera los útiles que necesitaba para los estudios, en la noche le confirmé que todo estaba bien”, comentó León Quintana, quien volvió a tener noticias sobre su hijo a la mañana siguiente, cuando se enteró que estaba entre los muertos del ataque terrorista.