Hace pocos días funcionarios de Medicina Legal advirtieron que en Sucre la tendencia de la violencia contra la mujer es la muerte. Como si se tratara de una profecía, los hechos confirman esa terrible advertencia, tal como sucedió en la mañana de ayer en la zona sur de Sincelejo en donde Bernarda Mercado Flórez salió del anonimato porque su marido Dagoberto Montes Benítez la mató a cuchillo. Tres heridas en el cuello, en las costillas y en el brazo izquierdo evidenciaron la sevicia con la que el agresor consumó el tercer feminicidio que sucede en el departamento este año. Hasta hace un mes el hombre era el amor de la vida de esta ama de casa, pero al dejar de convivir juntos se convirtió en su verdugo, hasta el punto de atormentarla casi que a diario pidiéndole perdón y que retomaran la relación de pareja. La mujer, de 53 años, se negaba. Y así lo hizo hasta en sus últimos minutos de vida, por esa razón el iracundo hombre, de 63 años, tomó un cuchillo y le propinó las tres heridas mortales. El suceso que despertó absorta a la capital sucreña tuvo tiempo y lugar a las 6:20 de la mañana de ayer en el barrio Gran Colombia, a dos cuadras del CAI del sector en la calle 42 con carrera 17B-18. Dagoberto, mototaxista de oficio, llegó hasta la vivienda y le pidió a Bernarda que hablaran. Mientras ellos hablaban en la sala, Katia, una hermana de ella, se estaba bañando y escuchó un grito de Bernarda cuando exclamó: “¡hermana, corre!”. Cuando la joven salió del baño encontró a su hermana tirada en el piso agonizando. Fue testigo también cuando el agresor se propinó unos cuchillazos en el cuello mirando al suelo donde yacía la obra macabra que había hecho. Malherido y bañado en sangre, el hombre corrió hacia la calle, pero los vecinos ya estaban alertados por los gritos que habían escuchado minutos antes. Por eso lo retuvieron y lo entregaron a la Policía. Al parecer, la comunidad intentó lincharlo. Uniformados lo trasladaron en una patrulla a la Clínica María Reina. Este sujeto registra dos anotaciones judiciales por porte y tráfico de armas de fuego, una por lesiones personales, una por violencia intrafamiliar y otra por lesiones culposas. La noche antes del crimen, el hombre había ido al apartamento a intentar arreglar la relación, pero la respuesta de Bernarda otra vez fue negativa. Por esa razón ayer en la mañana regresó con la misma excusa, pero esta vez las cosas pasaron a mayores y tuvieron un horrible desenlace. La pareja tuvo cinco hijos, dos de ellos estaban en el Colegio Nueva Esperanza recibiendo clases cuando les dieron la noticia de la tragedia de sus padres. De inmediato se regresaron para la vivienda y protagonizaron conmovedoras escenas de dolor cuando el cadáver de su progenitora era sacado embalado en una bolsa blanca en la fría paleta del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía que se encargó de la inspección al cuerpo. Esas lágrimas y exclamaciones hablaron de la terrible vuelta que dio el hogar al cual los celos y la muerte desintegraron.