Fue el 11 de junio de 2011, cuando Fidelia Suárez daba la cara y se reconocía en público como trabajadora sexual. Su nombre sonó sin tapujos en el país durante su primera entrevista para televisión.
Ella evoca ese momento que jamás olvidará porque fue así como sus padres se enteraron de lo que hacía para ganarse la vida.
“Cuando mi papá me vio en la televisión me llamó y me dijo que eso era tener gallardía y que nadie era nadie para juzgarme”, relató Suarez.
Hace 25 años ejerce el trabajo sexual y a pesar de sus compromisos como presidenta de Sintrasexco, el primer sindicato de trabajadoras sexuales del país, asegura que hoy sigue desempeñando su oficio. “Una cosa es la lucha por nuestros derechos y otra cosa es mi profesión como trabajadora sexual; sencillamente no puedo dejar de ejercer”.
Nació en Corozal Sucre pero hace más de 25 años reside en Bogotá. “Salí de mi pueblo en busca de oportunidades pero me di cuenta que lo que ganaba trabajando en casas de familia, no era suficiente para mantenerme aquí y mandarle a mis hijos”, contó Suarez.
Relató que la oportunidad surgió un día que una amiga le contó que ganaba más por una noche de trabajo en una taberna en el centro de Bogotá y aunque no le especificó que el oficio que ejercía era el de trabajadora sexual, se animó a ir en busca de empleo.
“Esa noche decidí que esto era lo que quería hacer.Podía ganarme en una noche lo que me ganaba en más de una semana de trabajo y no estaba haciendo nada malo ni estaba perjudicando a nadie”, añadió la mujer, quien asegura que durante su trayectoria se niega a cumplir horarios y a la explotación laboral.
Sus hijos, de 17, 19 y 31 años, saben que es trabajadora sexual, al igual que su actual pareja, quien en el pasado fue uno de sus clientes y con el que asegura no tener problemas por ejercer su oficio. “Él me conoció en un establecimiento y no en un convento”, expresa con gracia Fidelia, una mujer de carácter fuerte que no teme hablar sin disimulos.
La lucha por dignificar la prostitución
En el 2008, Fidelia y tres compañeras crearon la Asociación de Mujeres Buscando la Libertad, este fue el primer paso para que les dieran el estatus legal, el respeto y los derechos que como cualquier ciudadano tienen.
“Nuestro trabajo es como cualquier otro. No solo prestamos servicios sexuales con la vagina. Utilizamos las piernas para andar y ubicarnos en los establecimientos, en una calle o en un parque. Utilizamos las manos para colocar el preservativo; utilizamos nuestro cerebro para trazar estrategias de cómo nos podemos vestir y cómo podemos entrarle al cliente para poder captarlo. Eso es lo que hace cualquier trabajador que desempeñe su labor desde una oficina, panadería, alcaldía o donde sea”, señaló Suárez.
El 26 de noviembre de 2015, crearon Sintrasexco, el primer sindicato de trabajadoras sexuales de Colombia que busca que no les arrebaten el derecho a seguir haciendo de sus cuerpos una herramienta para ganarse la vida. En total, son 600 afiliadas al sindicato.
La lucha es declarar legal el oficio más antiguo del mundo y a su vez, obtener el beneficio de que sus patrones (dueños de tabernas y billares) respondan por la salud y la atención médica que debe estar a la altura de la de cualquier ciudadana.
“Estamos realizando un proyecto donde se den las condiciones dignas y la igualdad de derechos constitucionales. Es hora de que se regularice el trabajo sexual en el país para minimizar tanto estigma y diferenciar lo que es la trata de personas, la explotación sexual infantil y ser trabajadoras sexuales. El trabajo sexual no es delincuencia”, afirma Suárez.