“Cuando me enteré en la prensa de que habían capturado a ese tipo, Tomás Maldonado, por la muerte de la muchacha (Brenda Pájaro), enseguida dije: ‘Ese es el asesino de mi hija’. Todo ha sido muy duro, es recordar un sufrimiento que me costó mucho aceptar”.
Quien dice esto entre lágrimas y sollozos es Sormary Almarales, de 58 años, la madre de Yilivett Yenira Manjarrés Almarales, cuyo cadáver hallaron el lunes 26 de enero de 2004 en un sector enmontado en Punta Roca, Sabanilla, corregimiento de Salgar. La habían degollado y el cuerpo tenía en la espalda unas marcas de arma cortopunzante con estrellas y algunos símbolos que expertos investigadores relacionan con el satanismo. Además, tenía mutilados los dedos anular y del corazón de la mano derecha, detalle que también atribuyen a ritos satánicos. Estaba semidesnuda, boca abajo entre matorrales. También tenía una herida de punzón en la frente.
Yilivett Yenira Manjarrés sería una de las víctimas de Tomás Manuel Maldonado Cera, con quien, como en el caso de Brenda Pájaro, sostenía una relación sentimental semiclandestina.
La madre de Yilivett habló ayer con AL DÍA en su casa del barrio El Bosque sobre el caso de su hija. Por la muerte de la joven, que tenía 24 años, la Fiscalía investigó a Maldonado Cera, sin embargo no hallaron pruebas contundentes para vincularlo formalmente. Sormary Almarales sostiene que su hija se conoció con Maldonado entre agosto o septiembre de 2003. “A ese tipo lo conocí un día que la trajo a la casa en una moto. Mi hija se bajó, entró, y me comentó que era dizque un amigo”, contó Sormary. “La próxima vez que supe de él fue meses después, cuando Yilivett me dijo que le iba a vender unos desodorantes, que era su negocio”.
Horas antes y después de su muerte
El domingo 25 de enero Yilivett se levantó a las 6 de la mañana, una hora inusual en su rutina, pues acostumbraba a dormir hasta las 9. Ese día, el último en que en su casa la vieron con vida, Sormary le preguntó a su hija qué hacía despierta tan temprano. “Mami voy a salir a la tarde, y quiero dejarte todo listo antes de irme”, recordó ayer la madre. Yilivett aseó la casa y le preparó almuerzo a la mamá. A las 4 de la tarde, vestida con un jean azul oscuro y una blusa negra de cuello alto, se despidió de Sormary. “Me dijo que llevaba ropa oscura porque se lo pidieron en la reunión en la que estaría con unas amigas y un amigo”. Yilivett Manjarrés Almarales, quien era una chica muy atractiva, le recordó a la mamá que estaría de regreso a las 9 de la noche, y vendría acompañada de sus amigos.
“A las 9 de la noche, al ver que no llegaba, me dio un escalofrío horrible, un presentimiento de madre que no engaña, y le dije a mi esposo: ‘Algo le pasó a la niña’, y ahí comenzó mi angustia”, sostuvo Sormary a AL DÍA.
Yilivett nunca regresó a la casa. Sormary rememora lo que hizo al día siguiente. “Salí a comprar el desayuno, volví a la casa y seguía sin razones de ella. Así fue todo el día. A la mañana siguiente (27 de enero de 2004), me desperté, un perrito que teníamos se me recostó y lloró, volví a presentir que algo malo le había pasado a mi niña”.
Ese mismo 26 de enero, casi al mediodía, la Policía llamó la casa de Yilivett e informó sobre la muerte de la muchacha, única hija de Sormary Almarales. “Me avisaron como a las 4 de la tarde, pero yo no tuve fuerzas, y solo fui a Medicinal Legal al día siguiente”, añadió la adolorida madre.
