El asesinato de un sobrino y el nacimiento de su primer hijo, llevó a Vladimir Eliécer Rojas Miranda a dejar su accionar delictivo en las bandas delincuenciales del sur de la ciudad, y enrutar sus pasos por los caminos de la legalidad. Pero su intención de cambio duró poco, volvió a las andadas, y hoy está capturado como el principal proveedor de armas de fuego artesanales (chopos), del suroccidente de Barranquilla. Vladimir Rojas fue aprehendido a las 10:25 de la mañana del pasado miércoles en el patio de su vivienda, situada en la calle 77 No. 9D-09, barrio Sourdis.
El hombre de 39 años cayó mientras ensamblaba un ‘chopo’ tipo pistola, una de las 15 armas que le incautaron durante el allanamiento y que al parecer le habían encargado para Carnaval. El operativo contó con la coordinación de la Policía Judicial de Infancia y Adolescencia, que infiltró a uno de sus patrulleros en el entorno de ‘Mono Chopo’, como le llaman.
El investigador se ganó la confianza del delincuente, lo cual permitió recopilar pruebas para su posterior arresto. Jóvenes entre los 13 y 17 años eran los que más acudían a Rojas Miranda, pues la Policía afirma son delincuentes que apenas se inician en el mundo del hampa, y no tenían recursos para adquirir armas de fabricación industrial.
“Las armas de fuego artesanal que fabricaba este sujeto no sobrepasan los 50 mil pesos. Supimos que por semana vendía un número importante”, precisó el general Mariano Botero Coy, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla.
“Con este tipo de armamento se cometieron 80 homicidios en 2018, además ocurrieron 210 casos de lesiones no mortales, así como la comisión de 30 asaltos a buses urbanos en la ciudad y su Área Metropolitana”, continuó el general Botero.
La primera pista
A principios de 2018 las autoridades capturaron a un adolescente que asaltaba un bus de servicio público. El sujeto confesó que el ‘chopo’ con el que cometió el atraco se lo había comprado a un tal ‘Mono Chopo’. Esta información marcó el punto de partida para que la Policía Judicial de Infancia y Adolescencia diera con Vladimir Eliécer Rojas.
“Cuando obtenemos el alias del delincuente nos dimos a la tarea de establecer su centro de operaciones e injerencia”, comentó el investigador infiltrado que habló en exclusiva con AL DÍA.
“Establecimos que el individuo operaba desde su propia casa en el barrio Sourdis, y que los clientes que manejaba eran en su mayoría menores de edad, miembros de pandillas del suroccidente de Barranquilla”, continuó la fuente.
Grupos como los PVC, Calderitos y los Pegasos, eran los que recurrían con más frecuencia al ‘taller’ del ‘Mono Chopo’.
“Las armas iban destinadas a la comisión de atracos, homicidios o enfrentamientos entre bandas de barrios”, añadió el investigador. En 2018 fueron aprehendidos 208 menores de edad con porte de armas de fuego artesanal.
El infiltrado
Una vez establecida la dirección de la casa donde operaba, la Policía puso en marcha la segunda parte del plan: infiltrarlo con el patrullero investigador.
“Unas semanas después de la apertura de la investigación se comenzaron las visitas, hacerse notar y lo necesario para poder fijar una primera conversación”, contó la fuente.
En desarrollo de la investigación se supo que todos los vecinos de Rojas sabían a qué se dedicaba, incluso una vez lo denunciaron, pero cuando la Policía le allanaba el predio no encontraba pruebas que permitieran el arresto.
“La confirmación plena de su identidad se dio hace cinco meses, y el acceso a sus predios y ver cómo trabajaba ocurrió un mes atrás”, manifestó también el infiltrado en su diálogo con esta redacción.
AL DÍA conoció que ‘Mono Chopo’ trabajaba delante de sus cinco hijos, que incluso una vez tuvo una pelea con la esposa porque le causó una quemadura al hijo menor mientras probaba una de las armas.
También se conoció que Rojas hizo parte de pandillas de barrio, pero el homicidio de un sobrino y el nacimiento de su primer hijo (hace 16 años), lo hicieron reflexionar sobre sus andanzas. Pero esto le duró apenas un par de años, porque le dijo a la Policía que comenzó a fabricar armas hace unos 14 años.
La fachada con la que ‘Mono Chopo’ evadió a las autoridades durante mucho tiempo fue con la fabricación de maniquíes. “Los armaba en el patio y de vez en cuando los vendía, pero era para maquillar lo que hacía”.
Rojas vendía los chopos tipo pistola con valores cercanos a los 50 mil pesos, algunos de estos con mecanismos fuera de lo común por tener accesorios prácticos como los disparadores. “También ofrecía escopetas doble cañón, que vendía entre 80 y 100 mil pesos”, añadió la fuente.
“Utilizaba entre los materiales la resina, varillas de 16 pulgadas con las que hacía las agujas percutoras, tubos de 12 y 13 pulgadas; reforzaba los cañones con varillas y empleaba cartuchos calibre 38”, precisó el investigador.
“Él decía que su mercado fuerte era el suroccidente, porque en el suoriente estaban las bandas más poderosas, y estas manejan un armamento industrial, entonces prefería quedarse con los que apenas comenzaban a robar y delinquir, que no tenía como acceder a mejores armas y le compraban sus chopos”, manifestó la fuente.
El agente infiltrado utilizó una cámara oculta para recopilar las pruebas necesarias en la captura de ‘Mono Chopo’, quien explica en los videos cómo trabajaba el desarrollo de las armas. Ahora será procesado por el delito de fabricación y tráfico de armas de fuego y uso de menores con fines delictivos.