Un asteroide se acercará a la tierra manteniendo una distancia de 1,8 millones de kilómetros, 4,57 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Es la primera vez en una década que un asteroide está tan cerca de nuestro planeta Tierra. La roca también se aproximará a Mercurio y Venus.
"El próximo acercamiento de un objeto equiparable tendrá lugar cuando el asteroide 1999 AN10, de 800 metros de diámetro, nos pase a una distancia lunar en agosto de 2027", explicó la agencia estadounidense Nasa.
Un asteroide potencialmente peligroso se define como un objeto tanto cometa como asteroide que entraña cierto riesgo en colisionar con la Tierra. La caída puede producir catástrofes locales como maremotos. Hasta el momento ningún asteroide ha sido catalogado como potencialmente peligroso para la Tierra, ya que la mayoría se encuentra fuera de la órbita terrestre.
Dos grandes asteroides '2003 BD44' y '1999 CU3' ambos de 2 kilómetros de longitud también pasaran por nuestro planeta pronto, sin embargo ninguno tan cerca como el '2014 JO25'.
A propósito, Estados Unidos y Europa preparan un experimento en el espacio para verificar si se puede desviar la trayectoria del asteoide que se acerca, pero los europeos no tienen fondos suficientes.
Desde hace años, la Nasa y la agencia Espacial Europea (ESA) elaboran una misión conjunta bautizada AIDA para verificar si se puede cambiar el curso de un asteroide.
La agencia espacial estadounidense tiene previsto provocar una colisión entre un proyectil lanzado desde la Tierra y el satelite del asteroide Didymos, y que se hallará a sólo 13 millones de kilómetros de la Tierra en 2022.
"El objetivo es validar una tecnología para que si un día un asteroide amenaza con entrar en colisión con la Tierra, estemos seguros de poder provocar una explosión y cambiar su trayectoria", declaró a la AFP Ian Carnelli, jefe del proyecto AIM (Asteroid Impact Mission) en la ESA.
Como parte de la misión AIDA, los estadounidenses prevén enviar al espacio en el 2020 un aparato de 600 kilos, bautizado DART (Double Asteroid Redirection Test).
Dos años más tarde debería chocar, a una velocidad de 6 km por segundo, con el satélite que mide 160 metros de diámetro.
Los europeos, por su parte, deberían lanzar la sonda AIM hacia Didymos (de casi 800 metros de diámetro) y su satelite y estudiar también en 2022 ambos cuerpos y tomar imágenes del impacto.
La misión AIM fue presentada en diciembre en el Consejo ministerial de la ESA en Lucerna (Suiza) pero se aplazó por falta de dinero.
'No darse por vencido'
La ESA pedía 250 millones de euros para AIM. Recibió el apoyo de varios pequeños países europeos, sobre todo de Luxemburgo, pero los grandes se mantuvieron al margen.
El director general de la ESA Jan Woerner, dijo estar "decepcionado" porque está "convencido de la necesidad de del proyecto".
"La misión no se anuló", precisó Woerner, la semana pasada. "No renuncio, sobre todo porque varios Estados miembros me pidieron que no abandonara".
"Estamos reflexionando en varias soluciones, entre ellas una versión más ligera de AIM", reduciendo un poco su contenido científico, explicó.
"De esta forma podría reducirse el presupuesto necesario a menos de 150 millones de euros, sin incluir el lanzamiento", declaró a la AFP Patrick Michel, astrofísico del Observatorio de la Costa Azul y responsable científico de AIM.
En su versión completa, AIM prevé una cámara, un equipamiento radio, un pequeño aterrizador, minisatélites CubeSats y varios radares.
El tiempo apremia. "Nos quedan todavía dos meses, más o menos, para progresar y encontrar dinero", afirma Carnelli.
"Si Europa no lleva a cabo AIM, perderá toda la experiencia adquirida con la sonda Rosetta en el plano de la navegación cerca de un pequeño cuerpo celeste", advierte Michel.
Aunque la ESA tire la toalla, la misión estadounidense DART podrá seguir adelante debido a que la colisión podrá verse desde la Tierra. Su presupuesto es de unos 150 millones de dólares.
A día de hoy, se considera que más de 1.700 asteroides son potencialmente peligrosos porque su trayectoria cruza la de la Tierra a una distancia inferior a 10 millones de kilómetros. "Hay que vigilarlos", recalca Michel.
"Si un asteroide de 150 metros cayera sobre la Tierra, esto representaría -explica- el equivalente de 10.000 bombas de Hiroshima en cuanto a energía liberada".