“Nada es perfecto”, se excusa Juan Manuel Santos mientras trata de acomodarse la corbata antes de despedirse de sus ministros y los funcionarios de la Casa de Nariño. Y pocas frases englobarían tan bien el mandato del presidente que ganó la paz para perder la popularidad en Colombia.
Antes de dejar el poder pasado mañana en manos del opositor de derecha Iván Duque, Santos parece atrapado en las paradojas después de ocho años de mandato. Mientras el mundo aplaude el pacto de paz que terminó con una rebelión armada de más de medio siglo, en Colombia el presidente Santos acumula un saldo rojo en las encuestas en parte por la negociación que lideró con la ya disuelta guerrilla Farc.
Además, Iván Duque llegó al poder con la promesa de modificar el pacto que arrancó lágrimas de felicidad al mandatario saliente. Y que de paso le otorgó el Nobel de Paz en 2016. Y aunque el expresidente Álvaro Uribe —su jefe en el gobierno cuando fue ministro de Defensa y mentor político de Duque— lo llama traidor, Santos cree que al final lo que hizo fue ejecutar con éxito sus políticas.
Santos, de 66 años, se defiende: deja un país sin la que fue la guerrilla más poderosa de América, con reducciones históricas de secuestros y homicidios, y avances en infraestructura y en la lucha contra la pobreza y la inequidad.
Incluso hoy espera que el régimen de Nicolás Maduro caiga lo más pronto en Venezuela, pese a que recibió y agradeció su ayuda en los exitosos diálogos con las Farc y las negociaciones en curso con el también grupo insurgente del Eln.
LA PAZ
“La paz está ahí, las Farc son partido político, ahí está. Y la paz la va a seguir defendiendo el pueblo colombiano, porque es que la paz no es mía, ni es de mi gobierno, es de todos los colombianos. Es el bien más preciado que puede tener cualquier sociedad y los colombianos tienen que defender la paz y la van a defender”, aseguró Santos en su último gabinete ministerial.
Según los estudios de la Fundación Paz y Reconciliación, desde que inició el proceso de paz se produjo “una disminución de la confrontación armada y el número de homicidios lo confirma: Colombia pasó de tener en el año 2012 un total de 15.957 homicidios, a reportar el año pasado 12.211. La firma de la paz disminuyó las muertes violentas en el país”.
La tasa de asesinatos en 2017 fue por cierto la más baja en los últimos 40 años: 24 por cada cien mil habitantes. Los hospitales militares permanecen casi desocupados gracias a la firma de la paz. Durante el gobierno Santos se indemnizaron a 800 mil víctimas del conflicto. Para diferentes expertos, que Santos haya puesto a las víctimas como prioridad de su gestión es otro de sus legados.
Instancias como la Justicia Especial para la Paz que buscan sobre todo encontrar la verdad de lo que pasó en la guerra, así como el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, lo demuestran. Santos se va con la satisfacción de haber “hecho todo lo que se pudo”, y se permite darle un consejo a Duque, su antiguo aliado: “Haga lo correcto así sea impopular”.
LA ERA DUQUE
Es el presidente más joven en la historia moderna de Colombia, pero sobre todo Iván Duque (41 años) figura como el elegido del exmandatario Álvaro Uribe para recuperar el poder para la derecha opuesta a un histórico pacto de paz con la exguerrilla Farc.
Abogado con maestría en economía y corta experiencia política, Duque representa a la mitad de Colombia “indignada por las concesiones a la exguerrilla Farc a cambio de transformarse en partido tras medio siglo de guerra”.
Por eso promete realizar “modificacio nes estructurales”al acuerdo de paz de 2016 que desarmó a 7.000 combatientes. Sin embargo, los analistas consideran que el gobierno Duque tiene por delante un tremendo reto: concretar la paz con el grupo insurgente Eln.
“No la va a tener fácil, al menos que endurezca la línea militar contra esa guerrilla, la arrincone y la obligue a negociar”, aseguran los expertos.
REFORMA FISCAL
A dos días de asumir su cargo, el presidente Iván Duque comenzó ayer a perfilar lo que podría ser su coalición de apoyo en el Congreso con el propósito de garantizar el éxito de su agenda legislativa.
Una reforma fiscal y que el narcotráfico no sea delito conexo al delito político, serán los primeros proyectos que el gobierno del presidente entrante, Iván Duque, llevará al Congreso. La reforma fiscal es sin duda uno de los proyectos más esperados por diferentes sectores de la economía, ya que, según lo dicho por Duque, la idea es reducir la carga impositiva de las empresas y equilibrar el sistema tributario del país.
En encuentros con congresistas, el nuevo mandatario ha dicho que el propósito es que este régimen tributario comience a regir a partir del 1o. de enero del próximo año, por lo que debe tramitarse en el Congreso en los meses por venir.
LA AGENDA INTERNACIONAL
El presidente electo sostuvo dos reuniones con funcionarios del gobierno Trump: el zar antidrogas, James Carrol; y el asesor de Seguridad Nacional John Bolton. “Del zar antidrogas de EE. UU. recibimos una importante voz de respaldo y una excelente reunión con el asesor de seguridad nacional John Bolton”, indicó Duque.
La crisis de Venezuela también forma parte de la agenda diplomática de Duque. El presidente entrante envió un mensaje a los gobiernos democráticos de la región a retirarse de Unasur, organismo que aseguró “es cómplice de la dictadura venezolana”.
Otro de sus principales retos en el plano nacional es quitarse de encima el lastre que lo acompañó durante las elecciones: el poder del senador Álvaro Uribe.“Gobernaré sin retrovisores, sin revanchismos y sin nadie ningún poder que me hable al oído”, ha reiterado en varias ocasiones. Comienza así la era Duque en Colombia.