Faltaban 400 metros para finalizar la décima etapa de la Vuelta a España. Dentro del grupo de los embaladores que buscaban la victoria, estaba el barranquillero Nelson Soto, debutante con el equipo Caja Rural de España, quien se enfrentaba mano a mano con velocistas de élite, como el eslovaco Peter Sagan y el italiano Elia Viviani, quien se llevó la victoria.
Nelson terminó cuarto, pero sin duda fue una muestra de lo que puede llegar a lograr en el ciclismo de primer nivel, en el cual se empezó a forjar desde los 12 años, apoyado por su padre Luis Soto y el entrenador Pepe Caballero, quienes nunca lo dejaron desfallecer en su intento de llegar al profesionalismo, a pesar de luchar contra toda clase de obstáculos en sus inicios.
“Yo llevé a Nelson y a mi hija Yandry a unas competencias de los Nacionales de ciclismo que se hicieron ese año acá en Barranquilla en el 2009, en el Velódromo. El organizador nos dijo que lleváramos a Nelson a trabajar con las escuelas de formación, el problema es que ni bicicleta tenía él en ese momento”, afirma su padre, Luis Soto, quien tiene 64 años y es aficionado a este deporte, incluso, sale en las mañanas a pedalear en la vía al mar.
En esa época, el dinero no abundaba en la casa de los Soto y obviamente no alcanzaba para comprar una bicicleta. “Yo le armé una bicicleta con algunas piezas que tenía en la casa. Era una ‘panadera’, sin cambios y destartalada, pero con esa le tocó empezar a entrenar y no le fue tan mal”, dice Luis.
Con 15 años, era uno de los menores en los entrenamientos y al ver que los pedalistas mayores que él lo superaban, regresaba a su casa cabizbajo y ahí empezaba el trabajo de su papá. “Tranquilo, mijo, que ese es el reto suyo, ganarle a los mejores, no desfallezca”, le decía a su hijo para levantarle el ánimo.
Pasó el 2009 y llegó el 2010, un año decisivo. Muy bueno porque arrasó con cuanta competencia se le atravesó a nivel local, pero también se dio el fallecimiento de su mamá, Nubia Esther Martínez Novoa, el 13 de abril. “Fue muy duro para él y para su hermana. Él siguió entrenando y en cada competencia que tiene la recuerda mucho, dice que es su ángel en el cielo y que siempre lo acompaña donde va”, dice Luis.
A pesar de la pérdida de su madre, tuvo un año excelente en cuanto a lo deportivo. “Ganó de todo. En unos Intercolegiados, el alcalde Alejandro Char lo premió con un portátil. Fue un momento muy bonito, porque uno piensa en todas las dificultades que se le presentaron y a pesar de ello, él triunfa. Se me salieron las lágrimas, me emocioné mucho”, recuerda emocionado.
Pero como en todo deporte, la gloria no llega de un día para otro y pasó el tiempo y la situación económica en el hogar de los Soto se puso complicada. “Él entró a hacer un curso de Soldadura en el Sena de la 30, porque habían buenas oportunidades de trabajo. En ese tiempo le tocó duro, hizo las prácticas en Caterpilar, pero no le daban tiempo para entrenar y le tocaba hacerlo en la noche. Llegaba con los ojos rojos, estaba reventado”, recuerda aquellos duros momentos Luis.
EMPEZÓ EN COLDEPORTES CLARO
Nelson hizo parte del equipo Coldeportes Claro, quien se fijó en las cualidades del pedalista barranquillero. Previo a eso le tocó abrirse camino en varias competencias nacionales, a las cuales viajó con mucho esfuerzo y con poco apoyo. Uno de los pocos que le dieron la mano fue el entrenador barranquillero Pepe Caballero.
“Él trabajó como 15 días de soldador y se ganó 450 mil pesos. Entonces salió una competencia en Valledupar y yo lo convencí para que fuéramos. En una sola carrera se ganó 800 mil pesos, entonces le dije que él podía vivir del ciclismo, que si seguía trabajando y entrenando en las noches, íbamos a perder un gran corredor y mira donde está ahora”, afirma Caballero.
“En otra ocasión se fue para Duitama, allá lo recibió un familiar que tenía una finca y lo ubicaron en un cuarto que tenía un horno gigante para hacer ladrillos. Se lo adecuaron y ahí durmió, sin señal de celular ni nada, totalmente aislado. Corrió un circuito en Cómbita con los duros de Boyacá y se cayó. Le tocó esperar a que un camionero lo recogiera y lo llevara otra vez a Duitama, fueron tiempos complicados para él”, agrega Caballero.
“Cuando nos enteramos que el Caja Rural ya tenía lista su contratación, no te puedes imaginar la alegría que sentimos todos. Porque fueron muchos esfuerzos que se realizaron, Nelson empezó de abajo, bicicletas prestadas, zapatillas. Él era un muchacho flaco, sin garbo, no pintaba para nada. Pero yo le vi el compromiso, las ganas de salir adelante. El ciclismo es así, si empiezas obligado no logras nada, pero si lo haces por amor, las cosas se te van a dar”, finaliza Caballero.
No por nada, una de las figuras colombianas consagradas en este deporte, el paisa Rigoberto Urán, definió de la mejor manera a Nelson: “¡Este costeño es un berraco”!