Historias

La aventura de ser un papá colombiano de cuatrillizos

“Una locura y una bendición al mismo tiempo”.

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La escena es imborrable. El impacto al verlos es notorio. No es fácil toparte con cuatrillizos, tres niñeras y sus dos padres por las calles de Barranquilla. Ellos son Gabriel, Julián, Sebastián y Francesca, de 21 meses, quienes hacen parte de la familia Gutiérrez Cárdenas. Ser sus padres no es nada fácil. Los trasnochos, la crianza, en fin, el día a día son cosas que llevan a destacar a sus progenitores: Ivanna y David. Los bebés, al momento de nacer, tuvieron varios problemas de salud. Inclusive, hubo posibilidades de que uno falleciera, sin embargo, el empuje y la fe en la vida los mantiene unidos. Sin duda, este mes la celebración del Día del Padre será cuatro veces especial.

LA NOTICIA

En la tercera ecografía, en la clínica Porto Azul, en Puerto Colombia, se dieron cuenta del asombroso suceso. Su caso ocurre una única vez por cada 700.000 nacimientos.

—Ahí están los gemelos—, le dijo David al doctor en broma. —Espérate un momento, sí son gemelos. Es más, no son gemelos, son tres— le respondió el especialista. —Es imposible doctor, ¿cómo se le ocurre a usted?

Ivanna escuchó la conversación y lloró. David, por su parte, pensó que ella se había puesto de acuerdo con el médico. Segundos después, el especialista hizo un giro con el aparato.

Espérate un momento, hay cuatro—, agregó el doctor.

En ese instante, tanto a David como a Ivanna les “dio algo”. “La noticia fue impactante, me entró un frío de la cabeza hasta los pies”, dijo el papá. “No puede ser, no puede ser”, fueron las palabras de su mujer. Luego vinieron las lágrimas de felicidad y el susto por la gran noticia que tendrían que asumir: ser padres de cuatrillizos.

“Primero es un shock, después felicidad y al final angustia por desconocer lo que se hará”, comenta David.

Luego vino escoger el lugar de su nacimiento. Estados Unidos era la opción, ya que la complejidad del caso los llevó a replantear el nacimiento en Colombia. Todo fue más fácil al ser Ivanna americana y Diego, residente, aunque es barranquillero de nacimiento.

Ahí empezó lo difícil. La búsqueda del doctor que recibiría a los bebés fue ardua pero no imposible. De hecho, cuenta David, “nadie” los recibía. “Nos decían al principio que sí y, cuando decíamos el número de bebés, solo un ‘no, gracias’, salía de su boca”. En total fueron cinco los médicos consultados.

El riesgo de que uno de los bebés muriera al nacer era latente. Además, quedaría en la historia médica de los especialistas.

“Al final, dimos la vuelta y buscamos de nuevo al primer médico que visitamos, le comentamos la situación y nos dijo que tomaría nuestro caso”, expresó el papá.

A los padres, tanto en Barranquilla como en Estados Unidos, el equipo médico les decía lo mismo, considerar la opción de no tener a un niño. Esto se debía a que, al no tener a uno, las posibilidades de vida aumentaban para los otros bebés. Aun así, David e Ivanna habían tomado una decisión:“si Dios nos envió a cuatro, es porque podemos con ellos”. Las probabilidades de vida, en este caso, eran 50 y 50.

El proceso del embarazo, ante todo pronóstico, resultó normal.“Ivanna nunca estuvo en cama, de hecho, el día que entramos al hospital Jackson Memorial, en Miami, ella ingresó caminando”, recuerda el chef de profesión.

EL PARTO

En la semana 27 del embarazo, los médicos notaron que el bebé D no estaba creciendo como los demás — Los llamaron A, B, C y D—. Su placenta estaba obstruida. El bebé fallecería. El médico les entregó dos opciones: seguir con el embarazo y que el bebé falleciera; lo que daba 100% de vida para los otros o sacarlos a todos de inmediato; allí las probabilidades se reducirían.

