Las navidades comienzan cuando todos los miembros de la familia (chicos y grandes) se ponen de acuerdo para armar el pesebre y el arbolito navideño.
Definitivamente recrear la escena completa del niño Dios rodeado por María y José, los pastores y los animales en un establo, es una mágica tradición que fomenta la unión y la convivencia familiar.
En las iglesias y en los hogares la fecha más difundida como último plazo para armar el nacimiento es el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción. Es costumbre popular esperar para colocar al niño Dios en la medianoche del 24 de diciembre, luego de las doce campanadas. También se suele colocar una estrella en la parte superior para simbolizar a la que, con su fulgurante brillo, orientó a los Magos que venían de Oriente buscando a Jesús. Se ha regado también la usanza de colocar a Gaspar, Melchor y Baltazar con sus camellos el 6 de enero. La fecha más utilizada para desarmar el pesebre igualmente es al día siguiente al 6 de enero, después de la Fiesta de Reyes.
La primera Navidad fue celebrada en el siglo VI, en la Iglesia Santa María la Mayor, en Roma, el 25 de diciembre, en torno a partes auténticas del pesebre traídas desde Belén y con estatuas de la Virgen, de José, del buey y del asno. Es solo entonces cuando se fija el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús, al no existir con certeza (ni siquiera en los evangelios bíblicos) un día exacto de ese sagrado día de la venida del salvador de la humanidad.
Fue Giovanni di Pietro Bernardone (1182-1226), mejor conocido como San Francisco de Asís, el primero en montar un pesebre viviente en la región de Umbría(Italia), utilizando gente del pueblo que personificaban a Jesús, María, José, los pastores y los Reyes Magos. A la vez utilizó un buey y un asno reales. Esa costumbre de las dramatizaciones de pesebres vivientes duró varios siglos hasta que en el Siglo XV surgió el primer nacimiento hecho con figuras de barro. Poco a poco los actores fueron reemplazados por figuras en madera, cera, pasta de papel o cartón, porcelana, arcilla, etcétera.
Pero fue a partir de la Revolución Francesa que se propagaron los ‘nacimientos’ en los hogares al prohibirse anticlericalmente las representaciones públicas de la Navidad.
ERRORES GARRAFALES
La principal crítica que le hacen a quienes arman el nacimiento es porque lo estructuran de una manera descuidada y sin guardar las debidas proporciones de sus diversos componentes. ¡Son un verdadero atentado contra la estética!
Los tamaños de las figuras principales (San José, La Virgen María, los pastores) son desproporcionadamente más grandes que los secundarios animalitos de plásticos (ovejas, perros, gatos, venados, etc). Así mismo nos podemos encontrar gigantescos pastorcillos que de manera imposible supuestamente habitan en casas pequeñas.
Algo también lamentable es que muchas personas le han ido incorporando elementos de otras culturas como Papá Noel o Santa Claus, el árbol de pino navideño y la nieve con sus muñecos, todos propios de las tierras frías, etc.
Para rematar la caótica arquitectura hay quienes instalan en el pesebre aviones, edificios modernos de varios pisos que obviamente no existían en aquellas épocas y hasta elementos como carros, camiones, muñequitos bélicos, animales salvajes (tigres, dragones, elefantes, hienas, simios, etc) , armas de fuego y hasta grotescos personajes de ciencia ficción como Power Rangers, Tortugas Ninjas, Superman, es decir, todo aquello que se les atraviese.
De igual forma es aconsejable revisar las instalaciones eléctricas utilizadas en los pesebres evitando cortocircuitos que sean potenciales fuentes de lamentables casos de “corrientazos” o incendios.
LOS ARBOLITOS DE NAVIDAD
Desde tiempos inmemoriales, el árbol ha sido un símbolo de la fertilidad y de la regeneración. Los babilonios fueron los que iniciaron esa costumbre ancestral de cortar un árbol para adornarlo y dejar regalos debajo del mismo.
Pero fueron sobre todo los celtas quienes decoraron los robles con frutas y velas durante los solsticios de invierno. Era una forma de reanimar el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación.
Sin embargo, son dos ciudades bálticas las que se disputan el mérito de haber erigido el primer árbol de Navidad en una plaza pública.
Una crítica generalizada es que aún existan pueblos en el mundo en el que sus habitantes, llegada la época decembrina, literalmente deforestan sus boques llenos de árboles de pino con tal de tener en sus casas o negocios gigantescos arbolitos de navidad.
A todas luces cometen un censurable atentado a la naturaleza al aniquilar los bosques y de paso el hábitat natural de ardillas, o aves que colocan allí sus nidos y todo tipo de animales.
En esto resulta aceptable lo que hacían nuestros antepasados caribeños que construían los arbolitos en forma natural a partir del cuidadoso destronche de las ramas secas de los árboles caseros (de limón o de mango, etc.), los cuales eran orgullosamente instalados en la sala de la casa pintados con cal y sembrados en unos tarros con cemento para que por su peso no se cayeran.
LO ÚLTIMO: PESEBRES Y ARBOLITOS
Gracias a Dios en nuestro mundo occidental los arboles naturales han cedido su paso a los artificiales. De igual forma últimamente se insiste en los pesebres ecológicos, que sean amigables y que no lleven destrucción y tristeza a la naturaleza. Es famoso el hecho de que en el interior colombiano algunas personas arman pesebres con musgos, para simular el pasto, y otros elementos naturales como líquenes, broza y quiches, produciendo con esto un desequilibrio en el ecosistema de páramo, porque la mayoría de estas plantas tardan en entre 20 y 25 años en recuperarse. Al utilizarse estos materiales la afectación climática es enorme y se disminuye el agua que va a parar a los ríos que surten a las grandes represas, que a su vez suministran agua potable y energía eléctrica a las ciudades en todo el territorio nacional.
La idea es recurrir creativamente en la decoración de pesebres a la gran variedad de materiales reciclables que están al alcance como cartón, botellas plásticas, latas, cubetas de huevos, palitos de madera, papel, alambres, tubos, entre otros elementos reutilizables, para así crear nacimientos ecológicos y sostenibles ambientalmente.
Es por todo lo anterior por lo que debemos defender esta hermosa tradición de, aún en los hogares más humildes, armar los maravillosos pesebres alrededor de los cuales toda la familiar se congrega para cantar villancicos y refrendar las más sinceros sentimientos de amor en esta hermosa época de la Navidad.