Una vez más la naturaleza vuelve a jugarle una mala pasada a los habitantes del municipio de Sabanalarga. En esta ocasión, los hechos se registraron en la tarde del jueves, cuando un vendaval, acompañado de fuertes lluvias, azotó al lugar, dejando, según el reporte más reciente, 238 viviendas afectadas.
Desde el mismo día de los hechos, la Defensa Civil y el Cuerpo de Bomberos del municipio empezaron a recorrer los barrios Nuevo Horizonte, Los Claveles, Villa Belén, Santa Rosa, Los Ángeles, Kennedy, Los Campanos, San Carlos, La Florida II etapa, entre otros, con el fin de atender la emergencia y determinar con exactitud el número de damnificados.
A pesar del habitual y fuerte calor de la tarde, en la casa de Sonya Gómez todo marchaba normal hasta que el cielo empezó a pintarse de un oscuro gris, anunciando el fenómeno natural que alteró la calma en su vivienda, ubicada en el barrio La Florida II etapa.
Gómez contó que eran las 3 de la tarde, cuando –en compañía de su cuñada, Eucaris De los Reyes, y su sobrina– preparaban la comida que finalmente tuvo que tirar a la basura, porque “hasta eso se echó a perder”.
La mujer aseguró que entre las láminas que volaron por la fuerte brisa y las que se partieron, son 30 las que hacen falta en el techo de su casa, en la cual, además, vive con cuatro menores.
En el mismo barrio y en la misma calle 20C, vive Ramón Álvarez, quien contó que, durante las aproximadas dos horas y medias que duró el fenómeno, perdió electrodomésticos y 12 láminas de su morada, en la que vive con sus tres pequeños hijos y una tía.
“Fue terrible sentir el techo caer encima de uno y los niños gritando. Gracias a Dios no hubo heridos porque nos resguardamos en un cuarto que quedó con techo”, expresó Álvarez.
HERIDOS
Entre los tres heridos que se registraron, ninguno de gravedad, está Imelda Coronado, una habitante del barrio Los Ángeles, quien no solo tuvo que ver como todas las paredes de su casa caían, sino que, además, tuvo que ser intervenida en un hospital para que le cogieran suturas en la cabeza.
“No solo perdí las 40 láminas que conformaban el techo de mi vivienda, perdí mi casa como tal y todos los electrodomésticos. Esto fue aterrador. Nosotros, cuando vimos el tiempo, decidimos entrar a la casa para resguardarnos, pero en milésimas de segundo pasó todo. Hasta granizo cayó”, narró el compañero sentimental de Imelda Coronado, Valmer De la Hoz, quien agregó que tuvieron que acudir a los vecinos para pasar la noche.
Por su parte, aun adolorida, Coronado contó que “no sabe en qué momento la lámina impactó en su humanidad”, y que en el momento solo pensó en proteger a un bebe de cuatro meses de nacido, que tenía en brazo y el cual “terminó bañado por la sangre que salía de la herida”.
En el corregimiento La Peña la situación no fue menos crítica. Según el censo, del total de familias afectadas en el municipio, cerca de 93 hacen parte de este corregimiento.
Entre los afectados está Ramona Martínez, una habitante de 83 años de edad, del barrio Los Laureles a quien un árbol le destrozó gran parte del techo.
“Yo estaba en mi casa con mi esposa y mi hijo, tratando de evitar que el agua se nos metiera. La brisa estaba muy fuerte, cuando, de repente, mi hijo llegó gritando que a la abuela le había caído el palo de almendra en el techo, entonces yo salí corriendo y mi hermano ya tenía a mi mamá metida en uno de los cuartos para protegerla”, relató Armando Sarmiento, hijo de Ramona Martínez.
Acto seguido, en un amague de escampe, Sarmiento aprovechó para sacar a su madre de la casa y, por seguridad, mandarla a donde una hermana.
Al ser consultado el jefe de la Oficina de Prevención y Atención de Desastre del Departamento, Edison Palma, informó que aún (en la tarde de ayer) se encuentran en trabajos de conteo para determinar con exactitud el número de familias afectadas y que “la idea es empezar desde mañana (hoy) con la entrega de las respectivas ayudas” a cada uno de los damnificados.