A eso de las 7:30 de la mañana del 27 de enero, cuando llegó a Medicina Legal a reconocer el cuerpo de su hija, Sormary se encontró con Tomás Maldonado en las afueras del instituto forense. “Lo raro es que en cuanto me ve, me dice: ‘Yo no maté a su hija’. A razón de qué me dijo eso, si yo en ese momento no entendía qué pasaba”.
Según Álvaro Hoyos Villanueva, padrastro de Yilivett, el investigador que asignó el CTI al caso habló ese mismo día con Tomás Maldonado en Medicina Legal, y le llamó la atención que este tenía ‘aruñones’ en los antebrazos. “¿Qué hacía Maldonado ahí? ¿Por qué se enteró primero que nosotros de la muerte de mi hija?”, se preguntaba ayer Sormary. Otro detalle que relaciona a la joven asesinada con Tomás Manuel Maldonado, es un diario que ella conservaba en el que aparecía el nombre del sujeto y su número telefónico fijo, al que la familia consultó cuando no sabían de ella. “Llamamos y nos contestó la hermana de Tomás, dijo que él durmió por fuera de la casa, o sea la misma noche en la que desapareció la hija de mi mujer”, agregó Hoyos, padrastro de la occisa.
Satanismo y una deuda
La víspera de su muerte, Yilivett conversó con su tía materna, Rita Almarales, quien ayer le dijo a AL DÍA que su sobrina estaba preocupada. “Tenía una deuda importante, al parecer prestó dinero a su nombre para dárselo a un conocido que le quedó mal”. Sormary se acordó de algo similar. “Mi hija me dijo que necesitaba un millón de pesos para un negocio, no me explicó mucho. Intenté conseguirlos, me iban a prestar $500 mil, pero ahí me la mataron”. En su momento las autoridades investigaron si el crimen estaba relacionado con una deuda, pero esa línea no prosperó.
Sormary Almares, creyente en las doctrinas de los Testigos de Jehová, avala la hipótesis de que la muerte de su hija está relacionada con prácticas diabólicas.
“El día que Yilivett sale de aquí iba vestida con ropa oscura, porque así se lo habían pedido. Quien la recoge en una moto en Metrocentro –último lugar en el que la vieron- vestía también todo de negro. Esas cosas de Satanás existen, posiblemente tenga algo que ver”, finalizó la madre de la joven sacrificada.
La Fiscalía reportó que en el allanamiento a la casa de Tomás Maldonado, calle 41 No. 1H-75, barrio El Milagro, encontraron abundante literatura sobre temas satánicas y paranormales.
Los textos explicaban cómo realizar sacrificios de almas y cosas vinculadas a ceremonias malignas.
Los homicidios por los cuales quieren responsabilizar a Tomás Manuel guardan similitudes, por ejemplo, las marcas que dejaba en los cadáveres: estigmas propios de cultos a satán.
Los parientes de Yilivett Manjarrés Almarales también dijeron ayer a AL DÍA que en la Fiscalía hay un video en el que se observa a Maldonado movilizarse con ella en la vía a Salgar, por lo que esperan que esa y otras pruebas sean consideradas de nuevo.
Más sobre Yilivett
Yilivett Yenira Manjarrés Almarales nació el 12 de julio de 1980 en Barranquilla. Se crió con sus padres en el barrio El Bosque, hija única de Sormary Almarales y Euclides Manjarrés, ahora divorciados.
“Mi hija hizo primaria en el colegio que Evaristo Sourdis. El bachillerato lo cursó en el acabado colegio Nuestra Señora de Fátima; no continuó en la universidad, porque en ese momento no tenía recursos”, manifestó Sormary.
La muchacha laboró en dos clínicas de la ciudad como asistente de áreas administrativas.
“En diciembre de 2003 averiguamos lo pertinente para su ingreso a la Universidad del Atlántico, ella quería estudiar contaduría, pero miré cómo terminó todo”, añadió Sormary Almarales de nuevo sumergida en llanto.