A Jessica Agudelo Orozco la definen sus amigos como una guerrera, una mujer valiente y luchadora. Una mujer que se le mide a todo, incluso a hacer las veces de “médico”, si así la situación lo requiere. De hecho, es capaz de dejar a un lado su puesto de venta de refrescos, ubicado frente a la entrada de Urgencias del Centro de Atención Médica Integral Oportuno (Camino) del barrio Simón Bolívar, para socorrer a una mujer en trabajo de parto y ayudar a traer al mundo una nueva vida. No es exageración, ocurrió ayer.
“En medio de la venta me gusta estar pendiente de que si llega un paciente y no puede bajarse, yo lo socorro. Es algo que me nace y me gusta mucho. Me gusta ayudar siempre”, contó la mujer de 27 años que, entre la comunidad que circunda el Camino de Simón Bolívar, es conocida como ‘La Morena’.
Eran las 9:35 de la mañana y, aunque para muchos a esa hora la jornada apenas estaba empezando, Jessica ya llevaba más de tres horas trabajando, pues desde las 5:15 de la mañana llega a la puerta del centro asistencial dispuesta a todo. De pronto, en medio de lo que pensaba era una mañana común y corriente, escuchó el grito de una mujer.
“Vi que venía una patrulla de la Policía delante de un motocarro; entonces, yo solté el celular y salí corriendo a ver qué sucedía. Se armó un tumulto de gente y cuando entendí lo que pasaba supe que era una muchacha que venía una muchacha embarazada con las piernas abiertas y la cabeza del bebé un poquito afuera”, relató.
Se trataba de Ámbar, una joven madre de 30 años que llegaba al Camino desde el barrio Vista Hermosa de Soledad a punto de dar a luz a su tercer hijo. La acompañaba su marido que, según cuenta la misma Jessica, no dejaba de gritar por ayuda.
Increíble
Rocío Ariza, una vendedora de chance que instaló su puesto frente al Camino apenas hace 15 días, no podía salir del asombro al ver la situación.
“Nunca en mi vida había visto algo así. Toda la gente se echó para atrás, la única que no se quitó fue la muchacha que trabaja ahí. Quedé sin palabras, fue algo valiente y heroico”, contó Rocío.
Jessica no dice que no dudó, pero sí cuenta que en ese momento solo pensó “Dios mío, esto me toca porque me toca. Para algo me pusiste tú aquí”.
Entonces, al ver que la cabeza del bebé estaba atrapada entre el cuerpo de su madre y el cojín del motocarro, se atrevió a hacer algo. Se puso delante de Ámbar y le dijo: “¡puja, mija, puja!”.
“Ella me miraba y le dije ‘¡puja, confía!’. Entonces, ella gritó y el bebé salió todo. Con la mano izquierda agarré debajo del brazo y con la otra mano lo tomé de la entrepierna”, relató Jessica.
Había nacido Alexis
El señor Adalberto Jimeno, que ofrece sus servicios como mototaxista a la gente que llega y sale del Camino, se asustó en ese momento.
“Ella corrió hacia adentro, pero estaba pegado el bebé con el cordón. Enseguida le dijo ‘párese’ y haló a la muchacha y entraron. Yo estaba ahí mismito, como a un metro, pero estaba un poco nervioso porque eso lo he visto en televisión, pero eso así en directo no. ‘Joa’, ella sirvió fue de comadrona porque ya iba saliendo. Si Jessica no atiende, se cae el bebé”, explicó Adalberto.
Al ingresar, un médico recibió al recién nacido y la madre fue atendida de inmediato. Jessica había sido relevada del cargo de enfermera, o doctora, o ginecóloga, o ángel de la guardia; en cualquier caso, mientras se lavaba las manos con jabón antiséptico y recibía unas palmaditas en la espalda, intentaba comprender lo que acababa de ocurrir. Para ella era un milagro similar al nacimiento de su propio hijo hace casi cinco años.
Le cobraron caro
En medio de aquellos momentos mágicos, una cuenta de cobro devolvió a la realidad a los que presenciaron el nacimiento de Alexis. No era del hospital, sino del conductor del motocarro que, según contó el señor Adalberto, estaba indignado porque le habían manchado el cojín de su vehículo y había decidido cobrar 15 mil pesos por la carrera.
El esposo de Ámbar, que decidió reservar su nombre y no extenderse en las declaraciones por atender la salud de su mujer y su recién nacido, confirmó el cobro, pero aseguró que en ese momento no le importó el alto costo, pues “uno por los hijos hace lo que sea”.
Hasta anoche, madre e hijo permanecían internados, con buena salud, en el Camino de Simón Bolívar, en el suroriente de Barranquilla.