César Farías, DT de Junior, en un entrenamiento con el equipo barranquillero
César Farías, DT de Junior, en un entrenamiento con el equipo barranquilleroJohnny González
Deportes

“Mi sueño es ganar la Libertadores con Junior”: César Farías

El estratega le concedió una amplia entrevista a AL DÍA en la que también habló de aspectos personales de su vida, como por ejemplo, cómo lo marcó la muerte de su hermana cuando era niño.

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  • El entrenador de Junior, César Farías, le abrió la puerta a AL DÍA para una amplia conversación sobre su vida y cómo pasó, de una familia de empresarios, a convertirse en entrenador profesional. 
  • Farías mencionó que ha viajado a lo largo de más de 60 países y que el fútbol ha sido la pasión que ha cambiado su vida. 
  • En la charla, aseguró que su gran sueño en el presente es ganar la Copa Libertadores con el cuadro barranquillero. 

Nació en cuna de oro. La historia de César Alejandro Farías Acosta no es la del típico hombre de fútbol que se abrió paso entre la adversidad y la escasez. El venezolano que ahora dirige a Junior, tenía todo. No le faltaba nada. 

A los 6 años, su vida era completamente feliz hasta el día que se apagó la de su hermana. Ana, con solo cinco, dijo adiós y dejó un vacío eterno. Desde ahí, César empezó a aprender qué es “lo realmente importante”.

Las posibilidades que permitía la abundancia económica de su familia no bastaron para evitar el lacerante destino de su hermanita. Eran tiempos sin los avances de hoy para contrarrestar una leucemia que había tomado demasiada ventaja. 

El recuerdo lo conmueve, le quiebra la voz y le asoma unas lágrimas, pero César Farías se refiere a eso, a otros capítulos de su existencia más allá del fútbol, y a sus desafíos y sueños con Junior (hay uno que dará mucho de qué hablar), en una amplia entrevista que le concedió a AL DÍA el pasado miércoles en la sede de los ‘Tiburones’ en Sabanilla. 

AL DÍA. Dijo en la rueda de prensa del
martes que ya ha conocido 62 países…
César Farías. El fútbol me ha dado la posibilidad, y también he viajado desde pequeño. Vengo de una familia que tenía sus posibilidades. Agradezco que me pudieron dar una una crianza llena de principios, de valores que hemos podido transmitir a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, a nuestros hermanos menores y ahora a mi nietecito, que está por cumplir dos años. Esos son valores que se forman en los hogares, que no te los dan en la escuela o en un libro.  

A.D.  De esos 62 países, ¿cuál ha sido el lugar donde usted dijo: yo aquí no vuelvo? 

C.F. Lo dije, y volví (risas). Me tocó un partido en la India, en Calcuta, contra Argentina. Unos empresarios, que estaban montando el evento, me dijeron: ‘van a armar la Superliga India, esto se va a llenar de estrellas, ¿a usted no le interesaría? No, muchas gracias, yo no vuelvo por acá. Después, como a los tres años, recibí una llamada para dirigir el North East United, de la India. Mi primera respuesta: no. Yo venía de México (de dirigir Xolos de Tijuana) y El Puebla me quiso llevar nuevamente, hasta me mandó los pasajes. Yo en ese momento compré el Zulia FC (equipo de Venezuela). Los escuché bien y les dije: ‘mira que la experiencia cuando yo fui no fue agradable’. Me explicaron que la organización había cambiado, que existía una estructura y me convencieron. Acepté.

A.D. ¿Qué le había pasado la primera vez
que fue a la India?
C.F. Mucha desorganización. La alimentación también era difícil, a pesar de que yo como de todo, y en mi pueblo, en Güiria, hay mucha ascendencia antillana por la frontera marítima con Trinidad y Tobago, y se come mucho curry, masala y coco, como aquí que hacen arroz con coco. Yo fui pensando que era así, y tienen algunas cosas que impresionan para los que vivimos de este lado del mundo.

A.D. ¿Y cómo hizo con la 
comida en la India?
C.F. Sencillo. Nosotros vivíamos en un hotel cinco estrellas, el chef era amigo mío (risas). Yo también tengo mucha amplitud con la comida asiática, ya sea árabe, japonesa o china. He probado platos exóticos. Por ejemplo, en Myanmar (o Birmania, nación del Sudeste Asiático que limita con la India, Bangladés, China, Laos y Tailandia), no sé ni lo que comí realmente, pero yo voy y pruebo. Mi papá me enseñó que tenía que probar de todo y después elijo lo que me gusta.

