Hace 12 años, le cambió la vida al técnico antioqueño Luis Fernando Montoya. En un asalto en su casa en Manizales, uno de los seis ladrones implicados le propinó dos disparos en la espalda, viéndose afectada la columna vertebral, quedando cuadripléjico, es decir, sin movilidad en su cuerpo.
Además su aparato respiratorio sufrió graves daños y solo hasta el 2009, pudo ser desconectado de los artefactos que lo ayudaban a respirar con normalidad.
Aquel 22 de diciembre de 2004 estuvo a punto de morir. Pero batalló y finalmente regresó a su casa, para empezar con su recuperación, en la cual sigue actualmente, sin suspender ningún día las extenuantes terapias y sonriéndole a la vida, en compañía de su esposa Adriana Herrera y su hijo José Fernando.
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“Tengo la mejor disposición con la gente de Barranquilla, cuando fui con Nacional o con el Once Caldas, me trataron muy bien”, fue lo primero que dijo al recibir la llamada telefónica de AL DÍA, la cual contestó desde su casa en el barrio El Poblado de Medellín, donde vive hace 4 años.
Con todo el buen año que tuvo Nacional, ¿se acordó por instantes de lo vivido con Once Caldas en el 2004?
Sí claro, pero yo diría que en planos totalmente diferentes, porque el Once Caldas era un equipo humilde, sin los mejores jugadores del país, sin tener tanto nombre, fue un equipo que en Sudamérica se impuso ante grandes rivales, como Vélez Sarsfield, Santos, Sao Paulo y Boca Juniors. Lo de Nacional, muy bueno, pero ellos han comprado los mejores jugadores del país, para ganarle a todo mundo, hay más mérito cuando usted, con un equipo modesto, hace cosas grandes.
¿Qué recuerdos especiales tiene del último partido que dirigió, ante el Porto en el Mundial de Clubes?
Yo tuve tres pensamientos muy claros: el primero, ir a Japón y no hacer quedar mal el fútbol colombiano. Segundo, que no nos fuera a golear, a un equipo modesto como lo era el Once Caldas; y lo tercero era aguantarles el mayor tiempo posible a esos europeos, que decían que eran los mejores y nosotros aguantamos 120 minutos y no nos hicieron gol. Y mire que estuvimos a un penal de ser campeones del mundo.
¿Cuándo usted volvió de Japón y fue nombrado como el mejor técnico de América, tenía ofertas de varios clubes en el exterior?
Parece que había ofertas de México, pero a mí después me contaron que había un equipo grande de España que me quería y en Italia también, pero simplemente fueron rumores. Mire que el día que tuve el incidente me llamaron temprano y quedaron de hablar conmigo, pero entonces pasó lo que pasó y sonó el teléfono en mi casa pero nadie lo contestó.
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¿Cómo se siente en esta época decembrina?
A mí esta época me da muy duro, porque esto fue el 22, fue además en el mejor año mío, con muchas posibilidades de ir al exterior y lastimosamente me quedé con esto, pero lo he aceptado y he salido adelante. El mensaje es que pese a las dificultades, hay que amar mucho la vida, porque la vida lo es todo, no podemos dañarnos nosotros mismos por cosas tan insignificantes, respetar a los niños, los adultos, tanto de esto que hace falta en Colombia.
¿Qué pasó ese 22 de diciembre de 2004?
Resulta que yo en ese momento venía de la finca de ver unos trabajos que me estaban haciendo, estaba construyendo una casa en la finca. Entonces cuando ya yo estoy en la casa, tocan el timbre y salgo a abrir la puerta y había un tipo que le tenía un revólver a mi señora en la cabeza. Él pedía la plata, como yo la tenía en el bolsillo, tenía unos dólares que había traído de Japón, entonces me mando la mano al bolsillo, como era una camisa larga, yo me la levanto, entonces el tipo me disparó. Yo pienso que fue pensando que yo estaba armado, pero en ningún momento he cargado armas.
El Espectador
¿Qué le causa el recordar esos momentos tan complicados?
Me duele mucho, pero me duele más saber que en el país siguen pasando este tipo de cosas y es muy poco lo que se hace. La justicia no hace lo pertinente con estas personas tipo fleteros, asesinos, gente que le hace tanto daño a este país y no solamente eso, yo pienso que es un buen momento para que la justicia en Colombia empiece a obrar.
Usted en muchas entrevistas que ha realizado, ha hablado que perdona a sus asaltantes…
Yo pienso que, primero que todo, si yo me los encuentro en la calle, no sé quiénes son, yo no los distingo, entonces yo me la pasaría dándole perdón a todo mundo. No tanto eso, tal vez decirle a todos los fleteros y delincuentes que hay en toda Colombia, que ojalá no hagan jamás una cosa de estas.
¿Cómo es un día en la vida del profe Montoya?
Yo me levanto a las 6 de la mañana, empiezo baño a las 7:30, me hacen unos procedimientos, luego terapia respiratoria, después terapia física durante 5 horas, esto lo hago todos los días. Termino a las 12:30 del mediodía, hago mis necesidades fisiológicas. Empiezo otra terapia respiratoria, luego almuerzo y a las 2:30 de la tarde sigo con terapia física y a las 5:00 de la tarde hago procesos de fonoaudiología, ahí termina mi día.
¿Sigue siendo un afiebrado del fútbol?
Yo sigo el fútbol colombiano, el de España, de Italia, de Inglaterra y trato de ver fútbol francés, aquí toda la semana se ve fútbol de todos los países. Veo partidos haciendo terapia, siempre tratando de estar juicioso con eso.
¿Qué siente que le falta por hacer en su vida?
Bueno, luego del incidente pensé mucho en cosas que no podía hacer, pero fíjese que al poco tiempo se me dio la oportunidad. Fui asesor de Millonarios, salimos campeones con el técnico Hernán Torres y me gustaría poder poner todos mis conocimientos y dárselos a los técnicos nuevos. Hoy en día dicto clases en el Sena, a entrenadores de fútbol.
¿Qué le está pidiendo al Niño Dios?
Quiero volver a caminar. La idea es volver a caminar, para ver si puedo volver a dirigir o mover mis brazos para abrazar a mi hijo, eso lo deseo con todas mis fuerzas. Sé que me voy a recuperar y si no, pues tengo que seguir sonriéndole a la vida, uno no se puede dejar vencer tan fácilmente.