Hace doce años voló por primera vez en unos Juegos Panamericanos y se fue en blanco. Tras reinventarse desde la fallida experiencia, la colombiana Caterine Ibargüen se despedirá en Lima de las justas continentales como leyenda viva del atletismo mundial.
Aquel tropiezo en las pistas de Río de Janeiro, que la dejó sin cupo para los Olímpicos de Pekín-2008, le hizo considerar su retiro del atletismo.
Abandonó Colombia para radicarse en Puerto Rico y allí cambió el salto alto por el triple, la disciplina que la arropó de gloria: plata en los Juegos Olímpicos de Londres-2012, oro en Río-2016 y los títulos mundiales de Moscú-2013 y Pekín-2015.
La superación, entonces, se convirtió en incentivo de la carrera deportiva de esta saltadora carismática y de sonrisa amplia, cuyo retiro está a la vuelta de la esquina.
En la que será su cuarta y última participación en los Panamericanos, Ibargüen apunta a ampliar su abultado palmarés en la competición regional, tras los oros alzados en Guadalajara-2011 y Toronto-2015.
Será, además, su adiós a las competiciones americanas antes de participar en los Olímpicos de Tokio-2020, donde ha dicho que caerán las bambalinas de su exitoso recorrido como atleta.
En la capital peruana aterrizará como la mejor atleta de 2018, un reconocimiento de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) luego de que en agosto lograra los títulos en salto triple y largo en la Liga de Diamante en dos ciudades diferentes, Zúrich y Bruselas, con solo 24 horas de diferencia.
Aunque no reniega de sus orígenes, en reiteradas ocasiones ha mostrado su malestar con que se le llame la ‘pobrecita’ que venció a la precariedad y la violencia.
“Yo he marcado la vida de otros por mis resultados deportivos. Entonces todo el mundo quiere desviar esa parte. Y no”, dijo en una entrevista a la revista Bocas en 2014.
Probablemente solo cuando habla sobre ese tema esconde su amplia sonrisa. Esa misma que la acompaña antes de saltar, cuando también levanta los brazos y juguetea con el público, en una suerte de ceremonia para ponerlo de su lado y llenarse de fuerza.
Un duelo más
Aunque los pergaminos están de su lado, la consagración en Lima promete ser más dura que en ediciones anteriores. La amenaza para alcanzar su tercer oro panamericano tiene nombre propio: Yulimar Rojas, quien es doce años menor que la cafetera.
La venezolana le arrebató el campeonato mundial por apenas dos centímetros en Londres 2017 y comparte, junto a Ibargüen, la lista de 25 mujeres que han superado la marca de los 15 metros en salto triple.
Además de vencer a Rojas, Ibargüen cuenta con una motivación adicional, la de cumplir su único sueño deportivo pendiente: Ser la mujer que más ha saltado en la historia.
Diecinueve centímetros separan a la colombiana del récord mundial en salto triple que ostenta la ucraniana Inessa Kravets, quien marcó 15,50 metros en los juegos mundiales de Gotemburgo (Suecia), en 1995. Ese salto lo he visto “más de cien” veces, reconoce la colombiana.
Los expertos ponen en duda que pueda lograrlo. “Lo sigo buscando porque sé que es posible”, les contestó sonriendo. Todos saben qué significa cuando Caterine muestra sus dientes de perla.