A.D. ¿Aquí en Barranquilla que ha
probado?
C.F. No he visto nada extraño, pero hace muchos años me comí un bocachico en cabrito. Con patacones. ¡Delicioso! Me encanta esa comida, se parece mucho a la de mi tierra. Yo viví mucho en Maracaibo, y cuando tú vienes por tierra para acá, antes de salir de Venezuela, antes de llegar a Paraguachón y Maicao, hay un restaurante que se llama El Trompo, y ahí preparan bocachico relleno, como acá.

A.D. Entiendo que su familia está
relacionada con la industria petrolera
y otras empresas. ¿Por qué César Farías
termina sumergido en el mundo del
fútbol y no se convirtió en empresario?
C.F. Mi papá siempre me inculcó el deporte y me llevó hacia ese lado después de que mi hermanita murió de leucemia. Era un año menor que yo, y murió en Nueva York, cuando nos fuimos a tratar de salvarla. Los psicólogos del Memorial Hospital le recomendaron a mis padres que yo tuviera muchas actividades deportivas, y cuando retornamos y nos mudamos de Nueva York a Caracas, el apartamento que había comprado mi papá era enfrente de todo el Club Táchira (centro social y recreativo). Nosotros jugábamos fútbol, béisbol, ping-pong, billar, natación, tenis, clavados, y me encantaba mucho el básquetbol porque era lo que jugábamos cuando iba de vacaciones a mi pueblo, Güiria, en el estado de Sucre, que está en el oriente de Venezuela. Crecí en el multideporte, pero mi papá también me enseñó a trabajar desde muy pequeño. Yo estudiaba y tenía que ir a las empresas a trabajar. Nosotros éramos distribuidores de distintos combustibles y también transportistas. Desde muy pequeño estaba manejando y gestionando recurso humano, teniendo que interactuar a veces con rigidez y a veces con cariño, con gente mayor que yo y con gente culturalmente de otras formas, con camioneros que normalmente son fuertes, recios. Eso también me fue inculcando cosas. Después también gerencié una radio de FM y trabajé en un periódico, mi papá era el dueño. Eso me ayudó en los micrófonos. Luego tuve programas de fútbol y conocí todo detrás de los micrófonos.

A.D. ¿Su familia era en el oriente de
Venezuela como los Char en el Atlántico?
C.F. En ese momento sí, mi papá era el dueño de la empresa que tenía el aseo urbano de la ciudad, después llegó a tenerlo también en Cumaná, Carúpano y Ciudad Bolívar. Cuatro ciudades. Luego en Maracaibo y en una parte de Caracas (en Petare). Uno aprende de todas esas cosas porque son empresas que tienen 300 empleados, y hay que aprender las distintas ópticas. Eran empresas muy productivas de la época y todo el mundo les quería pegar la mano políticamente. Uno aprende de eso.

A.D. ¿Sus familiares estuvieron en cargos
públicos?
C.F. Mi abuela fue la primera alcaldesa de Güiria, y mi abuelo por parte de mamá también. Y mi abuelo paterno fue senador de la república, y después tuvo que irse exiliado. Salió por Trinidad y Tobago, se fue a Costa Rica y terminó en México. Volvió cuando cayó el gobierno de (Marcos) Pérez Jiménez (político, militar y dictador venezolano). Sí hemos estado cercanos al desarrollo político del país de aquel momento.

A.D. ¿Cuántos años tenía usted cuando
falleció su hermanita?
C.F.  Seis. Ella cinco. Es algo que siempre me ha costado mucho superarlo, pero tengo un bonito recuerdo. Triste porque me hubiese gustado tener a ese ser querido disfrutando todo lo que he podido disfrutar. Era diametralmente opuesta a mí, era una niña rubiesita y era mi compañerita. Eso también me enseñó que las dificultades son para superarlas, y que algo peor que eso no hay nada en la vida. Un conflicto, un problema, una conducta, todas las cosas son solucionables. Hay cosas que van más allá, que son más difíciles. En ese momento no había trasplante de médula. Fueron al mejor lugar en el mundo donde se podía tratar de salvar, sin embargo, no se pudo. Hoy en día, tal vez, estoy convencido que sí.

