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ESPECIAL | Efectos de los tornados y otros cambios climáticos en la conducta humana

Temporadas de huracanes 2018.

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En estos meses en que dramáticamente azotan los huracanes y tormentas tropicales a EE. UU. y países de la cuenca del Caribe, conviene reflexionar en uno de los fenómenos que más atención está demandando a nivel de la neuropsicología: establecer hasta qué punto factores tales como las variaciones climatológicas y/o de presión atmosférica así como las precipitaciones lluviosas, inciden positiva o negativamente en los estados de ánimo y el comportamiento humano.

EFECTOS SICOLOGICOS DE LAS ESTACIONES CLIMÁTICAS Y EL CALOR

Los viejos poetas y filósofos ya se habían percatado que las estaciones climatológicas tenían relación con la vida afectiva. Creencias añejas insistían en que “la primavera la sangre altera”. El retoño de los árboles, el abrir de las flores, el reverdecer de la hierba y los cantos amorosos de las aves, generan una alegría vital en los seres humanos.

Se consideraba que en esa idílica época del año tanto hombres como mujeres se predisponían favorablemente al amor. No obstante estudios científicos contradicen esta apreciación poética, y concluyen de que esa sensual metamorfosis no se vive en la primavera si no… en el caluroso verano. Hesíodo apuntaba que “en agosto las mujeres son más lascivas”.

Los estudios del fisiólogo M. Smolensky de la Universidad de Texas lo confirmaron mediante la apreciación de tres simultáneos fenómenos en esta fogosa época: la concepción de la gran mayoría de niños, el aumento en la demanda de anticonceptivos y la mayor aparición de enfermedades venéreas. Esto demuestra que definitivamente el calor nos hace proclives a mantener más relaciones sexuales.

Es en esa época en que la tierra hierve sin refrigerio, en que se producen cambios fisiológicos que suscitan al amor: se incrementa la acidez de la sangre, irrumpen en las venas altos niveles de azúcar y colesterol; la barba y el cabello doblan su ritmo de crecimiento.

Cupido en su apogeo hace que las hormonas sexuales bullan en la sangre exacerbadas por el pegajoso calor y por el obligado uso de ropa ligera y la percepción de semi-desnudez despertando inconscientemente intensos deseos amorosos.

EL HIPOTÁLAMO: TERMOSTATO REGULADOR DE LA TEMPERATURA CORPORAL

Los seres humanos no somos animales de sangre fría, pues, como todos sabemos, la temperatura interna normal es de 37°C. Se ha comprobado que el Hipotálamo tiene que generar todo tipo de cambios humorales con tal de que el organismo conserve esa temperatura y se adapte a temperaturas que oscilan entre menos de 0°C hasta los 50°C.

En épocas calurosas como éstas el hipotálamo da dos órdenes: 1- Que se dilaten las venas capilares (cercanas a la piel) para desprendernos del calor lo cual enrojece la misma. 2- Ordena a las glándulas sudoríparas para que humedezcan la piel y la enfríen mediante el sudor. El frio, por el contrario, hace que la actividad metabólica disminuya, que se cierren los capilares cercanos a la piel para conservar energías.

¿CÓMO SE ALTERA EL ESTADO DE ÁNIMO Y EL HUMOR CON EL CALOR Y LAS LLUVIAS?

La ciencia ha confirmado la intuición popular: la química de nuestro cuerpo y los estados de ánimo también se alteran por el calor, y durante las horas que anteceden a las tormentas y tornados propios de esta nueva temporada de huracanes. Respecto al intenso calor que suele Llegada del huracán Irma, en septiembre del año pasado, a las costas de Puerto Rico, donde causó una tragedia.

Anteceder a los temidos ciclones, diversos estudios indican que además de que en las épocas de calor se producen más embarazos, los individuos tienden a decir más la verdad y a ser más generosos. Las temperaturas elevadas parecen afectar al córtex insular cerebral responsable de la empatía humana.

También en esos periodos calurosos aumentan los jugadores de apuestas, pues el bochorno parece aumentar el sentimiento de excitación relacionado con el riesgo de la apuesta. En otra investigación el Dr. Lowel Ponte (E.U.) halló que en el cálido verano se suelen reavivar viejos conflictos familiares, se reciben más pacientes en los hospitales siquiátricos y sube el índice de suicidios.

Según estudios publicados en 2013 en la revista Science, las temperaturas elevadas aumentan la cantidad de conflictos violentos interpersonales (las típicas peleas entre amigos o familiares), incluso los conflictos bélicos. De igual modo el médico español González Cavada reafirmó que, según su experiencia, “van más pacientes a consultas por problemas de piel, de úlcera, gastritis y se agudizan las enfermedades crónicas (asma, artritis).

¿QUÉ OCURRE EN EL ORGANISMO HUMANO ANTES DE UNA TEMPESTAD?

Entre los efectos emocionales que se perciben en quienes padecen desastres atmosféricos (tornados, ciclones, huracanes), los psico-meteorólogos han observado diversas reacciones de acuerdo con el periodo en que se atraviesa: la fase de pre-impacto, la de impacto y la de post-impacto.

En su mayoría las alteraciones sico-emocionales se manifiestan en el periodo de pre-impacto, de la catástrofe natural. En los momentos previos a la manifestación de una tormenta o huracán, además del inenarrable pánico colectivo los seres humanos sufren una terrorífica sensación de impotencia en que se imaginan que lo peor va a ocurrir. El siquiatra canadiense H.

Durost explica que hay personas que no soportan el estrés de este período. Se tornan en seres irritables, distraídos, embotados, desganados e incómodos. La sensación de bochorno les desespera, les agota fácilmente, volviéndose lentos y pesados en sus reacciones. Surgen dolores de cabeza, de huesos y de dientes cariados.

Estos síntomas permiten pronosticar fácil la proximidad de una tormenta. La explicación meteorológica a este fenómeno se centra dos fenómenos: Por una parte en los momentos previos a una tempestad la presión barométrica desciende, lo cual causa dilatación de los tejidos, disminución del flujo de sangre y aumento de la presión intracraneal. La otra explicación considera que en el aire existen billones de moléculas (iones) eléctricamente cargados positiva o negativamente.

La abundancia de iones negativos nos lleva a la alegría, al entusiasmo y a ser saludables. La predominancia de iones positivos nos conduce al desánimo y a la enfermedad. Normalmente en el aire hay equilibrio entre unos y otros, pero cuando soplan vientos fuertes o se avecina una tormenta, la atmosfera se llena de iones positivos los cual hace que la gente se deprima o que deambule aceleradamente y medio enloquecidos.

Es por ello que se incrementan los accidentes automovilísticos. Cosa totalmente opuesta sucede en la fase de pos-impacto, en que predominan los iones negativas lo cual la sabiduría popular ha bautizado con el refrán: “Después de la tempestad viene la calma”.

En esta fase después de la tormenta, además de daños materiales y las pérdidas humanas directas e indirectas, el evento, aún después de muchos meses de ocurrido, genera estragos y ansiedad. Incluso muchas personas ni se atreven a mencionar el solo nombre del ciclón, creyendo mágicamente que la tragedia se va a volver a repetir.

Con información de: Roque Herrera M.

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