Después de cuatro años y cinco meses de la llamada tragedia de Fundación, ocurrida al mediodía del domingo 18 de mayo de 2014, cuando un bus que transportaba niños se incendió muriendo calcinados 33 de ellos; se conoce la sentencia judicial a los dos procesados.
En audiencia pública celebrada en la mañana de ayer en el edificio Galaxia de Santa Marta, el Juez 3º. Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento, Jairo Villalba de Ángel, halló responsables al asesor espiritual y abogado Manuel Salvador Ibarra, y al conductor del vehículo, Jaime Gutiérrez Ospino, por la muerte de los 33 menores.
Como se ha informado, los niños eran transportados a sus casas en el bus, luego de asistir a la ‘Escuela Dominical’ de la iglesia evangélica Pentecostal Unidad de Colombia. A los procesados se les halló responsable por los delitos de homicidio culposo agravado, cuyo monto en pena se conocerá en otra audiencia presidida por el mismo juzgado.
A la diligencia de ayer, además de las partes que conforman este proceso, solo asistió uno de los imputados, Manuel Salvador Ibarra. Tanto Gutiérrez como Ibarra seguirán en libertad hasta que se dicte la otra sentencia, en la cual se conocerán los años que deberán pagar, según lo señaló el juez en la diligencia.
Si la pena resultare mayor de cuatro años, la condena la pagarían los procesados en la cárcel, “pero también se podría buscar la detención domiciliaria”, según lo expuesto por los abogados de la defensa, Mauricio Ramírez Gaitán y Diego Duque Zuluaga.
LA AUDIENCIA
En la diligencia que se inició a las 9:30 de la mañana y finalizó hora y media después, el juez hizo un recuento de todo lo sucedido en ese trágico día, y el recorrido que hizo el voluminoso expediente a través de varios despachos judiciales de Fundación, Ciénaga y Santa Marta. Mientras, Manuel Salvador Ibarra, permanecía sentado en una de las sillas de la sala de audiencia, en actitud de oración; con los ojos cerrados y la cabeza inclinada.
Más allá, en otra silla a su derecha, estaba su esposa, que también resultó lesionada con quemaduras. La pareja, como se recuerda, perdió a su hija en ese lamentable y absurdo accidente. El bus que se incendió había hecho ese día, tres viajes transportando a varias personas que habían asistido al culto religioso.
El cuarto recorrido fue el trágico, el vehículo explotó en llamas cuando el conductor, con la ayuda de Manuel Salvador Ibarra, trataban de ponerlo en marcha después de apagarse el motor por falta de combustible.
Al automotor se le suministraba gas natural, pero como no tenía el sistema de chip, se le acondicionó un sistema rudimentario, que consistía en echarle gasolina a través de una improvisada manguera. De esa manera se intentaba poner de nuevo en marcha el vehículo, cuando se incendió.
En cuestión de segundo quedó cubierto en llamas ante la desesperación y angustia de los niños, que deseaban ponerse a salvo del fuego. El juez dijo que se cometió una serie de imprudencias en cadena por parte de Manuel Salvador Ibarra y Jaime Gutiérrez Ospino, lo cual dio como resultado el trágico desenlace, que conmocionó al país y que conllevó la asistencia al funeral del entonces presidente Juan Manuel Santos.
EL CAMBIO DE DELITO
En un principio la Fiscalía calificó este delito como homicidio simple con dolo eventual, pero en la teoría del caso, se determinó que la conducta penal era el homicidio culposo agravado. A través del proceso se escucharon los testimonios de varias personas, entre ellas de algunas que resultaron ilesas de la tragedia. El juez se refirió al estado de chatarrización en que se encontraba el bus, sin la revisión técnico mecánica, además de que el conductor no tenía licencia de manejo.
A la investigación por la muerte de los 33 niños, también estuvo vinculado el dueño del bus incinerado, Alfredo Esquea Chávez, pero éste fue procesado en el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Ciénaga, en donde el juez lo declaró inocente, con la asistencia de su abogado de confianza, José Jácome Salebe.