Madre de Álvaro Soto, el “J. Álvarez” cordobés, da su versión del homicidio
“Me destrozaron la vida”, dice Silvia María Soto. La mujer da la versión del homicidio de su hijo oriundo de Montería, asesinado en Tierralta, Cordoba.
La mirada de Silvia María Gómez se diluye al mismo tiempo de la vela que está consumiéndose en el altar, a pocos metros de ella. El fuego y olor a incienso le recuerdan que el motivo del acto luctuoso es la muerte violenta de su hijo Álvaro Soto Gómez, el ‘J Álvarez’ cordobés, el que cuando pequeño dejaba a un lado las tareas para componer canciones y luego cantárselas.
Nadie le quita de la cabeza que Álvaro fue un excelente hijo y que con el mismo amor con el que ella lo crió, él estaba criando a sus dos pequeños.
En cada rincón de la vivienda donde el joven creció, en el barrio Granada de Montería, quedó impregnado, según su progenitora, el aroma de un hombre que la llenaba de cosas buenas, un maravilloso hermano y un padre de buen corazón.
Silvia María Gómez. Madre de Álvaro Soto. | AL DÍA
“Esto que ha ocurrido nos ha cambiado la vida de tal manera. A mí me arrancaron la existencia, me la destrozaron por completo. No solo a mí, a quienes lo rodeaban por lo hermoso que era mi hijo, tanto por dentro como por fuera. Era un hombre que le daba amor a todo el mundo, que no le importaba quién fuera, si humilde o rico, a todo el mundo le dio amor”, expresó Silvia.
Esa popularidad de la que gozaba la joven promesa de la música urbana fue la que, partiendo de lo que dice su mamá, despertó en algunas personas el sentimiento de envidia, llegando al punto de ocasionarle la muerte a bala el pasado sábado a las 6:50 de la tarde, en la sala de su vivienda en Tierralta, en el Alto Sinú cordobés.
“Nunca me manifestó que tenía problemas, el único problema que tenía mi hijo era la envidia de la gente al ver lo que había conseguido. La envidia, la razón por la que lo matan, es porque desde niño nunca le gustaba estar solo, siempre le gustaba tener la casa llena de amigos y tenía muchas personas que lo querían”, comentó.
Álvaro Soto manejaba una imagen impecable, según sus familiares | Archivo
La pasión de Álvaro
Silvia María Gómez rememoró que la pasión de su hijo por la música nació desde los 2 años, cuando escuchaba alguna canción y se ponía a bailar.
Tiempo después, al cumplir 7 años, mostró sus dotes para la composición y comenzó a madurar la idea de dedicarse a cantar, talento del que fueron testigos muchas personas en las discotecas de la avenida Primera o de la calle 41, en Montería.
“Desde los 14 años, cuando empezó a cantar, luego de un show se llevaba a los compañeros a la casa y amanecían cantando allá”, dijo la madre.
En esos mismos sitios de rumba fue donde le manifestaron infinidades de veces su gran parecido con el reguetonero puertorriqueño J Álvarez, tanto en apariencia como en la voz. Cuando comenzaron a salir las promociones de la temporada 2012 de Yo Me Llamo, no lo dudó y le pidió apoyo a su mamá para presentarse. La audición la hizo en Cartagena y cuando fue seleccionado viajó a Bogotá, de donde regresó a los dos meses porque fue eliminado.
A pesar de eso se hizo reconocido y logró ‘erizar’ muchas veces a Amparo Grisales. El concurso televisivo fue un antes y un después para Álvaro. Desde esa época comenzó su carrera en firme, tuvo los dos hijos y se formalizó con su mujer Diana Guzmán Martínez, con la que vivió hasta el último día de su vida en Tierralta.
“En enero le pregunté que cuáles eran sus planes y me dijo: ‘Este año es el mío mamita linda, ya no voy a imitar más a J Álvarez porque me voy a dedicar a mi propia música. Tú sabes que no tengo efectivo, pero tengo mi carro que si lo vendo me dan 30 millones de pesos por él, con esa plata dejo a mi mujer organizada durante los meses que esté grabando en Medellín’. A finales de febrero se iba a ir”, recordó Silvia.
La sufrida madre fue enfática en decir que “mi hijo no tenía amenazas porque si las hubiese tenido él lo hubiera dicho porque todo me lo contaba, lo mínimo. Me relataba lo de sus viajes y shows, que si había modelos o mujeres detrás de él y yo lo aconsejaba que pensara en su esposa”, agregó.
A principios de año fue uno de los momentos que la familia compartió junta en el mar de Coveñas (Sucre), paseo donde notaron a un Álvaro alegre, como siempre lo fue, según lo que manifestaron los allegados.
“Les pido a las autoridades que la muerte de mi hijo no quede impune, que no sea uno más de los que quedan sin respuestas. Que esa persona que apretó ese gatillo sea judicializada, yo lo pido de corazón como madre, que se haga justicia”, suplicó Silvia mirando la vela sobre el altar.