Fue un momento duro, la vida de sus hijos estaba en riesgo y ellos debían tomar una decisión pronto. Eran casi las seis de la tarde y el equipo saldría de turno. Optaron, después de cinco minutos, por la segunda alternativa: extraer a los cuatro bebés de inmediato. “Esa fue la decisión correcta”, les dijo el médico que los atendía. Frase que alivió la conciencia de ambos padres y la madre de Ivanna, quien también estuvo presente en ese instante.

“Si tienes cámara, cárgala; esto que vas a ver ahora no lo verás más nunca”, le dijo el médico a David. En total, hubo 60 personas en el parto. Cuatro equipos de 12 personas, uno para cada niño. Mientras, otro equipo estuvo a cargo de Ivanna. La directora del hospital, médicos curiosos y cientos de personas estaban a la expectativa de aquel suceso.

Después, como era natural, hubo circunstancias de cuidado.Los niños estuvieron recluidos en el hospital y poco a poco, uno a uno fue saliendo. Francesca fue la primera. Salió a los tres meses.

“Me desmotivaba ante cada momento y situación, pues los niños tuvieron infecciones por ser prematuros”, comenta su padre.

Gabriel –el menor–, por su parte, demoró cinco meses y 20 días en cuidados intensivos, cuenta con precisión David. Él fue el último en salir. Para fortuna de su familia, a los cuatro meses ya respiraba por sí solo. Hoy día, aún no camina, mientras los otros tres sí.“Él va evolucionando pero no al ritmo de los demás”, comenta su padre. Algo que lo llena de orgullo, pues Gaby ha logrado salir adelante.

Las cosas en Estados Unidos tampoco fueron fáciles a nivel económico. Inclusive recibieron ayuda con pañales por algunos medios, pues su caso fue viral en ese país. Gastaron alrededor de US$1.200 al mes. Después volvieron a Colombia, porque el tema de salud en sus hijos estaba bajo control. Retomaron sus negocios a finales del 2015. Hoy sus hijos tienen terapia tres veces en la semana.

LABOR COMO PADRES

A veces terminan en la cama cualquier día por la madrugada. Pero todo esto se contrarresta con los momentos de felicidad que los pequeños, de 21 meses, les entregan a sus padres.

A su corta edad, ya cada uno ha mostrado rasgos de lo será su personalidad. Todos tienen manías y cosas particulares que los hacen reír. Julián es el risueño y “todo lo imita” –interrumpe Ivanna–. “Es el más cariñoso y consentido de los cuatro”, recuerda el padre. Francesca, por su parte, es la temperamental, “parece una viejita en versión miniatura”, apunta David. Ella regaña a sus hermanos a sus padres y a todo el mundo si tiene la oportunidad.“A veces es una niña muy dulce”, añade. La parte analítica llega con Sebastián, “es un niño muy independiente. Siempre busca el porqué de las cosas”, agrega el hombre. Al final habla de Gaby, de él solo dice que es un “luchador” y no acepta ayudas al intentar caminar o levantarse.

RECAÍDAS

Hay días en los que todos están enfermos, el último fue el caso de Julián quien tuvo una recaída hace poco, pues sufrió neumonía. “Son ocasiones desmotivantes, pero, en estos momentos, hay que ponerle empuje” –narra el hombre–. “Por eso, desde que Ivanna quedó embarazada ambos decidimos que tomaríamos una cosa a la vez. Todo es cuestión de no volvernos locos”.

Él se refiere al acto de planificación de las cosas que los cuatro niños requieren. Algo que hacen con mucha cautela y precisión. La vida de David e Ivanna ha cambiado, ellos escogieron ser felices al lado de sus cuatro hijos, razón por la que nunca se dieron por vencidos. Al final sabe que aún tiene mucho por enseñar y quiere que sus hijos sean personas respetuosas y emprendedoras.“Ante todo, que se gocen y se disfruten la vida”, apunta el padre.