Historias

En Sucre los burros que no se pierden se ahorcan ¿qué está pasando?

Se habla de cerca de 30 animales desaparecidos

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“Cómo será la suerte de nosotras, niña, que hasta los burros se nos están ahorcando”. Esta frase pintoresca con el sello del Macondo que nació en estas tierras sucreñas es real, aunque para muchos o los que desconocen la historia podrían hacer parte del realismo mágico.

En San Pablo, una de las veredas de Brisas del Mar, en el municipio de Morroa, comentan por todos los lados sobre el ahorcamiento de dos burros. No fueron manos criminales, sino que la misma inseguridad los ha llevado a eso. Los animales deben dormir amarrados dentro de las casas para evitar que se los roben y en las noches, en su ansiedad por salir y estar caminando por los verdes pastos, enredan las cabezas en las cabuyas y amanecen ahorcados.

Hablan de que son dos, otros dicen que son más, pero este hecho no es motivo de ser revelado porque comentarlo les trae mala suerte.

Dos familias han perdido sus animales de esta forma. Otras 20 también, pero por las manos criminales. Algunos hablan de 50 animales entre la zona urbana de Brisas del Mar, San Pablo y La Victoria, y otros dicen que son más los que se han robado desde finales del año anterior hasta la fecha, los más recientes, hace un par de semanas.

Jairo Burgos asegura que hace algunos días se les perdió un burro y le queda solo una burra que se ha salvado de los ladrones porque cuando no la está montando la tiene amarrada, porque en la paja se pierde, “como por arte de magia”.

La pérdida de estos animales ha afectado a toda la población pues quedan unos pocos y por ende los dueños los alquilan por más dinero.

De esto da fe Elvira Rosa Sierra Guerra: “debemos invertir $15.000 si vamos a mandar a buscar agua en burro a Sincelejo porque cinco tanques son $5.000, más $5.000 el alquiler del burro y $5.000 a quien lo lleve. Cuando había más animales esto era más barato”.

A Rafael Villegas se le robaron dos burros, uno viejo y otro recién nacido que se encontraban en una huerta cerca a su casa, eso fue en horas de la noche.

Los propietarios de los burros cobran $10.000 por llevar agua desde Sincelejo hasta las veredas del municipio de Morroa | José Luis Cruz Lora

“Yo no he sido el único afectado, se han presentado varios casos, hasta en Tumbatoros han robado, en este sector se han robado 15. Uno sale a buscar el burro y ya no está”, dijo Villegas. Añadió que ahora lo que hacen sus vecinos es que compran comida para los burros y se la ponen dentro de sus casas y ahí pasan la noche. Esto se ha convertido en una solución, pero también en un problema porque deben soportar los malos olores de los animales.

Los habitantes creen que los delincuentes llegan hasta sus viviendas en camiones y que nunca se han alarmado con la presencia de estos vehículos porque es recurrente que transiten por esta vía que comunican a varios municipios de los Montes de María.

Los moradores de San Pablo recuerdan aquellos días en que en cada vivienda había entre 2 y 3 burros y lo mejor era que podían dejarlos en sus patios o muchos deambulaban por los callejones sin temor a que al día siguiente amanecieran perdidos.

Es por ello que piden la presencia de las autoridades para que investiguen qué está pasando, aunque tienen conocimiento que los burros que se roban no son utilizados para el transporte sino que su piel es apetecida para envolver droga ya que no permite que su olor sea detectado.

Los dueños de los animales siguen encerrándolos en sus casas en las noches para que no se los sigan robando, pero con el temor de que así como ocurrió con los primeros dos, amanezcan muertos tras ahorcarse con su propio cáñamo.