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En Barranquilla se quedan, la emotiva columna de Hugo Illera

El columnista habló sobre el papel del alcalde y los barranquilleros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

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Le escribí al Alcalde Alex Char. Le dije que pensaba que lo de los escenarios deportivos es maravilloso, pero lo es mucho más el cambio de la gente. Que Barranquilla ya no será igual. Que ésta gestión de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que despedimos con alegría llena de nostalgia, será un antes y un después en nuestra historia.

El ejercicio de estar unidos, la educación ciudadana, el sentido de pertenencia y el amor a Barranquilla que habíamos perdido ahora están renovados, vigentes y robustos. Que no son las construcciones (que quedaron del carajo) sino la construcción de ciudadanía. Que fue placentero escuchar a nuestros habitantes aplaudir por igual a nuestros atletas y a los de los otros países.

Que hacíamos llorar el alma cuando cantábamos a grito batido nuestro himno. Que nuestros atletas escucharán por siempre los gritos unidos de ¡Colombia, Colombia! Que los que vinieron volverán. Que al pasar los años les contarán a sus hijos y nietos que en la esquina de Suramérica hay una ciudad mágica llamada Barranquilla donde, alguna vez, ganaron una medalla para su país o vinieron y se llevaron a nuestra ciudad en el corazón.

¡Bien sabe usted señor Alcalde, la clase de cambio que seguiremos viendo gracias a estos juegos! Barranquilla ya no estará anclada al pasado. Me quedo con el recuerdo de los estadios llenos. Con el salto de Caterine Ibargüen, y con el llanto salido del corazón de la basquetbolista Tatiana Mosquera. Me quedo con los remates imparables de Amanda Coneo en volibol, y con el corazón de la chiquitica Mayra Caicedo en el baloncesto. Con la fuerza de Muriel Coneo en el remate de los cinco mil metros.