Jugó el peor partido. Titubeante, manso y errático en defensa, plano, predecible, sin chispa y totalmente estéril en ataque, Junior sucumbió ante Barcelona de Ecuador y desperdició una inmejorable oportunidad de llegar a la última fecha con mejores posibilidades de clasificación en el Grupo A de la Copa Libertadores, que tiene de líder al Flamengo, que goleó 4-0 al Independiente del Valle en el estadio Maracaná.
Solo un milagrazo le entregaría el tiquete a la siguiente fase a los Tiburones,
que ilusionaron con dos victorias consecutivas (ante los dos rivales ecuatorianos) y decepcionaron en la noche de este miércoles con una presentación sin la vitalidad, acierto y jerarquía que se requiere en un torneo internacional.
Todo le salió mal a Luis Amaranto Perea. Desde la apuesta por dejar en el banco a su goleador y principal contratación, Miguel Ángel Borja, a quien también sentado ante Envigado, en la Liga (¡Increíble!), hasta los cambios para tratar de enderezar el flojo desempeño de los jugadores.
El equipo rojiblanco entró con algo de entusiasmo y tratando de abrir el marcador. ¡Clan! Freddy Hinestroza sonó el arco de Barcelona con un zurdazo de tiro libre que besó la escuadra superior izquierda del cancerbero Javier Burrai.
¡Uuy!... Posteriormente ‘Cariaco’ González, en una de las pocas jugadas en las que apareció, eludió a varios hombres con la habilidad que tanto se le ha esperado y generó zozobra en el área visitante.
Solo ‘uys’ y postazos (después se dieron otros dos),
Junior, como ante Envigado, careció de ideas claras, de profundidad y atrevimiento. Marlon Piedrahíta asumía un compromiso decidido y criterioso en procura de espacios y rutas hacia el gol. Una golondrina no hace verano.
De vez en cuando Hinestroza, con sus intentos de media distancia, y Cetré, con sus esporádicos arrancones por derecha
que terminaban en falta, hacían pensar en la posibilidad de un gol. Pero eran búsquedas aisladas, no había un trabajo colectivo sólido que sometiera al adversario.
En medio de esa falta de ingenio y mayor agresividad para superar al contrario, la zaga tartamudeaba una y otra vez poniendo en riesgo la cabaña de Viera.
Fue inevitable recordar a Rafael Pérez, la muralla cartagenera que se encuentra prestada a Talleres de Córdoba. Dany Rosero, que suele vivir en la cuerda floja, estaba menos confiable que nunca, mientras Germán Mera tenía serias filtraciones y Gabriel Fuentes las agrietaba aún más.
Se vieron tan mal los defensas de Junior que un delantero de escasa técnica como Jonatan Álvez, que pasó sin pena ni gloria por el cuadro tiburón, conducía con facilidad y soltura. No lo pudieron parar en toda la noche sin hacerle falta.
Las dificultades de la zaga local quedaron en evidencia en la agonía del primer tiempo cuando Byron Castillo, que ya había amenazado en varias ocasiones, aprovechó la complaciente marca de vista de Fuentes y
con un metrallazo superó a Sebastián Viera por el mismo palo que custodiaba.
Un 1-0 que llevó estrés a los 15 minutos de descanso. La preocupación fue peor iniciando el segundo tiempo cuando ‘el Loco’ Álvez, que se moría de ganas por un gol, se avivó ante una nueva escena de candidez de Rosero y cabeceó una pelota que tomó mal posicionado a Viera, que trataba de rescatar la bola. Inapelable ley del ex. El charrúa festejó pidiendo perdón a la hinchada rojiblanca (eso daba a entender con sus gestos).
El 2-0 puso el resultado demasiado cuesta arriba y del banco técnico
no vinieron soluciones. Ahí sí Perea vio como salvador a Borja. Mandó al cordobés en compañía de Sherman Cárdenas a que remediara semejante embrollo.
Sacó a ‘Cariaco’, que estaba deambulando en la cancha, y a Cetré, que al menos estaba moviéndose e intentando. Era preferible sustituir a Carmelo Valencia, que se encontraba tan extraviado como González. Mucho más al pasarlo a un costado después de los cambios. Desapareció por completo.
Luego entró Rangel, que sigue lejísimos del artillero que le salía todo y evidenciaba ganas en el América, y Larry Vásquez, que no se notó.
Cambios que ni frío ni calor.
Barcelona se defendió sin mayores apuros, más allá de los postazos de Fuentes (lo botó) y Borja, ante un Junior desdibujado, sin ton ni son, que pasó de la ilusión a la decepción.