Minuto noventa. Tres minutos de adición. Hace dos minutos Teófilo Gutiérrez acaba de sepultar con un golazo al Medellín para que el Junior se encamine a ganar la Copa Águila 2017 y obtener el derecho de ir a Copa Libertadores el próximo año.
Ya Jarlan Barrera había adelantado al equipo Tiburón a nueve minutos de terminar el primer tiempo. El 2-0 es definitivo. Mientras miro el juego por televisión, en medio de este frío glaciar bogotano, escucho pitos de carros que vienen del Parque de la 93.
Necesito alguien con quien abrazarme y entonces llamo por video a mi casa. Es duro estar lejos de estos triunfos maravillosos del equipo amado. 90+1 y el Metro es una fiesta maravillosa. Se va Teófilo por Escalante. Ahora la fiesta es un carnaval rojiblanco completo. 90+2 y comienzo a escuchar la fiesta de pólvora fuera del estadio. 90+3 y algo le va a dar a Julio Comesaña. El técnico tiene los dientes apretados y los ojos rojos. Está evitando las lágrimas.
Nicolás Gallo pita el final del juego y entonces se viene esa catapulta de sentimientos, de lágrimas, de abrazos, de emociones incontenidas. El locutor Ramiro Jiménez grita a puro pulmón que Junior es el campeón. El televisor se me pierde en una cortina. Es el llanto del Juniorismo de los que están en el Metro, de los que están pegados a la TV, de los que están allá y de los que estamos por acá en cualquier lugar del mundo.
Comesaña se abraza con sus dirigidos, con Arturo Reyes y Héctor Fabio Báez, y se quiebra, y llora como un niño y grita y le cae encima esa pirámide de jugadores emocionados y agradecidos. El fútbol ha sido justo con Julio esta noche. Ahora es campeón con Junior como jugador y como técnico campeón de Liga y Campeón de Copa.
El fútbol también ha sido justo con Fuad Char y su familia. La inversión rimbombante ha comenzado a ser retribuida con títulos. Que para eso se traen los buenos jugadores. Justo con el manejo impecable en todo. Junior es un equipo de alta calidad en todo. En los viajes, en los hoteles, en las concentraciones, en los premios. Y justo también con el grupo de jugadores. Con los que estaban y los con los que llegaron. Con los veteranos y con los jóvenes. Justo con Jarlan que había quedado tocado después del penal no convertido ante el Tolima. Su abuelo vino de Venezuela a verlo. Aún debe estar ‘borracho’ de fútbol.
Me avisan que ha llegado la cena que pedí y al abrir la puerta siento una voz caribeña. “Hombe don Hugo si es usted… yo soy de San Juan Nepo”, me ha dicho el hombre del domicilio y me ha abrazado en medio de las lágrimas. Junior es un sentimiento que no puede parar.
Ahora oigo a Julio Comesaña hablar en rueda de prensa. Acaba de decir algo que es real. A medida que la vida avanza nuestros logros ya no son para nosotros, son para nuestros hijos, para nuestros nietos, para nuestra familia. Comesaña dedica el título a la afición y hasta al periodismo “a ustedes que siempre están trabajando ahí”, dice.
Así es nuestra afición. La que no tiene comparación. La que compró abonos y la que compró boletas. Esa gente que nunca falla, que siempre está ahí. En las buenas y en las regulares. Con sol o con lluvia. Y esos que están lejos, en cualquier lugarcito del mundo. Donde quieran que estén es Barranquilla la que está y es el Junior el que mora en sus corazones. Miro mi teléfono y dice +99 mensajes. El Juniorismo está en pie de fiesta…