De acuerdo con las cifras que maneja la Federación Nacional de Departamentos, el 24 % del licor que consumen los colombianos es ilegal. De ese porcentaje el 7% es de contrabando y el 17% es adulterado.
Las bebidas que más falsifican, según ese mismo estudio, son el whisky, el ron y el aguardiente.
Por eso sorprende, o resulta curioso, que una banda delincuencial, como la que fue desmantelada en Sabanalarga, Atlántco, por la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) y la Fiscalía de Estructura de Apoyo, se especializara en adulterar cerveza.
En estos dos últimos años muchos habitantes de ese municipio y de Baranoa pudieron haber tomado, al menos una vez, cerveza falsificada, "chimba", envasada en botellas originales de Águila tradicional (conocida como negra) y Águila Light. Algunos ni se habrán dado cuenta y otros pudieron creer que se trataba de un defecto de fábrica.
Cajas de cerveza incautadas por la Policía Fiscal.
La diligencia judicial del pasado 11 de noviembre, en la que capturaron a cinco personas, entre ellas los dos cabecillas de la organización delictiva, coronó una investigación de 12 meses de la Polfa, en cabeza del mayor John Jairo Carvajal Torres, jefe de esta división.
“El año pasado nos llegó información de una fuente anónima, que nos indicó que en Sabanalarga estaban falsificando cervezas. Eso nos llamó la atención. Además, coincidencialmente, la Sijín de la Policía del Atlántico (Deata), a principio de este año hizo unas capturas por este hecho en ese municipio. Así que con ese elemento indiciario, más la información que teníamos, armamos un equipo de trabajo con la Policía Judicial de la Polfa y empezamos la investigación”, afirma el mayor Carvajal.
El operativo de la Sijín Deata al que hace referencia el oficial se llevó a cabo en febrero y arrojó la captura de dos personas que cuidaban una fábrica ilegal en la que hallaron 20 cajas de Águila Light y un arma de fuego. Los capturados en esa ocasión quedaron en libertad y el caso no prosperó. Por eso, el reto de esta nueva investigación era recopilar y blindar todo el acervo probatorio y asegurar a los responsables.
INTERCEPTACIONES
Para capturar a Édgar Giraldo Aguirre, alias el Paisa, cabecilla de la estructura; a Ligia Pacheco Pérez, la Patrona, esposa de Giraldo, y a Jorge Eliécer Ospino Batista, Imel Manuel Ospino Batista y Víctor Manuel Martínez Palma, la Polfa aplicó todas las técnicas de Policía Judicial.
Ligia Pacheco Pérez, esposa de Giraldo, conocida como la Patrona.
Víctor Martínez Palma, trabajador del Paisa.
Jorge Eliécer Ospino Batista, ayudante.
Imel Manuel Ospino Batista, colaborador.
Es decir, se valió de interceptaciones telefónicas e infiltraciones de agentes encubiertos. Estas labores permitieron además identificar 10 puntos fuertes de comercialización del producto adulterado, establecimientos comerciales de Sabanalarga y Baranoa.
Los investigadores se percataron de que en el patio de una casa del barrio Los Ángeles, en Sabanalarga, funcionaba una chatarrería y que de ahí entraba y salía una camioneta vieja, marca Mazda.
Según los investigadores, Giraldo Aguirre, de 78 años, oriundo de Neiva (Huila), les compraba a los recicladores que llegaban a su chatarrería las tapas y los envases de cerveza.
En esta camioneta hacían transportaban las cajas de cerveza.
Con ayuda de su esposa y socia, Ligia Pacheco, alias la Patrona, de 58 años, adquiría de forma legal en Bavaria cajas de cerveza en presentación de 750 cc.
Giraldo, un tipo sagaz, como lo describen las autoridades, fabricó dos máquinas artesanales. Una con motor adaptado con un cepillo para medio limpiar los envases de manera automatizada. Y la otra era una prensadora manual para sellar las botellas con las checas.
Las pruebas a las cervezas incautadas las hizo la misma empresa afectada, Bavaria. En los resultados de laboratorio se comprobó que la cerveza que vendía el Paisa no era original, y que además de abundante agua tenía rastros de anilina (colorante) y detergente.
“Al hacer rendir la cerveza con agua, esta pierde el color. Con la anilina lo que buscaban era darle ese tono común de la bebida. Y con el detergente se aseguraban que hiciera espuma al agitarse”, asegura el mayor. Estos componentes tienen efectos nocivos en la salud de los consumidores (ver recuadro).
Como el centro de operaciones de esta empresa ilegal era en predios de una chatarrería, en las muestras también había vestigios de suciedad e impurezas.
Otro detalle que llamó la atención de los investigadores fue lo difícil que resultaba destapar una botella, por la fuerza que le imprimían a las tapas al momento de prensarla. “Además, estaban todas rayadas, corroídas. A leguas se veían que esas tapas no eran nuevas”.
DISTRIBUCIÓN Y DIVIDENDOS
La astucia del Paisa lo llevó a formar una red de distribución diversificada. Movía entre 900 y 1.000 cajas mensuales, que le generaban ganancias que oscilaban en 8 y 10 millones de pesos al mes.
En la investigación, la Polfa estableció que en los dos años de actividad ilícita de su empresa ilegal pudo haber obtenido dividendos por 100 millones de pesos.
Por las interceptaciones telefónicas se pudo establecer además que pensaba extender su negocio a Barranquilla, y estaba empezando a contactar clientes.
Su estrategia era venderles a estancos, estaderos y demás establecimientos a un precio más bajo que los distribuidores autorizados. Las pesquisas arrojaron que la diferencia de precio, por canasta, era entre 2.000 y 3.000 pesos y las distribuían miércoles y jueves en la camioneta Mazda.
“Estamos en la segunda fase de la investigación, para determinar si estos locales comerciales compraron incautos las cervezas adulteradas o si conocían de la ilegalidad del negocio”, añade Carvajal.
El Paisa y la Patrona fueron presentados en audiencia por los delitos de corrupción de alimentos y concierto para delinquir. El juez les dio detención domiciliaria por la edad de ambos. Entre tanto, Jorge Ospino Batista, Imel Ospino Batista y Víctor Martínez Palma aceptaron los cargos, y fueron dejados en libertad.
"LA CERVEZA DEBE OLER Y SABER A CERVEZA": KRAMARSKI, CERVECERO
En una de las llamadas telefónicas interceptadas por la Polfa se escucha a un cliente de alias el Paisa reclamarle porque las cervezas que le vendió “son difíciles de destapar, más de lo normal, están duras; además tienen un olor feo”. Giraldo se excusa con el cliente y le dice que le cambiará el producto.
George Kramarski Salazar
, de 50 años, es un cervecero profesional. Estudió cervecería artesanal en Alemania y apoyo en técnica cervecera en Estados Unidos.
Es bogotano, de padre y abuelos alemanes. Está radicado en Puerto Colombia hace cuatro años y medio, donde tiene una empresa legal y acreditada de cerveza artesanal, Hafen (que en español significa puerto).
Aunque parezca una perogrullada, Kramarski señala que “la cerveza debe saber y oler a cerveza”, y que el consumidor debe estar atento a los aromas y sabores de la misma.
Kramarski explica además que la cerveza se hace a base de agua, malta, lúpulo, levadura “y mucha alquimia”. Aunque las grandes industrias reemplazan la malta por maíz o arroz.
Kramarski produce 800 litros de cerveza artesanal en su pequeña planta en Puerto Colombia, en la que prima la higiene.
Sostiene que hacer cerveza, además de gran pasión, requiere responsabilidad.