Estamos en verano, es época de vacaciones y por estos días se habla mucho de cómo prevenir y evitar los golpes de calor que pueden traer consecuencias muy perjudiciales para nuestra salud, en especial en niños y mayores. Cualquier persona puede ser víctima de un golpe de calor. Sin embargo, se debe tener especial cuidado con los bebés y niños, especialmente menores de 1 año (ya que su cuerpo tiene menor capacidad para regular su temperatura).
Se debe tener cuidado con bebés que tienen fiebre por otras causas o diarrea; personas con enfermedades crónicas (afecciones cardíacas, renales o neurológicas); niños obesos o desnutridos; personas con piel muy quemada por el sol; jóvenes que abusan de bebidas con alcohol y de drogas.
¿Cuándo se da un golpe de calor?
El golpe de calor es el aumento de la temperatura del cuerpo por una exposición prolongada al sol o por hacer ejercicios en ambientes calurosos o con poca ventilación, de forma que el cuerpo pierde agua y sales esenciales para su buen funcionamiento. El golpe de calor puede presentarse en el momento o después de varios días de alta temperatura.
Es importante estar alerta ante los siguientes síntomas: sed intensa y sequedad en la boca, temperatura mayor a 39ºC (medida en la axila), sudoración excesiva, sensación de calor sofocante, piel seca, agotamiento, cansancio o debilidad, mareos o desmayo, entre otros.
Para evitar un golpe de calor en zonas y/o épocas de altas temperaturas, es importante: evitar bebidas con cafeína o con azúcar en exceso; bebidas muy frías o muy calientes; comidas pesadas. Con los más pequeños: no esperar a que pidan agua. Ofrecerles continuamente líquidos.
Vestirlos con ropa holgada, liviana, de algodón y colores claros o incluso desvestirlos. Cuando se reconocen los síntomas de una insolación o golpe de calor, lo más conveniente es siempre acudir a un servicio de urgencias o al puesto de socorro si se está en la playa o en una piscina. También se recomienda llevar a la persona afectada a un lugar con sombra y lo más fresco posible.