La fe y devoción por Jesucristo se fortaleció aún más en el seno de la familia Guerra Causil por la muerte de un pariente víctima de cáncer.
Mateo Guerra Causil, de 19 años, que hacía parte de una congregación de jóvenes católicos de la parroquia Padre Nuestro, del barrio Las Estrellas, de Barranquilla, sintió que su fe se incrementó con la dolorosa partida de su primo Armando Luis Devia Causil.
Este muchacho fue la fuente de la cual brotó el interés de Mateo por conocer el Evangelio. La muerte de Armando Luis, a los 18 años, influyó en el seno de esta familia practicante de la fe católica para que conocieran la palabra de Dios.
Fue así como comenzaron a recorrer los caminos del Padre Celestial, según explicó Marta Causil Martínez, madre de Mateo, cuyo nombre está inspirado en el apóstol, uno de los doce elegidos por Jesús de Nazareth.
LOS TRES VIACRUCIS DE MATEO
Todo comenzó cuando en el grupo juvenil de la iglesia Padre Nuestro, buscaban a una persona que se le midiera al papel de Jesucristo en Semana Santa.
A Mateo, estudiante de cuarto semestre de psicología en la Universidad del Norte y residente en el barrio Las Estrellas, le llamó la atención y decidió hacer el papel de Jesús.
“En principio lo hice para ayudar al grupo, pero con el transcurrir del tiempo me di cuenta de que era algo espiritual y muy hermoso representar a Jesús. Cuando lo hacía me cuestionaba a mí mismo: ¿Y cómo voy a hacer el papel de Cristo, si yo soy un pecador más?”, precisó el muchacho, que asegura haber vivido en carne propia la pasión y sufrimiento del Hijo de Dios.
Entonces se enfocó en mantener la espiritualidad al máximo. “Esto era complicado, porque como humanos el pecado siempre nos está tentando, pero me mantuve firme en mi fe”, subrayó. La primera representación de Cristo en el viacrucis la hizo en la Semana Santa del 2013, bajo la dirección del párroco Lisandro Escalante Araque.
“Realicé muchos ensayos con la comunidad juvenil. Nos reuníamos dos veces al día para ajustar los detalles. Fueron muchas horas de práctica. Todo brotaba espontáneamente en mí cuando hacía el papel de Jesús. Sentía que fluía en mi interior una gran espiritualidad que me ayudaba a meterme en el rol. Todos los que participábamos sentíamos eso. Incluso, a los compañeros que hacían el papel de soldados romanos se les pasaba la mano algunas veces cuando me azotaban y sentía mucho dolor”, explicó Mateo.
El viacrucis partía desde el barrio El Edén y daban la vuelta por todo el barrio en un recorrido de aproximadamente tres kilómetros y medio, cumpliendo las 14 estaciones que hizo Jesucristo en su camino al monte Calvario. Al comienzo Mateo cargaba una cruz baja. “Me cansaba, pero sacaba fuerzas de donde no tenía para llevarla. Sabía que tenía que hacerlo bien y por eso me relajaba al máximo. En el segundo año decidí que levantaran la cruz con mi cuerpo sobre ella. Cuando estaba allá arriba, amarrado y sujetado por un arnés, experimenté lo que vivió nuestro Señor Jesucristo. Me aprendí las palabras que Jesús pronunció en la cruz y le agregué mucha dosis del amor que Él sentía por nosotros a pesar de estar agonizando”, aseguró el joven con el rostro iluminado por la nostalgia.
La cruz de madera que Mateo llevaba sobre sus hombros pesaba cerca de 30 kilos. El esfuerzo físico que realizaba para cargar la cruz en un recorrido de tres kilómetros y medio era tan tremendo que cuando terminaba la actuación quedaba con dolores y calambres en el cuerpo por lo cual su mamá tenía que darle analgésicos. “Cuando hacía el viacrucis no era Mateo. Trataba de proyectarle a la gente el inmenso amor que Jesús sintió por la humanidad. Me compenetré tanto en la personificación que llegué a} sentirme como Él en esos viacrucis. Le pedía que me iluminara, que me ayudara y que fuera Él encargándose de mí durante el recorrido para transmitirle un mensaje evangelizador a la comunidad”, acotó.
Marta, su mamá, reconoció que cuando veía a su hijo en la cruz experimentó el mismo dolor que María, la madre de Jesús, vivió al ver a su hijo crucificado. Su hermana Katherín recalcó que cuando lo miraba “crucificado” reflexionaba sobre todo el sufrimiento que vivió Jesús por la salvación de la humanidad.