A las 6:10 de la tarde de ayer, Kendra Mercedes Barros Parodys escuchó claramente al máximo líder de la Farc, Timochenko, cuando pedía perdón a todos los colombianos “a los que su organización sediciosa les pudo causar algún daño”.A esa hora, un periodista de este medio le preguntó si estaba dispuesta a otorgarle el perdón que estaba solicitando el líder guerrillero y ella respondió que sí lo hacía, “pero ellos debían comprometerse a no volver a causar más dolor y tristeza como lo habían hecho con ella hace 16 años”.
Clara Mercedes, el 2 de septiembre del año 2000, a las tres de la tarde salió de su casa en el corregimiento Tomarrazón, y se fue a la Estación de Policía a conversar con su novio Enrique Puello, un uniformado asignado a la misma en ese corregimiento del sur de Riohacha, que estaba en turno.
Lo encontró en la puerta y allí se quedaron los dos enamorados conversando sobre el futuro que le deparaba a él nacido en Barranquilla y a ella, una afrodescendiente parida en este pueblo que antes fue uno de los palenques donde se refugiaron los negros que escapaban de la esclavitud.
Estaban intercambiando proyectos de vida cuando una camioneta cargada con guerrilleros de la Farc pasó a regular velocidad y desde su interior un grupo de sediciosos accionó los fusiles en contra de los policías que estaban en la puerta.
Recuerda, como si hubiera sido ayer, que sintió un fuerte dolor en su pierna derecha, perolo que más la impactó fue ver a su lado y en el suelo a su novio Enrique Puello, quien ya estaba sin vida. Los guerrilleros empezaron a bajar de ese y otros carros y pasaron cerca de ella con rumbo al interior de la estación. Como pudo se arrastró hasta llegar a dos casas del sitio del ataque y se escondió.
Cuando la balacera acabó habían cinco policías asesinados y ella tenía un fuerte dolor en su cabeza y la pierna derecha destrozada desde un poco más debajo de la rodilla. Posteriormente la llevaron al hospital de Riohacha donde le salvaron la vida, pero no le pudieron quitar la marca que le dejó el episodio. No le pudieron desprender el peso del odio contra los que habían acabado con la vida de su novio y a ella la habían dejado lisiada para toda la vida.
También sostiene que nunca se ha sentido un ser inútil, sino una persona productiva que quiere a todos sus amigas y que ahora se ha dado cuenta que también sabe perdonar