¿Por qué ha sido tan difícil para un beisbolista colombiano vestirse con el uniforme rayado más famoso del mundo? El barranquillero
Donovan Solano
pagó esa deuda pendiente con la historia, al romper el tabú que parecía no poder jugar con la marca deportiva más famosa del mundo en este deporte: los Yankees de Nueva York; institución equiparable en altura a lo que en el fútbol representa el Real Madrid.
Los ‘Mulos’, como los llaman, es el equipo que más veces ha ganado la Serie Mundial. Es la meta para todo jugador en el mundo, que hace de la pelota caliente su deporte y carrera.
El segunda base colombiano llegó a los Yankees como liga mayor, maduró como persona y deportista. Cuenta con más de 361 juegos de experiencia con los Marlins de Miami, y un rendimiento en Triple A que lo ayudó en un momento en que los Yankees requerían un remplazo en el campo interior. Sin embargo, cuando se repasa la historia de los nuestros en las entrañas de Manhattan, se encuentran varios nombres y varias preguntas sin resolver.
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Por ejemplo, José Quintana, firmado por esa organización en marzo de 2008, y dado de baja en el 2011. Meses antes que los Medias Blancas de Chicago lo subieran al primer equipo en las mayores desde Doble A, y terminara consolidándose como la estrella que hoy es.
¿Qué pasó allí? O en el caso de los serpentineros derechos Javier Ortiz y Johnny Pantoja, o el jugador de campo Johnny León, talentos de buena consideración que vieron la tierra prometida en los Yankees, pero que no pudieron entrar a ella pese a sus capacidades individuales.
No cumplieron con los estándares de calidad y disciplina exigidos por el equipo en sus momentos, sumado a la filosofía que llevan los Yankees en su ADN, ganarlo todo. Sin embargo, en los últimos meses las cosas dieron un giro en el equipo neoyorquino. Salieron nombres rutilantes que dieron paso a jugadores de las menores.
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Los contundentes números de Solano con el equipo triple A (Rail Raiders) le fueron abriendo paso, más la coyuntura de la lesión del segunda base dominicano Starlin Castro, y que el primer equipo se despidió temprano de la postemporada.
El barranquillero obtuvo el mejor promedio de bateo de la novena campeona en la Liga Internacional Triple A con un 319. Fue el que más jugó este año, 131 partidos. El que más carreras remolcó, 67. El de más imparables, 163. El de más turnos, 511. Y el segundo con más anotadas, 64. Su llegada al roster de 25 puede interpretarse como un voto de confianza de Joe Girardi, no solo a él sino a los peloteros que vienen desarrollándose en su sistema de ligas menores, y un inicio para que a futuro el nombre de Colombia sea más familiar para los cotizados Yankees.