A.D. ¿Cómo ha sobrellevado todo eso?
C.F.  El tiempo pasó, y llegué a Bolivia (como técnico de The Strongest). Apenas llegué, había una niña a la que los jugadores le estaban haciendo una recolecta para ayudarla. También tenía leucemia y el mismo nombre de mi hermana, Ana. Yo le puse a mi hija mayor Ana Karina por mi hermana. Y bueno, le pregunté al padre de la niña cuánto valía la operación, que la hacían en Brasil, el trasplante de médula, y me había dicho que 50 mil dólares. Yo le dije: si salimos campeones, yo te voy a ayudar. No salimos campeones en ese mes, quedamos segundos, pero el semestre siguiente, en diciembre, lo logramos. Nunca lo había dicho en público, pero me tocaste una tecla que me puso sensible, se salvó la niña. La operación era mucho más cara, pero afortunadamente el fútbol me dio los recursos para ayudarla. El padre murió en la pandemia, pero en mi último partido de Eliminatoria (al Mundial de Catar), después de que recibimos a Brasil allá, la niña, ya una señorita de 16 años o un poco más, ya estaba estudiando arquitectura, iba muy bien en la universidad. Yo la conocí peloncita por la quimioterapia, por todas estas cosas, y ya estaba con el cabello largo. La verdad que son momentos que te generan una paz y una tranquilidad… uno quisiera decir una grosería de las que se escuchan en Barranquilla: todo lo demás vale… aquello. Cuando uno ve ese tipo de cosas, se llena de energía y de voluntad para todo lo que viene por delante. 

A.D. ¿Cuál es su posición política en
Venezuela? 
C.F. Yo siempre me he considerado una tercera vía, en la cual tengo un respeto por la dicotomía que hay en ambos lugares. Los que están de este lado (señala mano derecha) piensan que su mundo es el mejor y los que están de este lado (señala su mano izquierda) piensan que su mundo es mejor, pero súmale que los que están de este lado piensan que este mundo es una porquería y el que está de este lado piensa que este es una porquería. Yo creo que ambos tienen cosas buenas. Nosotros teníamos una posición de técnico de la selección nacional que era el color que nos unía a todos a través de ‘la Vinotinto’, y teníamos que tener una imparcialidad. Mi partido político es el fútbol, mi partido político es la selección, mi partido político es el país entero, no un lado u otro. Yo tenía buena relación en ambos sectores. Siempre hay terceros con mala intención que tratan de vincularte u oponerte, esa no es mi posición, yo no me preparé para eso en la vida, me preparé para otras cosas. Lo que sí creo es en el respeto, en los principios que genera la legislación de que debe haber formas correctas, no creo en los atropellos, no creo en las maldades, sino que nosotros tenemos un país maravilloso que si nos ponemos de acuerdo todos lo podemos echar para adelante y no estar sumergidos en la problemática que estamos hoy.

A.D. ¿Qué ‘le saca la piedra’ a César
Farías? 
C.F. El abuso, el irrespeto. Uno tolera muchas cosas en esta profesión, pero no me gustan los abusos. Nunca me gustó abusar con nadie. Uno aprende que no todos los conflictos están a la altura de uno, que uno también tiene que saber gobernarse a sí mismo. El que no se gobierna a sí mismo no puede influir sobre los otros, es un pensamiento filosófico griego, pero también tiene mucho de las artes marciales. Yo sé tolerar mucho más de lo que he reaccionado, lo que pasa es que cuando he reaccionado, lo he hecho con causa, y como soy hombre, no voy para atrás, ya una vez que se cruza esa raya, uno sabe ir al frente. Pero este es un deporte varonil, viril, que necesita también de esas cosas. La diferencia es que la gente piensa que uno es un tirano. Soy una persona que me gusta comprender, escuchar, pero al estar en este deporte me gusta ser exigente por ser competitivo, porque a mí me trajeron aquí para ganar, y para ganar tienes que ser exigente, pero equivocan el plano de dictador, yo no soy un dictador. 

A.D. ¿Con qué sueña Farías en Junior?
C.F. Ya me van a empezar a decir vender humo, ya me metiste en problemas, pero no importa. Así ha sido toda mi carrera, yo lo acepto. Ganar la Copa Libertadores. Este es un club que ya estuvo cerca de ganar una Copa Sudamericana. Es un club para, en lo que uno lo ve, en la grandeza que tiene, para pelear a los brasileros y los argentinos. Aquí hay varios clubes de esa magnitud, porque han estado cerca.