Una existencia dura le ha tocado a Carlos Mario Soto Navarro, de 19 años, el joven rescatado de la mortal corriente del arroyo de la 21, la tarde del pasado miércoles, cuando un fuerte aguacero azotaba las calles calurosas de la ciudad.
Antes de que empezara a llover Carlos salió de la casa donde vive con su mamá, Nacira Navarro, y sus dos medio hermanos, en la carrera 11 No. 44-37, junto al Jardín Botánico. Su meta era llegar a donde vive la familia de su padre, Jairo Soto, calle 23 con carrera 23, a recoger unos paños y unas pastillas que usa para sobrellevar la colostomía que le hicieron hace seis meses.
Cuando regresaba a la casa materna ocurrió la tragedia: intentó cruzar el arroyo de la 21, resbaló y cayó al torrente.
El joven hizo un angustioso recorrido de aproximadamente 200 metros hasta la carrera 21 con calle 30, donde lo rescató un grupo de ‘pelaos’ de su misma edad que habían salido a jugar fútbol bajo la lluvia.
“Ese pelao se salvó porque el arroyo estaba rebozado y lo tiró por encima del puente, por la carretera; si lo hubiera metido debajo del puente no estaría echando el cuento”, aseguró Yerson Rosales Mendoza, de 19 años, estudiante de la Uniatlántico y testigo del rescate.
Agregó el universitario que Carlos salió mareado del agua y lo sentaron en un bordillo, luego llegó una ambulancia y se lo llevo, pero los paramédicos no lo dejaron en un centro asistencial, sino que lo llevaron a su casa, donde ayer en la mañana se recuperaba y donde lo encontró
AL DÍA.
Jairo Soto, padre de Carlos, reconoció que su hijo sufre de una especie de trastorno mental y “no es normal”. Dijo que a su hijo le gusta “caminar las calles”, y sale sin rumbo a visitar a sus familiares.
“Yo estoy separado de la mamá de él, pero mi hijo viene constantemente a visitarnos. Mis hermanas le ayudan con la medicina y los paños”, manifestó.
Hace un año Carlos estuvo internado en una institución mental en la que también tratan drogadictos, según Jairo Soto, al parecer, en ese lugar le dieron una golpiza que le causó serios daños en el estómago y por eso le tuvieron que practicar la colostomía. Desde entonces está condenado a hacer sus necesidades en una bolsa plástica adherida al vientre.
Soto Navarro solo estudio hasta 5o. de primaria, y por su estado mental no tiene plena conciencia de lo que implica tener una colostomía. Por eso ayer estaba en su casa como si nada, ignorante del daño que le puede causar a su cuerpo el haber estado sumergido, con su condición en el agua contaminada del arroyo.
Para completar su mamá, Nacira Navarro, es sola y quedó sin empleo hace un par de meses. Actualmente hace un curso para trabajar como vigilante. Quien desee ayudar a esta familia puede comunicarse con ella al celular 301-468-8100, o al número de Jairo Soto, el 300-403-9692.