Desde la muerte de su madre hace seis años, Jairo José Pugliese Miranda visitaba puntualmente su tumba en el cementerio Wilfrido Antonio Camargo Suárez, de Malambo, todos los fines de semana.
Este sábado no fue la excepción. Se levantó con el mismo ánimo chistoso y jovial que lo caracterizaba, recuerda la familia. Hizo su rutina de ejercicios, desayunó y salió de su casa situada en la calle 17B No. 26B-24, urbanización El Concorde, rumbo al camposanto.
“¡Ahí viene Jairo!” dijo en cuanto lo vio acercarse Marcos Fandiño, un vendedor de flores y buen amigo, quien sabía que la presencia de Pugliese significaba la primera venta del día.
Se saludaron y conversaron unos minutos en la entrada del cementerio. “Jairo me preguntó cuánto costaba un ramo de margaritas blancas, le contesté que 5 mil pesos. Me pagó y le dije: llévate este ramo amarillo, te lo regalo. ‘Gracias Marquitos’, me dijo, y lo vi entrar”, contó Fandiño.
A las 8:00 de la mañana, después de arreglar el nicho y poner las nuevas flores, Jairo Pugliese, de 52 años, sacó un revólver calibre 38 que siempre portaba, y se propinó un disparo en la sien izquierda. Su cuerpo quedó tendido a un lado de la tumba de su madre, Maribel Miranda, y a sus pies, el arma con la que se quitó la vida. Un visitante que se encontraba a pocos metros de la tumba dio aviso a los celadoresdel cementerio sobre lo ocurrido.“Se mató este man, el que estaba hablando contigo”, dijo un curioso a Marcos Fandiño, el vendedor de flores que no daba crédito a lo que acababa de pasar.
‘JAIRO NO TENÍA PROBLEMAS’
Jairo José Pugliese se dedicaba al comercio, y era conocido cariñosamente como Jairo ‘El Loco’ y ‘Pistolita’.
Sus familiares se mostraron consternados por lo ocurrido y manifestaron que no tenía problemas económicos y tampoco se notaba preocupado.
“Él era una persona alegre y muy extrovertida, muchas personas en Malambo lo conocían. No sabemos qué pudo haber pasado para que tomara esa determinación”, señaló Eglis Pugliese, la cuarta de sus cinco hijos.
Pugliese Miranda vivía con su compañera sentimental e hijos, era economista graduado de la Universidad del Atlántico, y desde hace unos seis meses asistía a un grupo de alcohólicos anónimos.
La inspección técnica del cadáver estuvo a cargo de unidades de la Sijin.