La preparación física de un luchador comienza mucho antes de que salga el sol, incluso, antes de que abran las puertas del gimnasio. Pero para Víctor Alfonso Ávila Cortés, en particular, no empieza con el tradicional ejercicio cardio-vascular, ni con el levantamiento de pesas para aumentar masa muscular.
Su rutina inicia a las 4:30 de la mañana enfundado en un uniforme azul oscuro con carrito y pala en mano, barriendo calles y callejones de Urba Playa, Villa Norte y Adelita de Char tercera etapa, como aseador o ‘escobita’.
Tiene 32 años, nació en Turbo (Antioquia), pero es barranquillero desde que tiene memoria. Noble, humilde, sencillo, y con la tenacidad de las personas decididas. “Antes trabajaba en construcción, pero el tiempo no me daba. Me salí, ingresé a la Triple A, y estoy en periodo de prueba. Trabajo de 6 am a 2 pm., de ahí arranco para mis entrenamientos”, relata el joven de piel oscura, abrillantada por el sudor.
La charla es en la terraza del gimnasio Tom’s, en el barrio Nueva Granada, sentado en el borde de un enorme neumático de camión.
Apodado ‘La Pantera’, Ávila está dedicado por estos días y hasta el sábado 13 de abril en perfeccionar técnicas, acondicionarse física y mentalmente para la pelea de Artes Marciales Mixtas (MMA), que se llevará a cabo ese día en Cali. Este es un deporte que reúne diversas disciplinas y artes de combate, que se emplean en la defensa personal no armada. Es una disciplina de mucho contacto, pues utiliza técnicas para pelear de pie: golpes, puñetazos, rodillazos, codazos (striking), también para luchar en el suelo o de agarre (grappling), lanzamientos, llaves, luxaciones, estrangulaciones y derribos.
“Las Artes Marciales Mixtas es un deporte muy agresivo, hay muchas artes incluidas: boxeo, lucha, jiu-jitzu, muai tai, taekwondo, capoeira, karate. Hay peleadores que tienen hasta cinco conocimientos o disciplinas y las implementan en las peleas. A veces gana el que más disciplina tenga, o el que se prepare mejor, con más inteligencia. Es muy difícil describir un ganador porque todos entrenan para ganar, y en el caso mío nunca he dicho: ‘Le voy a ganar a tal’, porque sé que no estoy peleando con un ‘mocho’ (risas), sé que es alguien entrenado igual o más duro que yo”, relata Víctor con mirada apacible y mucha determinación.
Recorrido
En Colombia dedicarse por completo a un deporte es algo que solo algunos pueden contemplar como opción de vida. Un privilegio que a veces solo la élite se puede dar, ya que hay poco respaldo del Estado.
El de Víctor Ávila es un caso que demuestra que las ganas de salir adelante pesan más que las dificultades o carencias. El camino es largo. Más que el trayecto que recorre a diario con su escoba.
“Me interesé en las Artes Marciales Mixtas cuando vivía en Bogotá. Veía peleas por televisión y me parecía tan fácil que me gustaron y empecé a investigar sobre las MMA. Comencé a entrenar en un lugar llamado Octagonal, pero era caro y me salí”.
En la vida de Ávila vino luego su enlistamiento militar que duró dos años.
Lo terminó y se vino para Barranquilla donde contactó a Arturo Cortina, que lo llevó a Team Bonso. “Inicié MMA a los 26 años, pero sin mucha rigurosidad, porque trabajaba en construcción y terminaba muy agotado, pero hice algunas peleas amateur.
Familia que entrena unida
Luego de eso La Pantera estuvo un año sin ‘rugir’, la difícil situación económica le impedía ser un destacado luchador. Sin embargo, fue encontrando a las personas indicadas que lo llevaron a realizar su sueño de seguir en las luchas. “Me llamó el profe Anthony De Cambil, más conocido como Chucky, me propuso que trabajara con él, le dije que estaba en una situación económica mala, y prometió ayudarme. Me fui con él a entrenar duro para una pelea de título amateur, gracias a Dios ganamos. Fue el año pasado en la discoteca África. Después me dijo: ‘Pilas hay otra pelea como profesional, 65 Kg’. Cuando eso ya trabajaba en Triple A, también la gané gracias a Dios”, cuenta haciendo hincapié en su fe religiosa.
“Mi compañero Susho me llevó con el profe Tom Fitness para entrenar jiu-jitzu, lucha, lucha greco-romana. Ahora mismo somos como una familia. Estoy entrenando duro para ver si con el favor de Dios el 13 de abril ganamos en Cali”, refiere Víctor con tono optimista.
Apenas termina de trabajar almuerza, y sale a ejercitarse. Todos los músculos de su cuerpo se marcan con cada ejercicio. Sobresalen los bíceps al levantar sobre la cabeza la barra cargada de aros de 25 kilos, al menos dos a cada lado.
Entre un ejercicio y otro usa unos segundos para alzar una botella plástica que contiene un líquido rojo. Seca el sudor que amenaza con entrar en los ojos, y se tumba sobre una colchoneta a hacer abdominales, levantando las piernas estiradas, perfectamente paralelas, dejándolas caer sin tocar el piso, en series de al menos 20 repeticiones. Luego pasa a otra de las máquinas, a otra más, hasta que vuelve a las pesas.
Viéndolo así, muy en forma, cuesta pensar en que alguien de su contextura deba perder peso, pero es necesario, pues para el enfrentamiento de abril en Cali Ávila debe bajar unos cuantos kilos más, para estar en la categoría, que es de 65 kilogramos.
“No todo es entrenamiento, charlamos, nos damos consejos, nos contamos lo que nos pasa en el día, como una familia. Cuando no tengo para transportes el profe o los compañeros me colaboran, no he dejado de entrenar desde que llegué aquí. Gracias a Dios me siento satisfecho con el nuevo equipo que tengo, siento que es un equipo escogido por Dios”, enfatiza ahora como una reflexión sincera de lo que es su vida y con la mira puesta en el título.