Así se vive una fiesta de otakus en Barranquilla
Cada día son más los amantes de la cultura japonesa en Barranquilla.
Cruzar la puerta que daba la bienvenida al OZ Fest es entrar a un mundo diferente. Afuera, en la piscina del lugar, otros disfrutaban de un domingo familiar que incluía flotadores y mucho bloqueador; adentro, decenas de chicos se aglomeraban en el pequeño laberinto de stands atiborrados de memorabilia, llaveros, camisetas, accesorios y tomos de manga. Lo confieso, hubo de mi parte gritos de emoción y más de un suspiro.
Foto: Édgar Pedraza
Pero mi tarea, más allá de embelesarme con lo que se atravesaba en mi camino, era ponerle rostros a todo eso que iba encontrando: descubrir qué hay detrás de esa afición por el anime y el manga, los cómics y los videojuegos; su pasión por el cosplay (que no es muy distinto a lo que hacían nuestros padres al peinarse como Travolta tratando de imitarlo por allá en los 80's), y el amor que han cultivado por Japón. Ese sueño de estar alguna vez a miles de kilómetros paseando entre aquellos famosos cerezos.
Lo conseguí muy rápido; crucé palabras ytuve charlas amenas con quienes como yo comprendíamos de antemano de lo que se trata todo esto: ser auténticos.
El Otaku Zone Fest es la excusa ideal para la autenticidad, para pasearnos orgullosos por nuestros gustos y aficiones. Vivimos juntos la conexión entre la nostalgia de aquel pasado infantil de "kame-hame-has" y armaduras doradas, de caballeros zodiacales, con el presente de "jutsus" y titanes.
El stand de Julián Fonseca, de Jackmpoint, fue el primero con el que me topé, atraída por los posters, postales, separadores y pequeñas libretas con sus ilustraciones. Me hizo pasar al otro lado y desde donde atendía a los curiosos tuvimos una conversación ambientada con la música del concurso de karaoke.
Cachaco. Era su primera vez en un evento de este tipo en Barranquilla y encuentra interesante ver toda la cultura "geek" que ha venido germinando en la costa. Lleva quince años participando en la Feria del Libro de Bogotá.
En sus productos los protagonistas son niños disfrazados de héroes. Los dibuja así para "mostrarlos a la defensiva, más heroicos, porque por lo general los niños son muy vulnerables y la gente es muy mala con ellos", dice. Pinta también superhéroes y personajes de Star Wars en su propio estilo, con esa pizca de atracción macabra de la que no puedes apartar los ojos.
Continué el recorrido sorteando espadas de cartón y una que otra "bunny girl" hasta acercarme a un grupo de chicos ataviados en vestidos elaborados y pelucas muy bien cuidadas.
Foto: Édgar Pedraza
Entre la escena estaba Mónica Muñoz, conocida como "Moni Mu". También cachaca. "Amas un personaje que quieres representar de algún modo y que tiene muchas características que puedes aplicar. Por lo general son muy buenas y te pueden colaborar en la vida real", me contó sobre lo divertido que es hacer cosplay.
Un cosplay de magikarp Foto: Édgar Pedraza
'Moni Mu' lleva cuatro años haciendo cosplay. Trabaja en un medio de comunicación y ha sido parte del libro "Los mejores mil cosplay" de Yaya Han. Noté el orgullo en su voz al mencionarlo, aunque me decía que no le gustaba concursar. Su atuendo recreaba una versión fan art de Mami Tomoe, del anime Madoka Magica.
Foto: Édgar Pedraza
Unos pasos más adelante, un par de cosplayers recreaban una famosa escena del reconocido manga One Piece. Luffy y el Almirante Sengoku posaron completamente metidos en su mundo. Quien encarnaba al Almirante Sengoku era Juan Pablo Castilla, uno de los invitados especiales al evento y quien lleva seis años como cosplayer. Volvió a Barranquilla a participar en el OZ Fest por tercera vez. "¿Por qué hacer cosplay?", le pregunté, y me dijo que simplemente le parecía relajante: "Me permite explorar algo artístico de otra manera. No soy bueno para dibujar, ni para pintar ni nada de eso; pero con esto la verdad me divierto y la gente se divierte", contó orgulloso.
Foto: Édgar Pedraza
Divertirse . Pude darme cuenta que esa era la energía de los que se encontraban en el lugar. Eso se ve en las caras de los niños que rebuscaban las cartas del famoso Yu-Gi-Oh, en los adolescentes que estaban en tarima cantando en japonés y en los padres que acompañaban a sus hijos. Ellos no entienden casi nada de lo que pasa allí, pero eso es lo bonito, un asunto de complicidad.
Foto: Édgar Pedraza
Hablando de adultos contemporáneos, visité a los ilustradores mexicanos 'Jours de Papier', uno de los espacios más concurridos de la feria. Tania y Esteban recibían a todos con una sonrisa, regalaban autógrafos y contaban sus anécdotas abiertamente; aproveché para conversar con Esteban mientras Tania firmaba con nombres y garabatos a las decenas de solicitudes de los fans.
Foto: Édgar Pedraza
Era la primera vez que estaban en Barranquilla, aunque ya habían participado en eventos realizados en Cali y Bogotá.Su diario de pareja ilustrado a modo de tiras cómicas ha sido una sensación en redes sociales por contar con ese toque de humor las "verdades" de las relaciones sentimentales.
Llevan 4 años y 3 meses juntos y 3 años y 8 meses con el proyecto. No solo les ha valido para llevarse premios sino para una terapia de pareja efectiva. Les va muy bien. Han publicado seis libros: cuatro por sus propios medios, uno a través de un concurso y el más reciente ,"Manual de Supervivencia de la pareja moderna", con una editorial.
Foto: Édgar Pedraza
No podía irme sin que con una respuesta tratara de resumirme el libro. "¿Cómo sobrevivir?" Con una franca sonrisa me contestó: "Mi consejo es que platiquen mucho, sean muy pacientes y muy ecuánimes también. No se trata de ir explotando por el mundo ni culpando a la persona que tenemos cerca, sino tranquilizarse y decir: yo también cometo errores y quiero estar aquí; o no quiero estar aquí. Y tener el valor de afrontar esa decisión.También a veces hay que hacer sacrificios, pues no sólo es disfrute sino también compromiso, disciplina y dedicación".
Fueron tres días increíbles de Oz Fest. Tres días en los que en mi ciudad solo se hablaba de fútbol. De hecho, ese mismo día, afuera de ese ambiente mágico, miles de barranquilleros también se ataviaban, se pintaban la cara, se disfrazaban de sus ídolos y se volvían un sentimiento: jugaba el Junior. Es tal vez lo mismo que nos mueve a ir a las ferias de otakus, freaks o nerds: una auténtica pasión.