Dos hombres pertenecientes a la etnia Wayuu fueron asesinados con disparos de arma de fuego por miembros de su propia raza que salieron a la carretera Troncal del Caribe y dispararon en contra del automotor donde los ahora fallecidos viajaban entre Riohacha y Maicao.
Inicialmente, se ha conocido una hipótesis que plantea que el grupo de sujetos armados que hizo los disparos contra el automotor, al parecer, tenían la intención de someterlos a un atraco, pero al ver que el conductor hizo caso omiso a las señales y amenazas que le hacían con las armas, los desconocidos abrieron fuego contra los ocupantes del carro de manera indiscriminada y lesionaron a cinco personas.
Los hechos sucedieron en el kilómetro 32 de la carretera entre Riohacha y Maicao, por lo menos cinco kilómetros más hacia la ciudad de Maicao, lo cual comprende un territorio donde se han producido situaciones delicadas para la seguridad de quienes por allí transitan.
Los heridos fueron evacuados en carros particulares y ambulancias y fueron dejados en la urgencia del Hospital San José, el primer centro asistencial que se encuentra en la ruta. Sin embargo, trascendió que dos de los heridos fallecieron antes de su ingreso al hospital y tres hombres más con heridas delicadas permanecían en este sitio.
De los fallecidos se indicó que habían sido enviados hasta las instalaciones de Medicina Legal y allí habrían sido reclamados por sus familiares. Pese a que estas personas estuvieron en las sedes de estos organismos oficiales, no fue posible conocer la identidad de los dos hombres muertos.
La Policía indicó que por usos y costumbres ellos fueron reclamados por la familia, pero se puede inferir que hubo el tiempo necesario para conocer por los menos los nombres y tener por donde iniciar la investigación. También se reconoce que hay por lo menos tres heridos que siguieron internados y quienes seguramente están identificados.
El grave problema que se planea es que esas dos personas asesinadas no ingresarán a las estadísticas de criminalidad nacional, atendiendo que este no es el primero ni último caso, no reflejarán la realidad de la violencia en La Guajira, sin que se insinúe siquiera que se trata de una forma sutil de maquillar estadísticas que podrían bajar puntos en la calificación de efectividad de las autoridades.