Dos días después de que el NO ganó por una mínima diferencia al SÍ en el plebiscito, siendo ambas "pequeñas mayorías", las cartas se dan vuelta y los puntos en común entre uribismo y gobierno, que se creería eran pocos, gradualmente empiezan a encontrarse.
Desde el domingo en la noche el futuro de las negociaciones depende de la efectividad de proponer de los del NO, la disposición para aceptar una nueva paz del Gobierno y la voluntad para renegociar de las Farc. Bueno, así van las cosas (al menos entre los dos primeros).
No había plan B
El triunfalismo del gobierno, apoyado por las encuestas y la enorme maquinaria que puso en marcha, fue dibujando una victoria del SÍ que incluso esperaban los del NO. Ni las Farc, ni el presidente Santos ni los sectores del NO dan la impresión de haber tenido un plan de contingencia para lo que necesariamente era un salto al vacío. El uribismo no entregó durante la campaña una propuesta puntual de renegociación y ahora parece estar releyendo los acuerdos para decidir qué propone; el gobierno, aunque instaló la mesa con el Centro Democrático, no ha dicho cómo integrará a las demás fuerzas politicas que votaron NO; y las Farc...al final hablamos de las Farc.
Ambos van por una nueva paz
Un punto de encuentro, tal vez obvio y del que se habló mucho en campaña, pero crucial en este momento, es que ambas orillas quieren la paz,
otra y nueva
. El regreso a la guerra que advirtió el gobierno de Juan Manuel Santos ya no parece tal tras la victoria del NO. Desde la orilla del uribismo, el discurso ha venido reduciendo la testosterona y hasta se enaltece lo bueno del acuerdo. Este mismo lunes el expresidente Álvaro Uribe propuso amnistía para 5.700 guerrilleros de las Farc, una idea que no se le oía en voz alta cuando lideraba la campaña por el NO.
Ambos quieren un nuevo acuerdo rápido
Están de acuerdo también con la prontitud con la que debe afrontarse el siguiente paso para no politizar el proceso de cara a las presidenciales del 2018. En entrevista con Blu Radio, el expresidente y senador aseguró que cualquiera que sea el paso siguiente para mejorar los Acuerdos de La Habana debe darse sin una Constituyente: “Preferiría [...] que hubiera unos correctivos rápidamente y se reorientaran unas políticas en el país”.
En esa tesis coincide la canciller (y ahora una de las tres designadas para dialogar en la nueva mesa con el Centro Democrático) María Ángela Holguín, a quien la idea de dilatar el Proceso de Paz, volverlo una contienda de fuerzas políticas y extenderlo por meses no le parece viable, pues puede que se "pierda este momento para lograr la paz en Colombia”, y agregó que la negociación con el CD debe comenzar en cuestión de una semana.
Mejor sin un nuevo plebiscito
Con el mismo ánimo de agilizar, Holguín y Uribe se han mostrado en contra de la idea de convocar a un nuevo plebiscito para avanzar en la aplicación de los acuerdos. La funcionaria dijo, como una postura personal: "Yo no creería que se necesite otro plebiscito, se necesitaría que pase por el Congreso, efectivamente [] Pero una vez todas las fuerzas políticas estén rodeando este acuerdo, no hay necesidad de otro plebiscito".
Uribe, en entrevista con Blu, dijo sobre una nueva refrendación: "Hombre, ¿por qué no bregan a introducirle modificaciones a estos acuerdos sin crearle más complicaciones al país?", y agregó que se muestra a la espera de que la Corte Constitucioinal se pronuncie sobre el acto legislativo.
Ambos reconocen que los acuerdos se deben modificar
Gobierno y uribismo coinciden también por estas horas en que, si bien los acuerdos fueron firmados y entregados al Consejo de la Confederación Suiza, estos no están blindados de modificaciones pues era requisito que se refrendaran con un SÍ en el plebiscito. Esto, luego de la postura de cabecillas de las Farc como Iván Márquez y Timochenko, quienes este lunes sugirieron que el resultado del plebiscito "no tiene efecto jurídico alguno [...] que el efecto es político", a razón de que se trató de un acuerdo de caracter especial.
Es importante recordar que al no ser aprobado por los colombianos, no se ha activado ni con la ONU ni en el Congreso de la República ningún proyecto, trámite, o modificación al bloque de constitucionalidad del país que contemple el acuerdo. En pocas palabras, las decisiones que se tomen de parte y parte, como el cese al fuego, por ahora serán voluntarias. A esa actitud se remiten gobierno y uribismo.
El que negocia con las Farc es el Gobierno
Para sorpresa de algunos, Uribe no está pidiendo una silla en la mesa de negociación, es más, ni siquiera busca que el Centro Democrático haga parte de una mesa tripartita. En cambio quiere que sus delegados, y delegados de otros sectores del NO, enteguen las propuestas de modificación al equipo negociador del Gobierno. “Somos respetuosos de las competencias, la constitución hace competente al Gobierno”, dijo el expresidente. Aunque sea por diferentes razones, esta es la misma posición que ha mantenido el Gobierno a lo largo de las conversaciones de paz y la que respalda la misma esencia de los acuerdos, pues no se considera que una negociación de este nivel se dé con partidos políticos, sino con el Estado colombiano.
¿Y ahora?
El reto del gobierno está ahora en liderar un nuevo acuerdo en medio de
una lucha de intereses ajenos
. La tarea más difícil es la que se viene para Humberto de la Calle, María Ángela Holguín y Luis Carlos Villegas (Mindefensa), pues serán la carne del sandwich entre un Centro Democrático que debe proponer puntualmente qué es lo que quiere cambiar y una cúpula de las Farc que se muestra renuente a renegociar el acuerdo que, según ellos, por haber sido fruto de intensos debates durante 6 años y por haber sido aprobado por la comunidad internacional, ya no tiene reversa.